El presidente de EE.UU., Barack Obama, volvió ayer a Chicago para pronunciar su discurso de despedida, aunque nunca se fue completamente de esta ciudad, donde "todo empezó", según sus palabras, y en cuyo barrio, Hyde Park, se le recuerda casi en cada esquina.
Obama, quien dio su último gran discurso como presidente antes de entregar el bastón de mando en 10 días, el 20 de enero, a Donald Trump, confesó en más de una ocasión que "realmente" se convirtió en hombre cuando llegó a Chicago.
Tras una infancia entre Indonesia, el país de su padrastro, y Hawai, donde nació y vivió más tarde con sus abuelos, Obama terminó estudiando en dos de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, Columbia y Harvard, y echó raíces en Chicago, conocida como "la ciudad del viento".
El presidente de Estados Unidos comenzó su discurso en McCormick Place de Chicago, Illinois (EE.UU.), dando las gracias a todos sus compatriotas por haberle hecho un "mejor" mandatario y un "mejor hombre" durante estos últimos ocho años.
Pidió a todos que crean en su propia capacidad de lograr el cambio, al prometerles que permanecerá a su lado, como ciudadano, durante el resto de su vida y presumió de que ninguna organización terrorista extranjera logró ejecutar un atentado en el país durante sus ocho años en la Casa Blanca y aseguró que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) "será destruido".
"Aunque Boston, Orlando o San Bernardino nos recuerdan lo peligrosa que puede ser la radicalización, nuestros agentes están más atentos y son más efectivos que nunca", afirmó.
Reiteró su compromiso con una transferencia de poder "pacífica", como ya transmitió en su día a su sucesor en la Casa Blanca, Donald Trump, durante su discurso de despedida desde Chicago.
"Depende de todos nosotros asegurarnos de que nuestro Gobierno pueda ayudarnos a acometer los muchos desafíos que todavía enfrentamos".
Racismo
También reconoció que, pese al carácter histórico que representó su elección como primer mandatario afroamericano de EE.UU., el racismo sigue vivo en el país y queda "más trabajo por hacer" para eliminar los prejuicios contra las minorías y los inmigrantes.
"Después de mi elección, se habló mucho de un Estados Unidos posracial. Esa visión, aunque bienintencionada, nunca fue realista. Porque la raza sigue siendo una fuerza potente y a menudo divisoria en nuestra sociedad", dijo Obama en su último discurso como presidente de Estados Unidos, pronunciado en Chicago, la ciudad donde dio el salto a la política.
Defendió que su país es actualmente "un lugar mejor y más fuerte" que cuando él llegó al poder en el 2009, y atribuyó esos avances a los esfuerzos del pueblo estadounidense que confió en su mensaje de esperanza y cambio hace ocho años.
"Ustedes fueron el cambio", replicó Obama y remarcó que corresponde a "todos" los ciudadanos ser "guardianes" de la democracia, no solamente cuando hay una elección, sino "durante toda la vida".
"Yes, we can. Yes, we did" (Sí, podemos. Sí, lo hicimos"), dijo Obama al cerrar su discurso de despedida como presidente de EE.UU.
En la esfera mundial
Abogó porque EE.UU. se mantenga vigilante, pero no asustado en la esfera mundial, al defender que las dos otras potencias que luchan por la hegemonía global, Rusia y China, no la obtendrán a no ser que el país cambie drásticamente.
"Rivales como Rusia o China no pueden superar nuestra influencia en todo el mundo, a no ser que renunciemos a lo que defendemos, y nos convirtamos en otro país grande que abusa de sus vecinos más pequeños", dijo Obama en su último discurso como presidente de Estados Unidos, pronunciado ante unas 20 mil personas en Chicago.
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