Víctor Escribano
EFE | LA PATRIA | Nairobi
Casi cuatro décadas de liderazgo político ininterrumpido vieron su fin en 2017 con la salida del poder de José Eduardo dos Santos en Angola y de Robert Mugabe en Zimbabue. A esto se suma los problemas que enfrentan los presidentes de Camerún, Paul Biya; de la República Democrática del Congo, Joseph Kabila; y de Togo, Faure Gnassingbé. Lo que cierra un año terrible para África.
El año comenzó con la caída de Yahya Jammeh, que había gobernado Gambia con puño de hierro desde 1994 hasta su derrota electoral, incluso un mes después se negó a abandonar el poder, tras lo que se refugió en Guinea Ecuatorial, el país del presidente más longevo del mundo, Teodoro Obiang Nguema.
Jammeh, golpeado por la democracia, abrió el camino para la caída de algunos de sus homólogos más veteranos, como el angoleño Dos Santos, quién abandonó la presidencia que ostentaba desde 1979, poniendo fin a una era marcada por una larga guerra civil de 1975 al 2002.
El caso de Dos Santos
Lo que pasó en Angola es una excepción, ya que muchos de los líderes que abandonan voluntariamente el poder se encargan de dejarlo todo atado para que su gente y su legado no pierdan su posición: de hecho, el nombramiento del ministro de Defensa, João Lourenço, como candidato presidencial de su partido, parecía confirmar esta regla.
Dos Santos se concedió un puesto en el Consejo de Estado que le garantiza inmunidad, blindó a los jefes de la Policía, el Ejército y los servicios de inteligencia y dejó a su hija Isabel al frente de la petrolera estatal Sonangol y a su hijo José Filomeno al mando del fondo soberano nacional.
Como se esperaba, Lourenço ganó los comicios, pero tanto durante la campaña como en su posesión resaltó la lucha contra la corrupción, uno de los principales males de la era Dos Santos: "Nadie estará por encima de la ley".
Mientras algunos pensaban que se trataba de retórica, la realidad fue otra. No tardó ni tres meses en despedir a Isabel dos Santos como presidenta de Sonangol y a los jefes de la Policía y de los servicios de inteligencia que Dos Santos había blindado.
En Zimbabue
El caso más destacado del 2017 es el de Robert Mugabe, que pasó de ser un héroe del poscolonialismo africano a un sátrapa que, a sus 93 años, estaba convencido de seguir en el gobierno de Zimbabue.
Dos semanas antes de su dimisión, nadie hubiese creído que sus tradicionales aliados del Ejército se alzarían contra él y que el partido que fundó lo abandonaría hasta el punto de cesarlo como su representante y plantear la destitución para echarlo.
Fueron las ambiciones de la primera dama, Grace Mugabe, de convertirse en la sucesora, las que desencadenaron la acción militar y la caída de Mugabe, al forzar la destitución del vicepresidente Emmerson Mnangagwa, un veterano de guerra que, irónicamente, lo reemplazó al frente de su partido y del país.
Tiemblan los gobiernos
Las caídas de estos dos gobiernos longevos han puesto en alerta a líderes como Faure Gnassingbé de Togo y Joseph Kabila de la RP del Congo. Ninguno de ellos lleva tantos años al frente de sus gobiernos, pero recibieron el puesto en herencia tras las muertes de sus padres.
En ambos países la oposición se hace oír cada vez más en las calles y exigen sus salidas del poder. En el caso de Kabila, con la anticipación de unas elecciones fijadas para diciembre del 2018, dos años después de su fecha original, para retrasar su adiós al no poder presentarse a un tercer mandato.
Más difícil la tiene en Togo, donde exigen una vuelta a la Constitución de 1992, que limita a dos el número de legislaturas para un presidente, mientras que Faure está en la tercera legislatura tras ganar los comicios de 2005, 2010 y 2015.
Por su parte, el camerunés Paul Biya, presidente desde 1982, se enfrenta a un resurgimiento del independentismo en las provincias anglófonas del país, cansadas de su marginación ante la comunidad francófona.
Sin líos
Sin embargo, no todos los miembros del club de líderes sempiternos se encuentran en problemas, por ejemplo, en la República del Congo, el presidente Denis Sassou-Nguesso, está en el poder desde 1997 (Antes estuvo entre 1979 y 1992), repitió victoria electoral el año pasado con más del 60 % de los votos.
El partido del ecuatoguineano Teodoro Obiang Nguema, presidente desde 1979, también arrasó en las legislativas de este año. Para la oposición solo hubo un escaño en la cámara baja, por lo que se quedó con todo el Senado.
El ugandés Yoweri Museveni, presidente desde 1986, va camino a retirar el límite de edad para mantenerse en el poder, y sus homólogos en Eritrea, Isaias Afewerki, y en Chad, Idriss Déby, parecen continuar sus mandatos de 26 años sin signos de debilidad.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015