EFE | LA PATRIA | BRASILIA
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, afirmó ayer que está dispuesta a defender su mandato ante el Senado, que deberá decidir si será sometida a un juicio político, y aunque confesó sentirse triste, sostuvo que derrotará el "golpe".
Rousseff convocó una rueda de prensa un día después de que la Cámara de Diputados aprobó y remitió al Senado un pedido para que se inicie un juicio con miras a su destitución por maniobras contables que el Gobierno realizó para maquillar sus resultados en los últimos dos años.
La mandataria dijo que ha quedado frente a una situación que solo puede provocar una inmensa sensación de injusticia y de que hay en Brasil una violencia contra la verdad, la democracia y el Estado de Derecho.
Rousseff insistió en que las maniobras contables que sustentan la acusación no suponen una ilegalidad y mucho menos un delito de responsabilidad, como la Constitución define las causas que pueden llevar a la destitución de un mandatario.
El presidente del Senado, Renán Calheiros, recibió ayer la documentación relativa al proceso y a partir de hoy deberá convocar al pleno para designar a los 21 miembros de una comisión especial que analizará el caso.
Esa comisión elaborará un informe, que en un plazo de unos 15 ó 20 días deberá llegar al pleno, que decidirá si se instaura el juicio político contra Rousseff.
En ese caso, la mandataria deberá separarse del cargo durante los 180 días que durará el proceso y la reemplazará el vicepresidente Michel Temer, con quien Rousseff rompió relaciones después de que divulgó un audio en el que daba como un hecho su destitución.
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