JAVIER ALBISU
EFE | LA PATRIA | PARÍS
El malestar de la población francesa con su Gobierno por la matanza de Niza, alentado desde la oposición con duras críticas a las medidas de seguridad, se cristalizó ayer en abucheos e insultos contra el primer ministro, Manuel Valls, durante el homenaje a las 84 víctimas mortales del ataque.
Si algunos ciudadanos ya abroncaron al convoy presidencial a su llegada el pasado viernes a esa ciudad mediterránea un día después de la tragedia, Valls tuvo que afrontar ayer un escalón más en el nivel de disgusto ciudadano en el tercer y último día de luto nacional decretado tras el atentado.
Entre abucheos y silbidos, algunas de las 42 mil personas congregadas para el homenaje oficial en el paseo de los Ingleses, donde el tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlel arrolló a cientos de personas con un camión frigorífico de 19 toneladas, le gritaron al primer ministro "asesino", "dimisión" o "cabrón", mientras Valls se mostraba imperturbable.
"Los silbidos y los insultos son indignos en una ceremonia de recogimiento y de homenaje a las víctimas", declaró el jefe del Ejecutivo francés.
Destacó que es momento de preservar la unidad nacional y no crear "división y odio".
Por imperativo institucional, compartió el minuto de silencio junto a Valls el exalcalde de Niza y actual presidente de esa región, el conservador Christian Estrosi, erigido en adalid de la ofensiva política contra el dispositivo de seguridad desplegado el día 14, fiesta nacional francesa.
"La noche del 14 de julio, la presencia policial y militar era insuficiente", había lanzado Estrosi en una de sus muchas embestidas contra el Gobierno, que desplegó 64 policías nacionales, 42 policías locales y 120 militares para patrullar el paseo atacado en Niza.
Histórico descontento
No se había vivido un incidente de ese tipo tras ninguno de los otros atentados en Francia en los últimos 18 meses, como el ataque yihadista a la revista Charlie Hebdo y un supermercado judío de París en enero del 2015 o en los atentados simultáneos del pasado 13 de noviembre en la capital.
Ni tampoco había ocurrido en tragedias anteriores al quinquenio presidencial de François Hollande, como la que protagonizó en 2012 el "lobo solitario" que mató a siete personas en Toulouse y sus alrededores en nombre del grupo terrorista Al Qaeda, cuando el conservador Nicolas Sarkozy ocupaba la jefatura del Estado.
El descontento de los franceses con el gobierno es tal que siete de cada 10 desconfían de la política antiterrorista de Hollande y de su Gobierno, según un sondeo del instituto demoscópico Ifop para Le Figaro, que muestra que solo un 33% respalda su estrategia.
A falta de menos de un año para las elecciones presidenciales en Francia, la extrema derecha ha aprovechado ese clima de falta de confianza en el Ejecutivo y los insultos y abucheos al primer ministro en Niza para asegurar que los franceses reclaman ya la dimisión del Gobierno.
El tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlel, autor de la masacre, tenía en su ordenador imágenes de crímenes perpetrados por el Estado Islámico (EI), así como fotos de líderes yihadistas como Osama bin Laden o Moctar Belmoctar. No se ha encontrado ninguna prueba de que hubiese jurado lealtad al EI ni que tuviese contacto con algún miembro.
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