Gemma Casadevall
EFE | LA PATRIA | Berlín
La canciller Angela Merkel y su rival socialdemócrata, Peer Steinbrück, pugnan desde fórmulas dispares por dirigir Alemania, la potencia europea que la líder conservadora defiende como un oasis de estabilidad y a la que el aspirante ve inmersa en una espiral de precariedad.
La defensa de la austeridad de Merkel frente a lo que Steinbrück califica de "retorno a la justicia social". Estos son los términos más repetidos por uno y otro líder a lo largo de la campaña electoral que culmina hoy con las elecciones.
La canciller y su rival parecen querer pasar por alto que compartieron gobierno en la primera legislatura de Merkel -de 2005 a 2009, con Steinbrück como ministro de Finanzas- y que algunos de esos factores que blindaron a Alemania frente la crisis fueron tejidos entre ambas grandes formaciones.
De aliados pasaron a rivales en campaña, lo que nunca es fácil, máxime cuando tampoco se descarta que, si así lo manda la aritmética electoral, puedan verse abocados a otra gran coalición.
Los perfiles
Steinbrück, político moderado
Inteligente, pero con escaso carisma; orador agudo, aunque propenso a los deslices; competente si bien distante para el votante medio. Así es Peer Steinbrück, el candidato socialdemócrata alemán a las elecciones de hoy.
El cabeza de cartel del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), de 65 años, es un político moderado y curtido que afronta el reto de su carrera -desbancar a Angela Merkel de la Cancillería- con una mezcla de laboriosa disciplina y valentía casi arrogante que, según los sondeos, no convence a la ciudadanía... y tampoco a ciertos sectores de su formación.
"Las elecciones no se ganan solo con popularidad, sino también con capacidad", responde Steinbrück, esgrimiendo su carácter afilado y defendiendo su aproximación a la contienda.
Metódico y disciplinado, como el concienzudo ajedrecista y constructor de modelos de barcos que es, este economista ha planteado una campaña profundamente ideológica y quizá algo desconectada de la calle, como él mismo, mientras que Merkel ha apostado por valores, sensaciones y su propia personalidad.
El programa, pensando para capturar al elector de izquierdas desencantado por el viraje al centro del SPD en la última década, ha pillado en ciertos aspectos a contrapie a Steinbrück, que representa al ala más liberal de su partido.
Frente a eso, el candidato ha recurrido a sus mayores bazas, entre las que destaca -ahí están de acuerdo sus fieles y detractores- su capacidad retórica, inteligente y mordaz, capaz de encandilar a su bancada en el Bundestag (cámara baja) y arrancar una sonrisa a sus contrarios.
La velocidad con que hila cifras y argumentos le han convertido en un codiciado tertuliano en foros económicos, algo que también se ha vuelto contra su campaña, ya que es el diputado con mayores honorarios externos.
A veces, no obstante, a su mayor virtud le ha faltado el control diplomático que se presupone en un candidato a la Cancillería, como cuando afirmó que los jefes de gobierno en Alemania no cobran mucho o cuando decidió posar con el dedo corazón en alto.
Steinbrück presume entonces de franqueza y por eso no ha dudado en repetir durante la campaña, por ejemplo, que persigue subir "algunos impuestos" a "algunas personas", pese a lo impopular de esta medida.
Su intención, machaconamente explicitada, es acceder al gobierno en una coalición con Los Verdes, pese a que esta combinación no suma los votos necesarios según ninguna encuesta.
Con una coherencia casi suicida, Steinbrück ha descartado abiertamente asociarse con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel en una "gran coalición" o formar un tripartito que incluya a La Izquierda, las dos opciones más viables para su formación.
Angela Merkel, canciller de hierro
La canciller Angela Merkel aspira a su reelección para un tercer mandato, ocho años después de llegar al poder como una líder atípica y convertida ahora en arquetipo de la sangre fría y el dominio absoluto, a escala alemana e internacional.
A Merkel la recuerdan muchos de sus compatriotas con el rostro helado la noche del 18 de septiembre del 2005, en la que su Unión Cristianodemócrata (CDU) se impuso por la mínima al Partido Socialdemócrata (SPD) del entonces canciller Gerhard Schröder.
Mientras ella admitía su decepción por esa flaca ventaja, un Schröder eufórico como un boxeador sobre el ring reclamaba para sí el triunfo -reacción que luego él mismo calificó de "poco óptima"-.
En esa Merkel estaba ya el sello de la "canciller de hierro" o "canciller teflón", como se la apoda porque todo le resbala, que en tiempo récord pasó de neófita a ejercer su dominio en las cumbres de la UE y del G8.
El inicio de su "reinado" -una reciente portada de "Der Spiegel" la transmutaba en "Angela la Grande"- fue atípico, como muchos aspectos biográficos de una científica que llegó a la política de modo accidental, aunque, una vez ahí, nada la ha apartado de su rumbo.
Un mes después de esa noche aciaga para Schröder, hizo historia por partida doble: se convirtió en la primera mujer y el primer político crecido en la Alemania comunista que juraba el cargo de canciller de la potencia europea.
De pronto Alemania quedó representada por alguien a quien Helmut Kohl descubrió en la cantera de jóvenes talentos surgidos del otro lado del Muro de Berlín y a la que denominó su "muchacha del este".
Entre su descubrimiento por el entonces canciller y su llegada al poder hay una fecha fundamental: el 22 de diciembre de 1999, cuando llamó a la CDU a "emanciparse" de la sombra de Kohl, su mentor.
Merkel era entonces secretaria general de la CDU, formación que había quedado apeada del poder un año atrás y que estaba hundida en un escándalo de financiación irregular en la llamada "era Kohl".
Con esa llamada a pasar página, Merkel se convirtió poco después en presidenta de la CDU, aprovechando que ninguno de los barones parecía interesado en asumir sus riendas en horas bajas.
Fue el momento clave para la "muchacha del este", que vino al mundo en Hamburgo en 1954 como Angela Dorothea Kassner, la hija de un pastor protestante que se fue a servir a una parroquia de pueblo de la República Democrática Alemana (RDA).
Alemania, en datos
*Situación: Ubicada en el corazón de Europa, Alemania comparte fronteras con Dinamarca, al norte; con Suiza y Austria, al sur; al oeste, con Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia, y al este, con la República Checa y Polonia. Tiene salida al mar del Norte y al Báltico.
*Superficie: 357.050 kilómetros cuadrados.
*Población: 80,2 millones de habitantes (censo del 2011).
*Capital: Berlín. Bonn fue la sede del Gobierno federal y del Parlamento desde 1949 hasta septiembre de 1999.
*Religión: El 30,9 por ciento de los alemanes se declara católico y el 30,3 protestante, lo que implica que pagan impuestos a sus respectivas iglesias. El resto de la población, un 38,7 por ciento, declara otra religión o que no profesa ninguna.
*Presidente: Joachim Gauck, desde el 19 de junio del 2012.
*Canciller: Angela Merkel, desde el 22 de noviembre de 2005. Es el séptimo canciller federal y la primera mujer que ocupa este puesto.
*Economía: La moneda del país fue el marco alemán hasta el 1 de enero de 2002, fecha en la que se implantó el euro.
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