Mario Villar
EFE | LA PATRIA | Naciones Unidas
Las relaciones con Estados Unidos, la agenda de reformas y las crisis de Corea del Norte, Siria y el Yemen marcaron el primer año del ex primer ministro portugués Antonio Guterres António al frente de las Naciones Unidas como Secretario General.
El diplomático accedió al cargo el pasado primero de enero con respaldo unánime y con aires de cambio, pero le ha tocado vestirse de bombero para apagar los numerosos incendios que han sucedido en la agenda internacional.
El primero, y que ha marcado buena parte de su mandato, fue la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, quien llegó a la Casa Blanca con un mensaje contrapuesto al de muchas áreas de la ONU, como el del cambio climático y el de refugiados. Además, una clara amenaza de recortar los fondos para la organización.
Por eso, Guterres ha tenido que hilar fino para contentar a Washington y, al mismo tiempo, defender las prioridades de las Naciones Unidas.
En una entrevista reciente le preguntaron sobre cuál era su mayor logro como secretario general, a lo que el portugués respondío: "Hemos evitado una ruptura con Estados Unidos".
En cambio Trump a finales de octubre, cuando lo recibió en la Casa Blanca, le dijo: "(Usted) ha hecho un trabajo muy, muy espectacular en Naciones Unidas".
Reformas
Su gran baza ante EEUU ha sido una agenda de reformas para modernizar Naciones Unidas y recortar la burocracia, combinado con un enfoque muy cauto en cuestiones sensibles, como el conflicto palestino-israelí.
Pese a ello, Guterres ha sido capaz, con mucha diplomacia, de criticar a Trump en cuestiones como el veto migratorio, la decisión de abandonar el Acuerdo de París, los ataques al acuerdo nuclear con Irán, y la retórica guerrera contra Corea del Norte y Venezuela.
El pasado septiembre, durante su primera cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en la ONU, el secretario general arremetió contra la hostilidad hacia los inmigrantes, los discursos "fieros" y el nacionalismo, todos claves en el discurso del presidente estadounidense.
Pero en el día a día, Guterres ha insistido por una diplomacia discreta, tendiendo puentes más que alzando la voz. Los resultados están por verse. Por ahora la ONU no ha logrado un gran éxito de mediación que revalide esa estrategia.
Tensiones
Tuvo a su alcance las negociaciones sobre la reunificación de Chipre, pero se rompieron a última hora.
Mientras, las guerras en Siria y el Yemen continúan, numerosos países africanos siguen empecinados en cruentos conflictos, y la amenaza nuclear de Corea del Norte está más viva que hace un año.
Con un Consejo de Seguridad muy dividido, Guterres tiene las manos atadas para actuar en la mayor parte de estos frentes. Pese a ello, no se ha cansado de denunciar el riesgo de un desastre en Corea del Norte, el sufrimiento de millones de personas en Oriente Medio y la campaña de limpieza étnica contra los rohinyás en Birmania.
Ante esto, una de las fijaciones de Guterres es la de hacer una organización más ágil, flexible y eficiente, menos burocrática y con la prevención de conflictos como objetivo número uno. Además, está la de impulsar la paridad de género dentro de la ONU, empezando por los escalafones más altos.
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