LA PATRIA | Manizales
Gloria Inés Loaiza
Cuando venían a llenar los tanques provisionales desde la medianoche ya estaba la gente haciendo fila. Familias completas se llevaban el agua y dejaban a las otras personas sin el líquido. El dolor de brazos, manos y espalda que nos quedó por mucho tiempo.
David Cortés Zuluaga
Recuerdo que en Villamaría sí había agua, ponían avisos en las casas para vender. En el puente le robaban canecas a las camionetas. Por esa misma época también hubo un daño del gas y lo de Cervantes.
Daisy Lucía Zuluaga Arango
Fue terrible, pero en mi caso como reciclo desde hace muchos años y no desperdicio, no nos faltó agua. Visitamos barrios entregando agua en botellas y bolsas. Ojalá muchos hayan aprendido el valor de cuidar y no desperdiciar.
Derly Tatiana Rodas R.
Me acuerdo que vivía en San Jorge y llevábamos cuatro días que no pasaba el carrotanque, un día apareció y la fila era de dos cuadras. Entonces una señora se metió y otra le alegaba, en medio de la discusión le dió con el balde en la cabeza. Las canecas de pintura las vendían a 20 y 25 mil pesos y llegó un momento en que se agotaron.
Magda Yepes Pérez
Vivo en Puertas del Sol y recogimos agua de un nacimiento que estaba como a ocho cuadras. Gracias a Dios era permanente, pero la ida a recoger era un verdadero viacrucis. Éramos muy organizados, tanto la gente de la vereda Corinto como la del barrio, no tuvimos problema, nos ayudamos unos a otros.
Angie Aguilar
Estábamos en un carrotanque de la Defensa Civil, íbamos para un barrio en específico a repartir el agua, pero antes de llegar unos vándalos nos hicieron parar el carro y hasta que no lo desocuparon, no nos dejaron seguir. Lo más triste es que fue más el agua que desperdiciaron que la que recogieron.
Mario Yepes
Vivía en La Enea, tocaba buscar los lavaderos más cercanos para que nos regalaran agua porque les prohibieron lavar carros. Al menos aprendimos el verdadero valor del agua. Ojalá nos sirviera para tomar conciencia y empezar a cuidar el planeta.
Alba Nelly Montes Quiceno
Recuerdo que adaptamos un carrito donde venden los helados en la calle, le montábamos cuatro canecas de pintura y el niño de tres años sentado encima. Mi hermana y yo salíamos desde Linares hasta la Plaza de Bolívar y llevábamos el agüita a casa. Una noche abrieron el portón y nos robaron el carrito con todo y canecas, triste final.
Jairo Alberto Correa Acosta
En mi casa de Bosques de la Sierra hay agua de la montaña. Allí llegó mucha gente en busca del preciado líquido. Muy triste porque la administración de la ciudad no fue muy activa.
Constanza Naranjo
Yo tuve a mi bebe el 21 de octubre y fue terrible. La Clínica Versalles estaba sin agua y en las horas de las visitas la gente aprovechaba para usar los baños y los dejaba terribles.
Sergio Guevara
Yo repartía agua en una camioneta de la Gobernación y una vez yendo para Estambul una señora se atravesó y me dijo: “No lo dejo pasar hasta que no me dé agua”.
Julii Valencia
Buenos tiempos, nos puso a prueba la vida y también mostramos la resiliencia para afrontar cualquier cambio. Todos salíamos para Camilo Torres a un nacimiento de agua y al Lavaautos de la Ruta 30, se hacían filas largas y se cargaban los baldes en palos. Todo el mundo ayudándose.
Claudia Pinilla
Vivía a media cuadra del CAI de La Leonora, a las 6:30 a.m. bajaba con mi papá a llenar rápido nuestros baldes, luego ya me quedaba en el CAI repartiendo el agua con dos personas más. Con unos vecinos ayudamos a señoras con niños pequeños y a abuelitos a llevar los baldes a sus casas. Lo más duro era saber que si uno no cargaba agua no se comía. En aquella ocasión todos supimos el valor del agua
Andrés Herrera
En ese momento vivía en San Sebastián y lo que hay son nacimientos. Fue difícil cargar agua todo el tiempo, pero aprendimos a valorar el agua y el esfuerzo. Algunos inventamos otros métodos, como quitar el bajante del agua, ponerle un trapito para filtrarla, recogerla y para el baño.
John F. Buitrago Noreña
Por esa época estaba trabajando y vivíamos en una casa en el segundo piso, las escaleras eran de baldosa. Mi madre al bajar y subir se deslizó, rodó por las escaleras y se aporreó las costillas, no se podía mover casi.
Jhon Quiroga
Afortunadamente también llovió mucho por esa época (los buenos aguaceros típicos de Manizales)... Si seguía lloviendo sacaba jabón y shampoo, me bañaba en cualquier chorro. La gente al principio solo veía desde sus ventanas… a los días ya éramos varias personas las que hacíamos eso. Una experiencia bien difícil que nos hizo ser más humildes y solidarios como ciudad.
Ruby Esperanza
Recuerdo que había un chorrito de agua en una ladera cerca de mi casa, me salieron músculos de tanto cargar agua hasta que decidí llevar el jabón y el shampoo. Pude lavar la ropa y los platos. Qué aventura aquello, para no repetir.
José Rubiel Quintero Serna
Aquí en Villa Café Minitas fue la unión de la comunidad y solidaridad entre vecinos. Fue algo incomodo, pero fuimos unidos.
Juan Camilo Restrepo
Recuerdo ir todas las noches cerca al barrio Capri a cargar agua en baldes de colores. La gente se reunía no solo a decir lo mal que la estaba pasando, también para hacer amistades nuevas, reunirse como comunidad. Todo esto nos dio la fortaleza para pasar esta calamidad.
Élder Marín
En mi barrio no hay cerca un nacimiento de agua por lo cual tocó sufrir demasiado. Por otro lado fue seco ese tiempo, ni una gota de agua cayó. Hasta que hubo un aguacero y todo el mundo salió a bañarse a la calle en los
Los chorros, además de punto de recolección, servían de ducha rápida.
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