Marta Garde
Efe | LA PATRIA | Ouistreham (Francia)
El 70 aniversario del desembarco de Normandía ofreció una tribuna paralela de negociación sobre la crisis ucraniana, desde la que sus dos mayores protagonistas, el dirigente ruso, Vladímir Putin, y el presidente electo de Ucrania, Petró Poroshenko, abogaron por un alto el fuego.
Su llamamiento en favor del "cese urgente del derramamiento de sangre en el sureste de Ucrania y también de las acciones militares por parte de ambos bandos", según filtró a la prensa un portavoz del Kremlin en Moscú, escenificó el avance en un conflicto agravado por la anexión rusa de la península de Crimea.
Fue un encuentro de apenas 15 minutos de duración y previo al almuerzo junto a la veintena de jefes de Estado y de Gobierno invitados a la costa atlántica francesa, entre ellos el presidente estadounidense, Barack Obama; la canciller alemana, Angela Merkel, y la reina Isabel II de Inglaterra.
Obama y Putin, tras haberse evitado en París la víspera en un juego de equilibrismo diplomático planteado por el Elíseo para evitar problemas, protagonizaron otra cita informal, su primera desde la anexión y en la que abogaron también por poner fin a la violencia y las acciones militares.
La primera en reunirse con Putin fue Merkel, quien desde Deauville le instó a asumir la "gran responsabilidad" que tiene su país para avanzar hacia la estabilización de Ucrania y, en especial, de las regiones del este en las que luchan los separatistas prorrusos.
El presidente francés, François Hollande, se había esforzado en las últimas semanas en ejercer de mediador en el conflicto de Ucrania y ese fue el motivo de que invitara en el último momento a Poroshenko a estos actos.
Si de esta jornada se pueden extraer estos acercamientos, "este 6 de junio ha servido de algo", indicó Hollande a la prensa al término de la ceremonia principal en la playa de Ouistreham, donde hace siete décadas tuvo lugar una de las primeras batallas del Día-D.
Homenaje a los caídos
El presidente y anfitrión del homenaje a los caídos en esa operación militar que cambió el rumbo de la II Guerra Mundial había recordado que "la libertad es un combate, no es una evidencia", y aún se ve amenazada "en demasiados lugares del mundo".
Europa, subrayó, tiene todavía "más que un deber, la obligación" de preservar la paz y de estar a la altura de los ideales defendidos hace 70 años y del sacrificio de quienes entregaron sus vidas, más de 6.000 personas, entre civiles y militares, solo en el primer día de intervención.
Esos soldados y los supervivientes recibieron su reconocimiento expreso, que se amplió al Ejército rojo, a los pueblos de la antigua Unión Soviética por su "contribución decisiva" a la victoria y a los propios alemanes, "víctimas ellos también del nazismo".
Hollande y Obama -rodeados en el escenario por veteranos de la batalla, buena parte de ellos de más de 90 años- se agradecieron mutuamente la ayuda, uno por la liberación y el otro por haber cuidado de sus caídos, y resaltaron la necesidad de no olvidar las lecciones de esa lucha.
El Desembarco de Normandía fue una operación clave de la ofensiva que dio la victoria a los aliados frente a los nazis, que por aquel entonces habían ocupado buena parte de Europa, incluida Francia.
A finales de 1944, la II Guerra Mundial había causado la muerte a 54.000 alemanes, 24.000 estadounidenses, 20.000 anglo-canadienses y 20.000 franceses, de un total de 600.000 víctimas, entre fallecidos, heridos y desaparecidos, según datos del Elíseo, la sede de la presidencia gala.
El 6 de junio de 1944 fue elegido para la operación aliada que supuso el principio del fin de la II Guerra Mundial.
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