EFE | LA PATRIA | Bagdad
La ofensiva sobre el norte de Irak de los insurgentes suníes, encabezados por el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), cobró ayer un nuevo impulso con su entrada en Tikrit, capital de la provincia de Salahedín, que los acerca a apenas un centenar de kilómetros de Bagdad.
El Ejército iraquí, que bombardea con cazas las zonas controladas por los rebeldes en Salahedín, parece por el momento incapaz de frenar a los rebeldes.
Tras hacerse ayer con el control de la segunda ciudad de Irak, Mosul, grupos yihadistas lograron irrumpir en Tikrit, cuna del difunto dictador Sadam Husein, donde, tras hacerse con varios barrios e instalaciones gubernamentales, se mantienen duros enfrentamientos.
El primer ministro, Nuri al Maliki, que ha pedido al Parlamento decretar el estado de emergencia, aseguró ayer en un discurso que podrán hacer frente a la insurgencia "sin ayuda de nadie", pero al mismo tiempo instó a la población civil a tomar las armas para recomponer las maltrechas fuerzas gubernamentales.
La desbandada de oficiales y altos cargos que se produjo ayer en Mosul y la provincia de Nínive llevó a Al Maliki a hablar de una "conspiración" contra su gobierno.
Por contra, el EIIL, envalentonado por sus últimas conquistas, proclamó que mantendrán su avance sobre otras zonas del país.
El colapso de las fuerzas de seguridad ha llevado a jóvenes de Mosul a formar desde ayer comités populares en algunos barrios para proteger las propiedades privadas de los saqueos.
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