EDUARDO DAVIS
EFE | LA PATRIA | BRASIL
El proceso que le puede costar el cargo a la presidenta Dilma Rousseff llegó ayer a estar suspendido, pero fue retomado tras una jornada de vértigo en la que el Gobierno brasileño jugó las últimas cartas en sus intentos por salvar a la mandataria.
"Sé que un recurso contra el proceso fue aceptado, pero pido cautela porque vivimos una coyuntura de mañas y artimañas", dijo Rousseff en un acto con estudiantes y profesores al ser informada de una decisión que suspendía el proceso, recibida por vítores por los presentes.
La decisión había sido tomada por el presidente interino de la Cámara de Diputados, Waldir Maranhao, que en su primer acto en ese cargo tras sustituir a Eduardo Cunha, suspendido por el Supremo por alegada corrupción, aceptó una demanda de los abogados del Estado, que defienden a Rousseff.
Maranhao indicó que la demanda exigía la nulidad de la sesión del pasado 17 de abril, en que 367 de los 513 diputados aceptaron las denuncias contra la mandataria y remitieron el trámite al Senado.
Explicó que un vicio en esa sesión consistió en que los partidos políticos representados en la Cámara Baja orientaron el voto de sus diputados, lo que no podría ocurrir en una decisión de esa naturaleza.
También informó que había pedido que el Senado devuelva el proceso a esa instancia, pese a que la Cámara Alta se aprestaba ya para celebrar la votación definitiva sobre la posible apertura de un juicio político contra Rousseff.
Suspensión por horas
La algarabía del oficialismo duró apenas unas horas, en las que se comprobó que Rousseff tenía razón al pedir cautela.
El presidente del Senado, Renán Calheiros, convocó a una reunión urgente a los jefes de los partidos representados en esa cámara y se dirigió luego al pleno para rechazar la decisión de Maranhao.
"Es una decisión intempestiva, que no tiene ninguna cabida en el proceso democrático y no puede ser aceptada", dijo Calheiros, al calificar de extemporánea la suspensión del proceso cuando el Senado ya discute el asunto desde hace varias semanas.
Detalló que ya hubo lectura de informes sobre el caso, se eligió una comisión especial que analizó la base jurídica de los cargos y hubo 10 sesiones que consumieron 70 horas de trabajo en las que se escuchó a la defensa y a la parte acusadora.
El presidente del Senado, tras rechazar la decisión del jefe de los Diputados, ordenó la lectura de un resumen del informe de la comisión que analizó el caso, lo cual supone el trámite previo a la votación en que se decidirá si Rousseff responderá a un juicio.
Esa votación, aún no confirmada, en principio deberá comenzar mañana, pero debido a la complejidad del trámite pudiera concluir el jueves.
Si el pleno de 81 senadores se inclina por mayoría simple por la apertura del proceso, lo cual parece un hecho, Rousseff será separada del cargo durante los 180 días que puede durar el trámite.
En ese caso, el vicepresidente brasileño, Michel Temer, ocuparía su cargo durante el juicio y completaría el mandato que vence el 1 de enero del 2019 si se llegase a la destitución.
Antes de conocerse la decisión de Calheiros, el abogado general del Estado, José Eduardo Cardozo, había instado al Senado a acatar lo determinado por el jefe de los Diputados y suspender el trámite, pero también admitió que se había reunido con Maranhao el pasado fin de semana.
Reconoció que habló sobre el proceso y negó presiones, aunque indicó que la defensa siempre tiene derecho de señalar todas las irregularidades para que sean debidamente analizadas.
Rousseff, una vez retomado el proceso, reanudó el discurso del golpe de Estado durante la inauguración de un terminal de un aeropuerto en el estado central de Goiania.
"Voy a luchar con todos los instrumentos democráticos para impedir la interrupción ilegal de mi mandato por unos traidores y golpistas que serán juzgados por la historia", declaró.
Maranhao, el diputado que paralizó Brasil
Waldir Maranhao, que como presidente interino de la Cámara baja intentó ayer frenar el trámite para un juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, al invalidar la votación en que los diputados le dieron vía libre al proceso, es un desconocido para la mayoría de Brasil, pero no para la Justicia.
Maranhao, hasta la semana pasada un integrante del bajo clero, como en Brasil se refieren a los diputados poco conocidos y que pasan sin pena ni gloria por la Cámara de Diputados, es investigado por la Corte Suprema como beneficiario de la red que desvió millonarios recursos de la petrolera estatal Petrobras.
El veterinario Maranhao ganó sus cinco minutos de fama en la política brasileña la semana pasada, cuando asumió la presidencia de la Cámara de los Diputados de forma interina y al parecer quiso prolongar esos cinco minutos con su decisión de considerar inválida la votación en que se decidió aprobar la apertura del juicio político contra Rousseff.
La petición de Maranhao provocó un terremoto en el Congreso, en el Gobierno, en las bolsas de valores y en la prensa.
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