GEOVANNY MARTÍNEZ
LA PATRIA | MANIZALES
“Escoger entre el mal y el peor”, así resume Olga Johnson Feliu, abogada y excandidata al Congreso por Avanza País, la decisión que tienen que tomar hoy los peruanos en las urnas en los comicios presidenciales. Deben elegir entre dos extremos representados por Keiko Fujimori (derecha) y Pedro Castillo (izquierda).
Fujimori encarna las malas costumbres de la política en Perú, heredadas de su padre, Alberto (1990-2000), quien instaló el país en un sumidero de prácticas corruptas del que todavía no sale. Está acusada de organización criminal y lavado de activos, delitos por los que la Fiscalía pide 30 años de prisión y se encuentra ad portas de un juicio que solo evitará si accede a la Presidencia y obtiene inmunidad legal. Además es la responsable de la crisis institucional y política que vivió Perú durante los últimos cinco años fruto de la labor desestabilizadora y obstruccionista que su partido Fuerza Popular hizo desde el Congreso. Es la tercera vez que llega a la segunda vuelta después del 2011 y 2016.
Su rival es un docente rural, gestor de una huelga del sector educativo que en 2017 puso en jaque al Gobierno de Pedro Pablo Kuczynsky. Castillo propone la derogación de la Constitución vigente desde 1993, creada por Alberto Fujimori y abiertamente neoliberal, y la creación de otra donde el Estado tenga mayor cabida como proveedor de servicios e impulsor de la economía. El cambio constitucional es legalmente posible, pero complicado de conseguir, y Castillo no aclara como va a lograrlo salvo indicando que será “el pueblo” el que lo haga. Plantea la “nacionalización” del sector minero y energético y la “limitación de importaciones”. Su partido político Perú Libre es “marxista leninista” por eso Keiko llama a votar no por ella sino contra el “comunismo”, mientras que él invita a sufragar contra la “corrupción” que representa ella.
Análisis
¿Pero cómo llegó Perú a este escenario político?, la respuesta que entrega Johnson Feliu es el ausentismo en los comicios del 11 abril de este año, que fue del 26,1%, el más alto en los últimos 20 años, subió 9 puntos porcentuales en comparación con la primera vuelta de las presidenciales del 2016 que fue del 17,1%. También señala la falta de consensos entre los 18 candidatos, lo que fragmentó el voto. “Este domingo se juega la lucha de nuestra democracia, nosotros tenemos que tener claro que votar es importantísimo, en las elecciones pasadas tuvimos un ausentismo muy grande de votantes y lamentablemente son estas personas las que dicen yo no vote y ahora estas son las consecuencias”, reflexiona la abogada Johnson Feliu.
Rogelio Scott, psicólogo y candidato a doctor en Antropología por la Universidad de Cornell en EE.UU., dice que esta situación en cierta medida se veía venir porque desde las elecciones del 2001 los candidatos que han ganado lo hicieron con la promesa de cambiar el modelo económico y social instaurado por el padre de Keiko.
“Se habla de tres cuestiones, la primera el subempleo, la población está harta de las políticas de flexibilización laboral de la época de Fujimori, los regímenes de trabajo por honorarios sin contratos estables. La segunda es el uso y manejo de la riqueza y de los recursos naturales del país en particular que el ciudadano considera que los recursos deben ser para los peruanos y eso no está sucediendo y permanentemente estamos viendo como en otros países de la región hay muchos más beneficios para las arcas del Estado en términos de tributación de las multinacionales, tributación en los hidrocarburos, que también hay un proceso de redistribución mucho más efectivo no solo de los ingresos que llegan al Estado sino también de redistribución de estos recursos para la población, el mejor ejemplo es el gas, una de las promesas que más movió a la población para votar en el 2006 y en el 2011 debido a que el 90% de las cocinas peruanas funcionan a gas y pagan uno de los precios más altos en la región por galón de gas siendo el yacimiento de Camisea de los mas grandes del continente y la tercera razón por la que se llegó aquí es por el hartazgo de las promesas incumplidas, debido a que tenemos en enquistada en nuestra democracia una tecnocracia permutativa, entre las oficinas del Estado y las privadas donde se negocian las políticas públicas en total coordinación con el sector corporativo”, explica Scott.
Sin embargo Keiko que representa lo anterior está cerca de ganar, gracias al empresario, al nostálgico de la mano dura de su padre, al liberal a ultranza y al votante de derecha que le había dado la espalda y vuelve a ella asustado por el “comunismo” que representa Castillo. Tanto así que Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, hasta ahora acérrimo enemigo del fujimorismo desde hace 30 años, cuando perdió frente a Fujimori las elecciones de 1990, va a votar por ella.
Scott explica que los políticos peruanos de derecha lograron caracterizar como “comunismo” cualquier intento de ensanchar el Estado o intervención del Estado en la economía, por ejemplo la regularización de los medicamentos, anteponiendo la noción de libertad económica. “La noción de ‘comunismo’ tiene antecedentes en la lucha insurgente contra el grupo maoísta Sendero Luminoso y el marxista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru que se dio durante el conflicto armado interno (1980-2000), esa experiencia histórica ha calado en un anticomunismo, impulsado por los grupos de cabildeo conservadores, iglesias evangélicas y grupos católicos de extrema derecha generando miedo entre los votantes”, concluye el psicólogo y analista político.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015