YAJANDRA GALVÁN
LA PATRIA | MANIZALES
Amanece y la luz del sol aún no cae sobre la Plaza de Mercado o Galería de Manizales. Sus 600 casetas todavía no exhiben productos. Son las 4:00 a.m. y la oscuridad se mezcla con el murmullo de los dueños de los puestos, quienes llegan para abrirlos. Unos se paran en la puerta del negocio a tomar un café, mientras observan el arribo de coteros, compradores y vendedores minoristas.
Llegan las 5:00 a.m. y el pabellón del sótano ya estaba abierto dos horas antes. Desde muy temprano se pueden encontrar clientes escogiendo verduras, tenderos acomodando las frutas o ubicándolas en canastas, otros solo deambulan por ahí mirando sin rumbo. La rutina adentro es escoger, negociar o seguir, pero nadie para.
Afuera llueve, pero adentro no cabe un alma. El reloj marca las 6:30 a.m. y la plaza toma vida con las ofertas de los productos que se negocian a grito, sin perder la amabilidad con el comprador y la palabrería que se aprende con los años. Emma Silvia Coca no tiene necesidad de ofrecer, 45 años trabajando en la Galería le garantizan un reconocimiento con los compradores, quienes llegan por cuenta propia. Dice que hay unos que saben negociar y que están enterados de los precios para que el vendedor les rebaje más. "Ellos me preguntan a cómo está el repollo, a $1500 les respondo ahí es cuando me dicen: No, me sirve es a $900".
Emma Silvia Coca inició su negocio gracias a su difunto hermano quien le compró el espacio en el pabellón de la plaza . Se levanta los lunes y jueves a las 3:00 a.m y los martes, miércoles y viernes a las 5:00 a.m.
Aguante
A las 7:00 a.m. las calles afuera del sótano se transforman en un laberinto que los coteros saben descifrar con facilidad, mientras llevan cargas de hasta 100 kilogramos. La habilidad de sostener en los hombros racimos de plátanos, cajas y costales se convierte en un súperpoder para quienes piden el favor de que les lleven el mercado hasta el taxi o hasta la parada del bus . Para ejercer el oficio no hay edad, solo se requiere aguante y madrugar. Ese es el caso de Andrés Felipe Toro, de 22 años, quien tiene claro que su horario laboral inicia a las 3:00 a.m., pero no sabe a qué horas sale. "A veces llegan camiones para descargar al mediodía, cuando estoy por terminar".
Los ocho años que lleva en la plaza laborando le han enseñado la manera de llevar los productos. También aprendió de economía y conoce cada día su lugar de trabajo. "Las personas lo pueden ver difícil, pero a mí me encanta cargar, porque es una forma de saber cómo se manipulan los alimentos", agregó.
Andrés Felipe Toro desde los 14 años trabaja en La Galería.
Sazón
Vender alimentos no es solo la función de la Galería, prepararlos también. En el pabellón de comidas hay restaurantes para todos los gustos y bolsillos. Cuando se trata de platos abundantes y sazonados todos mencionan a Albertina Tique o Tina como mejor la conocen. Ella afirma que con solo meterle el cucharón a la comida el sabor cambia. "Para mí es un don, yo no nunca recibí clases de culinaria", manifestó. La sazón de Tina se ha vuelto tan popular que es común ver en su restaurante a conductores, comerciantes o funcionarios de la Alcaldía y Gobernación.
Tina además de tener pasión por su restaurante ama profundamente la ciudad de las puertas abiertas que la acogió desde 1973 cuando llegó del Tolima. "Yo digo que otra ciudad como Manizales no hay", afirmó.
Albertina Tique dice que su restaurante parece un puerto porque llegan personas de Cali, Pereira, Medellín Boyacá, Bogotá, Pasto y de todos los municipios de Caldas.
El segundo hogar
Juan Sebastián López es otro de los personaje popular del sitio, quien no frena su andar cuando saluda a quienes ha conocido en los 11 años que lleva en la Plaza. Dice que su difunto padre le enseñó a hacer emprendedor, por eso sostiene que vender en la plaza es un arte. "La Universidad es buena porque da los criterios y principios, pero acá en realidad se ve la práctica". Sebastián, igual que la mayoría de los trabajadores de la Plaza, comparten el cariño por el sitio que les permite ganar el sustento día a día. "La Galería es un segundo hogar, porque se está la mayor parte del tiempo con los compañeros, empresarios y compradores. Para mí es un orgullo, pues desde este lugar sostengo a mi familia", señaló.
A Juan Sebastián López su padre lo hacia madrugar desde los 16 años para que aprendiera sobre ventas, "a mí no me gustaba porque me tocaba luego ir a estudiar". Su padre murió hace 11 años y desde entonces administra el negocio
El día transcurre entre pasos acelerados y voces de oferta. Entonces el reloj marca las 4:00 p.m. y se empieza a perder la vitalidad del movimiento. Ya no hay rebajas ante la fatiga que va dejando el día. Llegan las 5:00 p.m., hora de cerrar. Se escuchan golpes de los portones de las casetas y el ruido de las escobas, con las que se limpian los pasillos para la madrugada siguiente. El silencio de la plaza es interrumpido por una canción que se escapa del pequeño radio que sostiene el celador en su pecho, un sonido que contrasta con el revuelo y la actividad frenética de antes, pero ese silencio tiene las horas contadas.
A las 3:00 a.m La Galería abre sus puestas con el pabellón de sótano y las bodegas minoristas.
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