Ánimas, cada vez con menos dolientes

TATIANA GUERRERO

LA PATRIA | MANIZALES

Como dice el vendedor Juan Clímaco Arenas, “todo lo bueno ya se va acabando”, también se acaban los devotos que en un acto de fe oran por sus difuntos en noviembre.

Eran estos individuos que en el mes de las ánimas o de los fieles difuntos, que en Colombia por tradición se celebra en noviembre, visitaban el cementerio San Esteban, en Manizales. Se ponían de pie o sentados y con mirada agachada los envolvía la nostalgia y la tristeza. Tomaban aliento y recitaban la primera página de la novena para las benditas almas del purgatorio:

Señor, recíbelo en tu morada y hazle grato su recorrido. Llévalo por la senda de la paz que conduce a tu presencia, libéralo de toda atadura terrenal y envuélvelo con tu misericordia. 

La velada se prolongaba por horas y se debilitaba cuando la tarde empezaba a caer. Incluso, algunos dolientes avezados, despedían el día a las 12 p.m. muy tiesos frente a la puerta del cementerio elevando sus plegarias por sus seres queridos.

Así los recuerda Clímaco, un vendedor que ha invertido siete años de su vida en ventas dominicales de novenas, Bon ice y palomitas de maíz en la entrada del San Esteban. Él no se atreve a señalar que los creyentes desaparecieron del todo. Sin embargo, considera que están en vía de extinción.

“La religión evangélica se ha robado muchos feligreses. Además, hoy en día las familias prefieren cremar los cuerpos, y por eso ya vienen menos personas a este lugar, donde descansan los muertos”.

Menos devotos

Esta escasez no solo afecta las ventas de Clímaco, que el domingo solo alcanzó a vender ocho novenas, también representa un salto negativo para las floristerías que se agolpan en una fila por la Avenida de Las Araucarias.

Wilfran Betancur, propietario de la floristería Diana, se remonta a hace siete años “En esa época el 80% de las ventas eran para el cementerio y el 20% para festejos o regalos, hoy es al contrario”.

Esta misma situación la vive Juan Carlos Suárez, de la Floristería Oasis. A la desaparición de feligreses, le añade una hipótesis más: las declaraciones del papa Francisco en el 2018, cuando en una entrevista al diario Italiano La Repubblica, el pontífice negó la existencia de un infierno en el que sufren las almas de los pecadores para toda la eternidad. “Tras la muerte, las almas de las personas que se arrepienten reciben el perdón de Dios y se suman a quienes lo contemplan, pero aquellos que no se arrepienten y por tanto no pueden ser perdonados, desaparecen”.

Sin embargo, Floralba Hincapié sigue apegada a las tradiciones. Todos los lunes de noviembre asiste a las eucaristías de las 5:00 p.m y cada domingo al pie de una tumba, se ahoga en las lágrimas por el vacío que le dejó hace 30 años su madre Aurora Vanegas.

Una camándula ocupa su mano izquierda, saca de su bolso una desgastada novena de las ánimas e inicia la oración del segundo día. Sus cálculos le señalan que el lunes terminará el ritual con la oración del noveno día, que hace referencia a la séptima palabra en la muerte de Jesucristo:

Haced señor, que verdaderamente arrepentidas digan a la hora de la muerte: “En sus manos encomiendo mi espíritu”.

Mientras la tarde se desvanece, Vanegas, en una conversación con su amiga María López, también declara en vía de extinción a los devotos que abundaban en el cementerio hace un par de años, su devoción no le permite más que encomendarlos a Dios. 

Origen

La conmemoración de los Fieles Difuntos, popularmente llamada Día de Muertos, Día de las Ánimas o Día de los Fieles Difuntos, es una celebración cristiana que tiene lugar el 2 de noviembre. Su objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y que se encuentran aún en estado de purificació