LA PATRIA | MANIZALES
Una semana después de la visita del papa Francisco a Colombia dos caldenses empezaron a recordar las anécdotas que les dejó el pontífice. Aprovecharon a Medellín como la ciudad más cercana y fueron para presenciar la misa campal que les dejó historias que nunca olvidarán.
Ellas pasaron la noche en vela para escuchar de primera mano las palabras que su santidad le dijo a 1 millón 300 mil personas. Son Juanita Nieto Arango, quien viajó el viernes, y Lina Marcela Duque Aristizábal, quien vive en Sabaneta (Antioquia) hace siete años. Las dos son manizaleñas.
Ambas coinciden en que la experiencia de tener cerca a Francisco es enriquecedora para sus vidas espirituales y que el mensaje que les quedó fue renovación, fe, credibilidad y dar el primer paso como decía el lema de la visita apostólica.
Las dos pasaron una noche difícil por el fuerte aguacero que cayó en el amanecer previo a la misa, pero su historia para llegar hasta el aeropuerto Olaya Herrera es muy distinta. Juanita, de 24 años, no tenía viaje programado hasta el jueves, un día antes de partir a la Capital de la Montaña, pero por esas cosas de Dios, como ella lo describe, se le hizo el milagro y el viernes viajó para estar presente en la ceremonia del sábado.
Lina Marcela siempre tuvo claro que iba a asistir. Ella es coordinadora de primaria del colegio católico Teresiano de Envigado y con la comunidad estudiantil se alistó para visitar al obispo de Roma.
"Dos días antes me entró una corazonada para viajar. No tenía un peso, pero dije que me iba a ver al papa. Le pregunté a la comunidad Camino Neocatecumenal, a la que pertenezco y no había cupo, fui a la terminal y tampoco. Pero me llamó la líder de la comunidad y me dijo que había un cupo porque a una persona no le dieron permiso en el trabajo. Dios me tenía guardado el viaje y fui gratis, con el cupo de mi compañero", describió Nieto Arango quien no confirmó su cupo porque en días pasados le practicaron una cirugía en sus ojos la cual le impedía viajar
Juanita Nieto Arango
Entre tanto, Lina, de 31 años, no pasó dificultades. "Desde que supimos armamos combo en el colegio. Llegamos el viernes a la 1:00 p.m. para esperar las puertas que las abrían a las 7:00 p.m. Mientras tanto estuvimos cantando, rezamos el rosario y nos unimos con otras comunidades. Entramos a las 10:00 de la noche y nos tocó en un sector de la pista donde había un ambiente de alabanza, de canto y de expectativa. La noche fue fría, pero no apagó los ánimos", indicó.
Con fe
Una hora después de lo indicado se inició la misa. Las dos entraron en una actitud de fe para escuchar las palabras de Francisco. La habitante de Sabaneta quedó renovada por las palabras del argentino, mientras que Juanita quedó con un sin sabor porque no disfrutó la eucaristía como ella esperaba.
"Se siente que el corazón va a explotar. La misa fue muy linda, llena mucho el corazón, es emocionante ver que un millón personas en completo silencio mientras la consagración", sostuvo Duque Aristizábal.
Lina Marcela Duque Aristizábal (Izquierda)
"Para la misa casualmente dejó de llover, son cosas de Dios. Pero no pude presenciar bien porque soy muy chiquita, mido 1 metro 56 centímetros y salí con un sin sabor porque el problema eran las vallas y la gente que se subía a las sillas", agregó Nieto Arango.
No obstante la joven, quien es administradora pública, manifestó que la misa fue linda por el papa con sus mensajes de fe. "Uno se imagina un viaje a Roma y fue muy parecido. Algo que Dios le iluminó a él y le dio el discernimiento para darnos a nosotros un mensaje".
Para Juanita hubo una recompensa. Después de salir de la misa se fue a dar un paseo por Medellín mientras esperaba la hora de regresar a Manizales. Estuvo en el Metro y en el Metro Cable, pero en el trayecto vio el recorrido del papa móvil y decidió volver para disfrutar a Francisco.
"Salimos corriendo y no se veía por la cantidad de gente. Me encontré a un señor con la carreta de un caballo, le dije que me dejara subir y me dijo que valía $8 mil. Le dije que lo que sea y me subí con unos compañeros. Logramos ver todo súper bien. En la carreta nos dio la bendición y salí satisfecha gracias a Dios. Valió la pena.
Ella terminó de dar la vuelta en el metro. Después emprendió su viaje a Manizales con a bendición del papa para que no le pasara nada ni a ella ni a sus compañeros. "Llegamos físicamente adoloridos, pero con el alma renovada. Dios nos da esperanza y refresca el corazón", puntualizó.
Lina Marcela, por su parte, se fue feliz por compartir con el representante de Dios en la tierra. "Queda uno con el corazón agradecido porque no se sabe si se puede vivir en otro momento esta experiencia. El papa motiva. Es un referente en la fe que nos invita a vivir el evangelio tal cual y como lo vivió Jesús", finalizó.
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