LA PATRIA | MANIZALES
Murió el 27 de febrero
La Catedral fue el sitio preferido de espiritualidad para el abogado Ariel Ortiz Correa, incluso varias veces acudió acompañado de su hija Clarisa, quien el día de su muerte estuvo con él en ese centro religioso para darle el último adiós a su padre.
Familiares, amigos, colegas y alumnos lamentaron el deceso de este profesional nacido el 16 de octubre de 1944 en Quimbaya (Quindío). Llegó a Manizales a estudiar Derecho en la Universidad de Caldas y se enamoró rápido de esta tierra, tanto, que se graduó y echó raíces.
Se especializó en derecho penal, se casó dos veces y tuvo dos hijos, Clarisa y Juan Ricardo. Era apasionado, humanista y leal.
Lo que hizo
Según su hija, Ariel no estaba enfermo. "Le dio por armar una fiesta en Bogotá con sus amigos de la barra: José Fernando Escobar, Guillermo Hurtado y Humberto de la Calle. Se fue a acostar temprano y en el hotel empezó a sentirse indispuesto. Lo llevaron al hospital, pero murió a las 2:45 de la mañana de un infarto", contó.
Su amigo, José Fernando Escobar, recordó que se graduaron en 1968 de la Universidad de Caldas, en medio de las presiones de los años 60, la Guerra Fría, las luchas entre pensamientos y filosofías. "Salíamos a la calle a predicar la igualdad. Ariel siempre fue un vocero de esta idea, un líder especial que señalaba los caminos de aglutinamiento y de convergencia".
Ortiz Correa fue presidente del Colegio de Abogados de Colombia, creador de la Escuela de Abogados Penalistas y del Colegio de Abogados Penalistas de Caldas donde formó a varias generaciones que orientan las cátedras de derecho penal en la Universidad de Caldas.
Ejerció la docencia durante 30 años en esa institución. Fue decano en varias oportunidades de la Facultad de Derecho, lideró la conformación de la Asociación de Egresados de Derecho de esa Universidad, y apadrinó un grupo de estudiantes de Chocó.
Amable
Ariel se destacó por su buen humor, por ser una persona entregada a sus amigos, familia y a la sociedad. Cuando era estudiante convertía las fiestas universitarias en un carnaval de la ciudad a través de comparsas y reuniones. Siendo decano recibió homenajes de sus estudiantes.
La pasión por el derecho penal le nació por la capacidad de amar, de sentir y de estar con los más necesitados. "Ariel decía que quién más que los parientes y familiares de aquel que haya cometido un delito para sufrir tanta soledad y dificultades. Todo ese sentimiento humano lo llevó a eso", dijo un amigo
En Bogotá trabajó como consultor de la firma de abogados MPA Derecho Penal Corporativo y tuvo abierta su oficina de abogados en Manizales hasta el 2014. Dentro de sus casos más sonados aparecen la defensa del homicidio del subdirector de LA PATRIA Orlando Sierra.
Quienes laboraron con él indicaron que era un profesional con capacidad de enseñanza, agradecido, amable con las personas y de frases especiales y jocosas.
Los últimos 25 años estuvo acompañado de su segunda esposa, Helena Mejía, quienes residieron en una casa campestre en Villamaría.
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