JAIRO MEJÍA
EFE | LA PATRIA | WASHINGTON
La cúpula republicana se ha resignado a que la nueva inquilina de la Casa Blanca será la rival demócrata, Hillary Clinton, a juzgar por la estratégica retirada del respaldo al candidato republicano Donald Trump con el objetivo de contener la crisis y no perder el control del Senado en noviembre.
Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes y el republicano de más alto rango, decidió el viernes no hacer campaña por Trump tras la publicación de un vídeo en el que el magnate utiliza un lenguaje lascivo y denigrante con las mujeres.
A Ryan se le han unido, a menos de un mes de los comicios, legisladores que quieren salvar sus posibilidades de reelección en las contiendas que se celebran en paralelo el 8 de noviembre, despejando el camino a la Casa Blanca de Clinton e intentando salvar la actual mayoría del Senado y la Cámara de Representantes.
Los republicanos quieren evitar que el Senado, donde los demócratas tienen un asiento que podría pasar a manos rivales frente a ocho en peligro para los republicanos, pase de una mayoría conservadora de 54 a otra con 50 demócratas y dos independientes, uno de ellos el progresista Bernie Sanders.
"En este momento, Trump está a punto de convertirse en un candidato zombie: incapaz de ganar, pero demasiado fuerte para ser eliminado", explicaba en un artículo de opinión este fin de semana el periodista político Chuck Todd.
Sin apoyo
Ryan ha negado su apoyo de campaña, pero no su voto a Trump como sí han hecho el senador por Arizona John McCain, que ha dicho que probablemente escribirá en la papeleta el nombre de su compañero y excontendiente de primarias Lindsey Graham, o la senadora por Nuevo Hampshire Kelly Ayotte, titular de un asiento en juego.
Los órganos del partido han ido aún más lejos en su abandono a Trump y le han golpeado donde más duele: el dinero.
El presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, el otrora mediador y figura de la conciliación entre el "rara avis" que representaba Trump con la cúpula del partido, ha ordenado retirar fondos de la campaña presidencial y ponerlos en las del Congreso, Senado y gobernadores.
Según fuentes del partido consultadas este fin de semana por el Wall Street Journal, Priebus ha ordenado desviar fondos destinados a la campaña de Trump a otro tipo de elecciones, especialmente las del Senado, donde aún hay posibilidades de mantener o ganar terreno.
En términos reales, esto significa que el Partido Republicano se olvidará de persuadir a los indecisos en estados como Florida de que apoyen a Trump y se centrará en movilizar a los votantes a favor de candidatos al Senado como Marco Rubio, que también se ha negado a hacer campaña a favor del controvertido empresario, pese a que aún dice que votará por él.
Además de la cúpula del partido y todos los pasados nominados presidenciales de la formación (a excepción de Bob Dole), a Trump le han dado la espalda personalidades mediáticas conservadoras, importantes publicaciones nacionales o los consejeros delegados de las 100 primeras empresas del país, que no han donando ni un céntimo a su campaña.
El camino para la victoria de Trump parece ya casi misión imposible sin el apoyo de las élites.
El magnate inmobiliario debería ganar los bastiones republicanos más tradicionales así como las contiendas en Florida, Carolina del Norte, Ohio, Iowa, Nevada o Nuevo Hampshire, algo ya complicado sin la maquinaria política al servicio de Trump.
El fin de semana el presidente del Partido Republicano, Ron Nehring, opinó en una entrevista televisiva que muchos políticos republicanos están en riesgo de "quedarse colgados" y sin cargo por una papeleta encabezada por Trump, en lo que definió como "la más profunda crisis del partido desde el Watergate en 1974".
"Las élites puede que vean esto como los bárbaros políticos a sus puertas, las masas levantadas con azadones para derrocar al 'establishment', pero harían bien en intentar entender las razones y atender al problema lo antes posible", opinaba en su web el famoso analista político Charlie Cook.
Respuesta de Trump
Cuando faltan justo cuatro semanas para las elecciones del 8 de noviembre, Trump dejó estallar su rencor hacia las figuras del aparato republicano con las que se vio obligado a casarse para impulsar su candidatura y, en particular, hacia el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que ha dejado de defenderle.
"Nuestro muy débil e incompetente líder, Paul Ryan, lo pasó mal en una conferencia telefónica donde sus compañeros se enfadaron muchísimo por su deslealtad", escribió Trump en su cuenta oficial de Twitter.
El magnate se refería a la llamada que tuvo el lunes Ryan con varios congresistas republicanos, en la que dijo que ya no defendería más a Trump ni haría campaña con él antes de las elecciones.
Ryan se sumó así a los numerosos republicanos que se han distanciado de Trump. Claramente enojado por esa pérdida de apoyos, Trump se quejó ayer en un tuit de que "es difícil que te vaya bien cuando Paul Ryan y otros te dan cero apoyo", pero enseguida cambió de tono y se mostró confiado en sus opciones incluso sin el respaldo de su partido.
"Está muy bien que me hayan quitado los grilletes. Ahora puedo luchar por Estados Unidos de la manera que yo quiera", se congratuló el candidato republicano en otro tuit.
"Los desleales republicanos son más difíciles que Hillary la deshonesta. Te atacan por todos lados. No saben cómo ganar, pero yo les enseñaré", añadió Trump, que también atacó al senador John McCain, el conservador de mayor perfil que le ha retirado el apoyo después de divulgarse el vídeo.
El entorno del magnate ha defendido que su campaña puede sostenerse aún sin la ayuda de Ryan y de otros grandes nombres del partido, porque Trump siempre ha estado impulsado por un movimiento de votantes de base, y no desde Washington.
Destacado
Hillary Clinton, ha ampliado su ventaja sobre Donald Trump en las encuestas desde que se divulgó el viernes el polémico vídeo donde el magnate denigra de las mujeres, y ahora le saca 6,5 puntos a nivel nacional, según la media de sondeos que elabora la web Real Clear Politics.
Destacado
El presidente estadounidense, Barack Obama, criticó ayer a los republicanos que han decidido retirarle ahora el apoyo a Trump por "tardar tanto", al asegurar que la naturaleza del magnate "se veía venir" desde que hizo sus polémicos comentarios sobre "las minorías o las personas de fe musulmana".
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