MARIO VILLAR
EFE | LA PATRIA | NACIONES UNIDAS
La ONU urgió ayer a las potencias internacionales a detener la matanza que se está viviendo en la ciudad siria de Alepo, en medio de una fractura cada vez mayor entre EE.UU. y Rusia, que imposibilita cualquier progreso.
La ofensiva lanzada por el régimen de Damasco con apoyo ruso para tratar de arrebatar la zona oriental de la ciudad a las fuerzas opositoras ha creado una brecha con Occidente que, ahora mismo, parece prácticamente insalvable.
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, confirmó ayer que está a punto de suspender su diálogo con Rusia para impulsar un alto al fuego y un proceso de paz en Siria, mientras que el Kremlin volvió a dejar claro que no va a aceptar todas las exigencias estadounidenses.
Desde Moscú, el Gobierno ruso se declaró a favor de decretar una tregua humanitaria de 48 horas en Alepo, pero consideró inaceptable alargarla durante una semana, tal y como quiere EE.UU., al considerar que permitiría a los grupos terroristas reagruparse.
Cautela
La desconfianza entre las dos partes es total, algo que volvió a hacerse evidente ayer en la sede de Naciones Unidas, donde el Consejo de Seguridad analizó la situación humanitaria en Siria.
"Lo que están haciendo es un regalo al EI (Estado Islámico) y a Al Nusra, los grupos que dicen que quieren detener", aseguró la embajadora estadounidense ante la organización, Samantha Power, sobre la ofensiva de Siria y Rusia en Alepo.
Según Power, la parte oriental de la ciudad -bajo control rebelde- ha sufrido en los últimos días 1.700 bombardeos en los que han muerto al menos un millar de personas, incluidos ataques repetidos contra servicios de emergencias y hospitales.
Se trata, aseguró, de "la semana más salvaje en una increíblemente salvaje guerra de cinco años".
Ese análisis lo corroboró en parte Naciones Unidas, que dijo ayer que la situación en esta ciudad clave del norte de Siria es la peor que se ha visto en toda la guerra.
"El este de Alepo, en este momento, no está al borde del precipicio. Está en un terrible descenso al abismo despiadado e implacable de una catástrofe humanitaria como ninguna de las que hemos visto en Siria", señaló el jefe humanitario de la ONU, Stephen O'Brien.
Por videoconferencia desde Ginebra, O'Brien dio a los miembros del Consejo de Seguridad los últimos datos sobre la situación sobre el terreno y no escatimó en adjetivos para tratar de describir el "horror" que se vive en Alepo.
Según indicó, los ataques de los últimos días han matado al menos a 320 civiles, más de un centenar de ellos niños, y herido a un mínimo de 756.
Mientras tanto, el representante sirio ante la ONU, Bashar Yafari, negó cualquier responsabilidad de su Gobierno e insistió en que los culpables de todo son los "terroristas" respaldados por potencias occidentales y países como Arabia Saudí, Turquía o Catar.
"No son sinceros cuando hablan de combatir el terrorismo o ayudar a los sirios. Ellos están creando los problemas", dijo en declaraciones a los periodistas.
"Nosotros no matamos a civiles, no bombardeamos convoyes humanitarios. No hacemos eso. Quienes lo hicieron fueron los terroristas", subrayó.
En medio del cruce de acusaciones, Alepo oriental lleva sin recibir ayuda de la ONU desde el pasado 7 de julio y la atención sanitaria en la ciudad está "al borde del colapso total", según advirtió ayer la organización.
También es necesario llevar comida a la zona, pues las provisiones actuales pueden cubrir únicamente las necesidades de unas 40 mil personas durante un mes, un número claramente insuficiente, según apuntó O'Brien.
"Debemos terminar con esta pesadilla", insistió el responsable de la ONU a las potencias internacionales.
La campaña de bombardeos rusos en Siria, iniciada el 30 de septiembre del 2015, ha sido decisiva en las victorias del último año de las tropas del presidente Bachar al Asad.
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