EFE | LA PATRIA | NICOSIA
El secuestro en Chipre de un avión de EgyptAir mantuvo en vilo al mundo durante seis horas. Afortunadamente todo se resolvió sin derramamiento de sangre y sin indicios de que fuera un acto terrorista sino la obra de un perturbado que terminó detenido.
Tan solo 20 minutos después de despegar de Alejandría rumbo a El Cairo, Seif Aldin Mustafá, un egipcio separado de una chipriota, obligó al comandante, Omar Yamal, a desviar el Airbus A320 con 55 pasajeros, entre ellos 21 extranjeros a bordo y 7 tripulantes, hacia el aeropuerto de Lárnaca en Chipre.
Dos horas después de aterrizar en una pista aislada del aeropuerto, el secuestrador dejó salir a todos los pasajeros, lo que despertó las primeras esperanzas de que podía tratarse de un acto con un trasfondo personal y no político.
La primera prueba que apuntaba en ese dirección la dio el propio Mustafá al arrojar desde el avión una carta dirigida a su exesposa.
Poco después la policía confirmaba que el secuestrador exigía que la carta le fuera entregada a su exmujer, una chipriota residente en Oroklini -localidad cercana a Lárnaca-, quien poco después acudió al aeropuerto por petición de la policía.
Mientras, la carta, de al menos cuatro páginas, estaba siendo traducida del árabe al griego.
Cuando todo apuntaba a que el secuestro parecía reducirse al acto de un marido despechado, la tesis del móvil terrorista volvió a cobrar fuerza, al surgir informaciones de que Mustafá llevaba consigo un cinturón de explosivos.
A ello se añadió que la policía confirmó que exigía la liberación de varias mujeres encarceladas en Egipto.
El cinturón de explosivos acabó siendo un cinto fabricado con carcasas de móviles.
Hasta anoche no había una información sólida sobre las motivaciones reales de Mustafá, pero el ministro de Asuntos Exteriores, Ioannis Kassulidis, afirmó al término del secuestro que no hay duda de que se trata de una persona psicológicamente inestable.
En declaraciones ante los medios, junto a los ministros de Defensa y de Justicia, Kassulidis explicó que en el operativo participaron fuerzas especiales chipriotas y egipcias que afortunadamente no tuvieron que intervenir.
El secuestro concluyó seis horas después de haber empezado con el hombre saliendo del avión con los brazos en alto en señal de entrega a la policía.
Minutos antes, había puesto en libertad, en dos etapas, a los siete tripulantes que salieron por la escalerilla, con excepción del piloto que se descolgó desde la ventanilla de la cabina.
Una vez despejado el avión equipos de artificieros acudieron hasta la aeronave para verificar que no había escondidos explosivos.
El hermano del asistente de vuelo Hazem Abu Bakr, que viajaba a bordo del aparato desviado, declaró que pudieron hablar con él cuando el avión aterrizó en Lárnaca y que éste tranquilizó a la familia sobre su situación.
Abu Bakr relató a sus parientes que el secuestrador abrió su camisa y mostró lo que llevaba adosado al cuerpo, asegurando que era un cinturón explosivo, y que todos creyeron que era cierto.
Afirmó que el asaltante pidió que el avión cambiara de rumbo, pero en ningún momento entró en la cabina.
El secuestro provocó algunas alteraciones en el tráfico aéreo y ocho vuelos tuvieron que aterrizar en el aeropuerto de Pafos, en el occidente de esta isla mediterránea.
Destacado
Los pasajeros y la tripulación del avión de Egyptair regresaron ayer a Egipto a bordo de un aparato alquilado por la línea aérea egipcia. Algunos de los 55 pasajeros viajaron directamente desde Chipre a sus destinos finales, mientras que otros regresaron a El Cairo, adonde deberían haber llegado antes del secuestro.
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