B. Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
A siete meses de cumplir un centenario de vida, el cardenal José de Jesús Pimiento Rodríguez no para de predicar y andar.
Después de asistir a la Conferencia Episcopal, que se realizó la primera semana de julio, el arzobispo emérito de Manizales asistió en Popayán a la ordenación episcopal de su paisano José Luis Aparicio Rueda. Luego aterrizó en la capital caldense donde sus amigos lo esperaban.
Monseñor Pimiento no delata en su rostro los 99 años que celebró en febrero pasado, se podría decir que batallar por el Evangelio no deja huellas en su piel; sin embargo, su caminar ahora es más lento, evita las escalas y siempre pide ayuda para movilizarse.
El hombre, que alguna vez reconoció que tiene un rostro adusto, dice que no le gusta apoyarse en un bastón y que prefiere a la gente, porque piensa.
La semana pasada en la capital caldense, los fieles se sorprendieron con la presencia del cardenal, quien ofició la eucaristía en un templo distinto cada día. No le pesaron los años y más bien lo revitalizaba poder hablar del Evangelio, ese que sigue y cumple como fiel servidor desde que se propuso seguirlo.
Encuentro
En Villa Kempis, la casa de retiros de la Arquidiócesis de Manizales, el cardenal más longevo de la Iglesia Católica atendió la invitación de sus compañeros sacerdotes para almorzar.
Llegó una hora antes, que dedicó para dejar que sus amigos lo saludaran, entre ellos monseñor Luis Enrique Hoyos, rector del Seminario Mayor, quien demostró su alegría por este nuevo encuentro.
Si hay algo que se puede intuir, es el amor que monseñor Pimiento profesa por esta tierra cafetera. Es más, él lo reconoce. Afirma que es un vínculo sacramental que contrajo con Manizales y que lo necesita de tarde en tarde porque lo revitaliza.
Es la familia eclesiástica que él ayudó a formar por casi 21 años, su campo de trabajo pastoral que quedó en su título personal como emérito de Manizales, algo que dice, le entusiasma y le da fortaleza y paz.
Cuando se le pregunta cómo ve a Manizales asegura que esta ciudad tiene que defender sus valores tradicionales y recuperar su liderazgo. “En otros tiempos, esta ciudad tuvo en el país grandes dirigentes y hoy no aparecen. Hay que encontrar en las generaciones nuevas, personas que le den prestigio”.
Luego de sus salidas esporádicas al Eje Cafetero, el cardenal regresa a su tierra. Ahora reside en la Casa sacerdotal San José en Floridablanca (Santander), en una vida más reposada y sin la responsabilidad que se cargó después de su retiro, que fue la de predicar, por eso cuenta con una fugaz sonrisa que ya no lo hace “porque está muy gastadito”.
Pero como buen batallador que ha sido, asegura que lo hace con su ejemplo “procurando no dar escándalos”.
Algo para decir
¿Dónde va a celebrar los cien años?
Espero que en mi tierra. Estoy muy gastado para que me hagan fiesta, eso lo pone a uno tenso. El cardenalato me preocupó mucho, quedé enfermo de depresión mayor y caí. Ya me recuperé, porque el médico logró entenderme y aquí estoy cumpliendo mi deber hasta donde alcance.
Usted es el cardenal mayor ¿Cómo se siente?
El asunto es que Dios me concedió esta larga vida y este honor que no merecía para que le sirva y esté más cerca del pontífice. No soy un funcionario de oficina, simplemente hago oración por el papa y su trabajo y si él me consulta, le respondo y si no, le mando recomendaciones que me parecen oportunas para el bien de la Iglesia. A eso estoy dedicado. Ahora me siento no obligado a nada.
¿Cómo se mantiene activo mentalmente?
Esos son dones de Dios. Él me hizo desde niño una persona interesada en el bien público, la vida me fue llevando a tener puestos de responsabilidad, que me formaron para tener esta visión. Como estuve en el Concilio Vaticano aprendí mucho de cómo debe ser la Iglesia, quise aplicarla, pero no siempre encontraba con quiénes hacerlo, el hecho es que me esforcé y el Concilio ahora está sin aplicar en muy buena parte.
Usted hace poco asistió a la Conferencia Episcopal, ¿cómo encuentra ese equipo que orienta la iglesia colombiana?
Hemos ido mejorando, ya hay una orientación más segura, pero todavía nos falta mayor valor para ser orientadores de Colombia, porque ella depende del Señor Dios y de que los pastores la cultivemos. Ha habido un tiempo como de receso, de poco afán y ahora estamos despertando con la visita del sumo pontífice y los mensajes directos que nos dejó.
Paz verdadera
Hablemos un poco de Colombia. Cuando termina el segundo período del presidente, Juan Manuel Santos, ¿cómo siente al país y hacia dónde va?
Esa apertura fue bastante confusa, porque no acertó a darle a Colombia la seguridad y la orientación que necesitaba. No sé con qué intenciones procedió, pero creo que esa forma de paz es política, nada más, no es una paz verdadera.
¿Entonces, qué hace falta?
Es que la paz verdadera es la que nos trajo Cristo y como ahí no hay Dios, no hay Cristo, no hay Iglesia. Eso tiene mucho vacío y problemas. Lo único que se logró fue que las Farc se desmilitizara, y que esté ahora como un grupo político, lo que es complicado porque no están preparados. Ahora comienza a despejarse este camino y todos tenemos que colaborar para que haya comprensión, paz, solidaridad, respeto de todos para todos, que no haya peleas y confusiones, esa polarización indebida, sino que haya un proceso para hacer grande a Colombia.
¿Faltó sensatez para apoyar el acuerdo de paz?
Precisamente el No demostró que el país no estaba de acuerdo con esa fórmula, porque una fórmula de 300 y más páginas es un enredo y no una solución. Esa confusión no nos ayudó a pensar en una Colombia grande, sino en más complicaciones y más favores para la guerrilla.
Señales
¿Qué le recomendaría al presidente electo, Iván Duque?
Que cumpla su programa de servir a Colombia y que mantenga la serenidad que ha demostrado. Es un hombre que no polariza que busca acuerdo con todos. Aquí no se trata de complacer, sino de servir. Es un hombre sensato que quiere a Colombia.
Desde la implementación de los Acuerdos de Paz, 205 líderes han sido asesinados. Este año suman 124, ¿Qué opina de esta situación?
Se ve que los enemigos no quieren que el país se componga. Es una violencia torpe y dañina, pero como la seguridad en el país no está todavía consolidada hay que esperar un poco orando a Dios y pidiendo para que el Gobierno, con sus fuerzas militares y de policía, reprima a los que no quieren hacer el bien, sino el mal.
El papa Francisco muestra con sus acciones ese pensamiento renovador que quiere para su Iglesia. ¿Usted está en consonancia total con él?
Desde luego, el papa lo que hace es traducir el Evangelio en la vida de cada nación, de cada grupo humano, de cada persona. Es un gran evangelizador y es ahí donde está su mérito.
Hay comunidades como la Lgbti que reclaman su puesto en el mundo y por qué no en la Iglesia. ¿Qué opina?
Ellos no quieren acercarse a la Iglesia, lo que quieren es que los aprueben, los respeten y los tengan como unos nuevos héroes. Esas manifestaciones de orgullo gay es enorgullecerse de lo que no es, pero son respetables y hay que tenerles consideración y convertirlos a un Evangelio de serenidad, de paz, de mucho orden personal. Ellos lo pueden lograr, porque la psicología está logrando mucho para ponerlos a ellos en un ambiente nuevo.
Frases
“Cristo nos mandó a amarnos como hermanos y esa es nuestra tarea. Cuando el mundo se proponga amar a Dios y amarnos unos a otros, entonces se va componiendo, es la única ley que debe primar”.
“En Colombia no nos tenemos confianza, no nos respetamos, nos atacamos, la vida está feriada, vuelta nada, por el aborto, los asesinatos, la violencia. Los valores fundamentales se están quemando”.
Apostolado
Nacimiento: 18 de febrero de 1919
Sacerdote: 14 de diciembre de 1941
Obispo: 28 de agosto de 1955
Arzobispo: 22 de mayo de 1975
Obispo auxiliar de Pasto: 1955-1960
Obispo de Montería: 1960-1964
Obispo de Garzón (Huila): 1964-1975
Arzobispo de Manizales: 1975-1996
Cardenal: 14 de febrero del 2015
Monseñor Pimiento dijo que venir a Manizales lo revitaliza, es como su segundo hogar.
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