EFE | LA PATRIA | JERUSALÉN
El intercambio de fuego entre milicias palestinas de Gaza y el Ejército de Israel se intensificó ayer en la peor escalada de los últimos años, con al menos 30 palestinos muertos, entre ellos menores, y tres víctimas mortales en Israel.
Las milicias dispararon ayer 130 cohetes hacia el área de Tel Aviv, una de las más pobladas del país, que obligaron a suspender las salidas y, temporalmente, las llegadas del aeropuerto internacional de Ben Gurión.
Las Brigadas Al Qasam, brazo armado del movimiento islamista Hamás, habían anticipado que dispararían hacia Tel Aviv si Israel atacaba el conocido edificio de 14 plantas de Hanadi, en plena ciudad de Gaza, que albergaba oficinas de portavoces y miembros del rango político de Hamás, y que fue bombardeado ayer en la tarde.
Desde el lunes, las milicias han disparado cerca de 600 cohetes desde el enclave costero, que castigaron especialmente la ciudad israelí de Ashkelón, donde dos mujeres murieron.
Del total de cohetes disparados, cerca de una cuarta parte cayó dentro de la franja, y un alto porcentaje fue interceptado por el sistema de defensa antiaérea israelí Cúpula de Hierro.
Israel respondió con 500 bombardeos de represalia contra objetivos de las milicias.
Las alarmas antiaéreas no pararon de sonar durante el día en las comunidades israelíes cercanas a Gaza, mientras que los habitantes del enclave también buscaron resguardo en múltiples ocasiones ante los bombardeos del Ejército israelí.
Además de los bombardeos contra instalaciones de las milicias, el Ejército llevó a cabo ataques selectivos contra miembros de alto rango de los brazos armados de Hamás y de la Yihad Islámica, y estima que mató al menos 20 milicianos.
Durante el día, decenas de aviones de combate atacaron a milicianos para prevenir el disparo de cohetes y misiles antitanque, y atacaron un túnel subterráneo desde donde una unidad de Hamás intentó cruzar a Israel, según Jonathan Conricus, portavoz militar.
El Ejército anunció además que amplió la intensidad de las represalias, como ya había anticipado el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que alertó a Hamás de que recibiría "un duro golpe".
Una de las mayores ráfagas de disparos de ayer totalizó 137 cohetes en cuestión de minutos, algunos de los cuales impactaron en las ciudades de Ashdod y Ashkelón, dos urbes israelíes al norte de Gaza y que estuvieron entre las comunidades más afectadas durante la jornada.
Según medios, las dos víctimas mortales en Ashkelón fueron una anciana israelí y su cuidadora extranjera, que fueron encontradas entre escombros tras impactar un cohete en el edificio en el que se encontraban.
Gaza enterró ayer a la mayoría de los 30 muertos -10 de ellos niños-, mientras los escombros de edificios por los daños causados en esta escalada vuelven a ser la tónica entre sus estrechas y densas calles.
Algo más que lo de siempre
Las alarmas antiaéras que sonaron el lunes por primera vez desde 2014 en Jerusalén por el disparo de cohetes desde Gaza, difieren en esta ocasión de enfrentamientos anteriores: el detonante de esta escalada de violencia ha sido Jerusalén, donde ha confluido una serie de factores que han reabierto las causas del conflicto. La extensión de las protestas a las comunidades árabes en Israel, de origen palestino; los enfrentamientos entre civiles; y el foco puesto en la movilización de un barrio jerosolimitano, del este ocupado, por el posible desalojo de familias palestinas en favor de colonos judíos reflejan dinámicas diferentes que están por definirse.
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