
Marta Garde
Efe | LA PATRIA | París
Al menos cinco terroristas implicados en los seis atentados perpetrados anoche en París murieron en el operativo policial, informó el fiscal general, François Molins, quien elevó a 153 los muertos.
"Se trata de una cifra "a priori" que todavía tendrá que ser detallada", advirtió Molins.
El fiscal precisó que la investigación abierta en la Fiscalía de París pretende determinar lo sucedido, el perfil de los autores de los atentados, su recorrido y la existencia de posibles cómplices.
La cifra total de muertos, según los cálculos provisionales ofrecidos, podría sobrepasar los 150, la mayor parte de ellos en la sala de conciertos Bataclan.
En la calle Charonne hubo 18 muertos, 14 en los dos restaurantes atacados de la calle Alibert, 5 en un bar de Fontaine-au-Roi y uno en el bulevar Voltaire, mientras que el número de fallecidos en el Stade de France, donde se disputaba un amistoso entre las selecciones de Francia y Alemania, no fue facilitado por el momento.
El fiscal señaló que todavía es demasiado pronto para esclarecer los hechos, y apuntó que la investigación se ha iniciado por asesinatos en relación con una organización terrorista.
Gobiernos y dirigentes de varios países europeos junto con el presiente de los Estados Unidos, Barack Obama, se mostrados conmocionados por los atentados.
Una pesadilla
Todavía herida por los atentados yihadistas del pasado enero, París vivió anoche su peor pesadilla, el gran atentado masivo que temían el Gobierno y las fuerzas de seguridad, que se ha cobrado ya más de un centenar de vidas.
Se había convertido en un lugar común en las conversaciones entre franceses escuchar que el país aún esperaba "su propio 11-S", y, a solo dos semanas de acoger a la mayor parte de jefes de Estado mundiales en la cumbre del cambio climático, un número indeterminado de terroristas provocaron el pánico y el horror en las calles.
De forma casi simultánea, seis ataques golpearon la noche de la capital francesa, con sus bares y terrazas llenas de gente gracias a las suaves temperaturas.
En el este de la ciudad, junto al canal de Saint Martin, dos hombres a cara descubierta abrieron fuego con armas automáticas cerca de las 9:30 de la noche sobre los clientes del bar "Petite Cambodge".
"Al principio pensaba que un camión estaba descargando piedras. Luego que podría ser un petardo. Pero el ruido era muy potente y comenzó a alargarse demasiado como para pensar que era algo normal", explicó Leslie Guihard, testigo de uno de los primeros tiroteos.
Después continuaron su trágico recorrido disparando "a quemarropa" contra otros locales de ocio, como el bar "Bonne Biere", dijo el dueño de un café cercano.
Sala Bataclan
Pocos minutos más tarde, al menos dos hombres (se desconoce aún si se trata de los mismos) irrumpieron gritando "Alá es el más grande" en la sala de conciertos Bataclan, un lugar legendario de la escena musical parisina, y tomaron como rehenes a los espectadores presentes.
Poco después de la medianoche, se escucharon varias ráfagas de disparos y detonaciones dentro de la sala, así como gritos.
Los rehenes que lograron salir antes, alrededor de 40, fueron acogidos en un café cercano para prestar declaración ante la policía.
Según las primeras informaciones, al menos 70 personas perdieron la vida en el lugar, no lejos de la sede de la revista satírica "Charlie Hebdo", escenario en enero de la masacre que conmocionó a Francia.
Mientras esto sucedía, tres explosiones sacudieron las inmediaciones del Stade de France, donde se disputaba el encuentro amistoso entre Francia y Alemania.
Testigos relataron a Efe que 9:00 y 20 minutos más tarde se escucharon las fuertes detonaciones, que no impidieron que el partido continuase ni provocaron especial inquietud entre el público.
Esas explosiones dejaron varias víctimas mortales y heridos, y provocaron el cierre del estadio y la evacuación urgente del presidente del país, François Hollande, que asistía al encuentro.
La policía mantuvo cerrado el estadio hasta mucho después de finalizar el encuentro, cuando fue filtrando la salida de los espectadores a través de tres puertas.
Algunos de los presentes entonaban la Marsellesa en su salida.
Poco antes de convocar un consejo de ministros extraordinario a medianoche, Hollande compareció ante la nación para anunciar, casi al borde de las lágrimas, el estado de urgencia en todo el país y el cierre de las fronteras.
Las calles de París ya estaban para entonces tomadas por la policía, las líneas de metro clausuradas y los ciudadanos presa de un sentimiento entre el pánico y el estupor.
La pesadilla, esa amenaza nebulosa que muchos mencionaban pero nadie quería creer, se hizo real en la noche del viernes 13. París vivió su noche más oscura.
Testimonio
La sensación que experimento ahora, después de la terrible carnicería que provocaron este viernes los fanáticos yihadistas en pleno corazón de París, descrita por Ernest Hemingway como la ciudad de la fiesta, es la de una profunda náusea provocada por la certeza de que la guerra ha vuelto a estas calles de donde se había alejado hace siete décadas, cuando se liberó de la invasión nazi y empezó una larga era de paz y progreso y convivencia de gente de todos los orígenes y creencias.
París es una ciudad popular y en su barrios viven africanos, asiáticos, mediorientales, magrebíes, ibéricos, europeos del este, italianos, turcos, latinoamericanos, rusos, japoneses, australianos, indios, paquistaníes y franceses de todas las regiones. Es una ciudad de tolerancia republicana donde gente que ha llegado aquí desde hace tiempo huyendo de la pobreza o de las guerras ha podido educar a sus hijos y montar sus negocios gracias a una escuela gratuita y abierta y a las facilidades para montar pequeños negocios.
Ahí en esas zonas multirraciales llenas de jóvenes fiesteros y mestizos y gente de bien, estudiantes, maestros, trabajadores, que salen a divertirse los fines de semana, los terroristas yihadistas han sembrado el terror. En el salón Bataclán, donde centenares de personas escuchaban un concierto de rock, los degolladores de infieles del Ejército islamico quisieron repetir allí el espectáculo macabro que parcatican desde hace un tiempo en los teatros y las ruinas de Palmira. Ahí llegaron hoy (ayer) al grito de Alá Akbar y dejaron un reguero de sangre y más de cien cadáveres de gente inocente. Intentaron también hacer atentados suicidas en el gigantesco estadio de Francia, donde había un partido amistoso entre Francia y Alemania, que por fortuna no tuvo la amplitud sanguinaria que esperaban.
En enero nos vimos horrorizados por la masacre de Charlie Hebdo, donde murieron los mejores caricaturistas del país. Y a lo largo de estos meses muchos atentados fueron frustrados. Era asunto de tiempo y ahora por fin lo lograron. Pero esto es solo el comienzo de una era de incertidumbre para todos nosotros. Todos esos lugares ensangrentados situados en la zona popular de la ciudad por Bastille o République los conozco muy bien y los frecuento mucho en las tardes y las noches. Yo hubiera podido estar por ahí como tantas veces. Todos los habitantes de esta ciudad podríamos haber estado ahí. Esa es la terrible realidad. La guerra ha llegado a París y tal vez no se vaya en mucho tiempo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015