ANDRÉS SÁNCHEZ BRAUN
EFE | LA PATRIA | SEÚL
Corea del Norte destruyó ayer la oficina de enlace intercoreana situada en su territorio en aparente respuesta al envío de propaganda contraria al régimen desde el Sur y elevó de nuevo la tensión en la península a cotas no vistas desde finales del 2017.
Pionyang ya había amenazado hace unos días con destruir esta simbólica oficina en su reciente subida de tono contra Seúl debido al envío de globos con propaganda contraria al régimen por activistas desde el Sur.
El Norte pareció ignorar el hecho de que el Ejecutivo sureño denunciara de inmediato a estos activistas para impedir que vuelvan a enviar panfletos y, por boca de Kim Yo-jong, hermana del líder norcoreano Kim Jong-un, advirtió el fin de semana sobre la posibilidad de demoler el edificio.
De hecho, minutos antes de la detonación a cargo del Norte, el ministro de Unificación surcoreano, Kim Yeon-chul, dijo ante la comisión parlamentaria de Exteriores que, al margen de las amenazas de Kim, el derribo había sido "preanunciado en parte" al Sur por parte del régimen.
Horas después, Pionyang también confirmó en sus medios de propaganda la destrucción del edificio como parte de su decisión de "interrumpir todas las líneas de comunicación" entre ambos países.
El Ejecutivo surcoreano convocó una reunión de su Consejo de Seguridad Nacional tras conocerse la noticia y al término del encuentro expresó en un comunicado que "lamenta profundamente" la acción norcoreana.
La destrucción del edificio golpea "las expectativas de aquellos que desean impulsar las relaciones intercoreanas y establecer la paz en la península", reza el documento, que dejó claro que "la responsabilidad de todos los incidentes que acarree (la acción de Pionyang) recae enteramente sobre el Norte".
En ese sentido, Seúl advirtió que si el Norte continúa dando pasos para empeorar la situación responderá "con firmeza".
Escalada verbal
A lo largo de la última semana, Pionyang subió especialmente el tono con Seúl hasta desembocar en el gesto de enorme beligerancia visto ayer.
Sin embargo, muchos analistas estiman que el envío de globos con propaganda es en realidad una excusa dentro de una estrategia diseñada de antemano por el régimen para tratar de atajar la delicada situación de su economía, afectada por la pandemia, y el aluvión de sanciones que pesan sobre Corea del Norte por sus pruebas armamentistas.
A los castigos económicos de la ONU, que desde 2016 ha ido endureciendo estas sanciones, se suma el hecho de que el hermético país asiático ha cerrado a cal y canto sus fronteras desde enero por el coronavirus, lo que ha hecho desaparecer los ingresos del turismo y minado la inversión extranjera.
Una simbólica oficina
Habilitada con un coste para el Sur de casi 9 millones de dólares a finales del 2018 en la ciudad fronteriza norcoreana de Kaesong, la oficina supuso uno de los hitos del acercamiento diplomático emprendido ese año por ambos vecinos, técnicamente aún en guerra.
La apertura de esta instalación se acordó en la cumbre que en septiembre de aquel año mantuvieron en Pionyang el presidente sureño Moon Jae-in y Kim Jong-un, que se reunieron tres veces en 2018, todo un logro teniendo en cuenta que en los 73 años anteriores los líderes de las dos Coreas solo se habían visto en dos ocasiones.
Sin embargo, tras el fracaso de la cumbre sobre desnuclearización de Hanói de febrero del año pasado, en la que Washington consideró insuficiente la propuesta de desarme del régimen, Corea del Norte fue endureciendo su postura con EE.UU. y, por supuesto, con su aliado, Corea del Sur.
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