BERNARDO SUÁREZ INDART
EFE | LA PATRIA | MOSCÚ
La anunciada cumbre de mañana entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, es una cita que el Kremlin espera desde hace cuatro años para ganar protagonismo en un gran reto de la seguridad global: la desnuclearización de la península de Corea.
Kim hizo un feo a Moscú en mayo del 2015 cuando rehúso aceptar una invitación a Moscú para participar en los festejos del 70 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi. El año pasado, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, le volvió a invitar a Rusia en su visita a Piongyang, una reunión que ahora se materializa.
El Kremlin ha sido respetuoso del clásico hermetismo norcoreano y no ha dado detalles de la visita de Kim debido a “consideraciones de seguridad”.
El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, se ha limitado a señalar que los dos líderes abordarán la desnuclearización de la península coreana, las relaciones bilaterales y la cooperación regional.
Se espera que toda la atención de las conversaciones entre Putin y Kim en Vladivostok se centren en el problema de la desnuclearización, en el que Moscú, Pionyang y también Pekín hacen frente común en lo que se refiere al método para lograr ese fin.
Mientras que EEUU quiere que Pionyang elimine sus programas nuclear, de misiles y de armas químicas y biológicas antes de ofrecer concesiones a Kim, Rusia aboga por concederle garantías de seguridad y medidas de reciprocidad a cambio de la desnuclearización.
En Moscú no esperan grandes avances hacia la desnuclearización de la península coreana. “En primer lugar, Kim Jong-un ha fortalecido sus posiciones tanto en el interior de su país como en el ámbito internacional”, advierte el vicepresidente del Consejo de Asuntos Internacionales y exembajador ruso en Corea del Sur, Gleb Ivashéntsov.
La consolidación del tercero de la dinastía comunista de los Kim, se debe, en opinión del experto, a que “le ha demostrado a su pueblo que ha logrado más que su padre (Kim Jong-Il y su abuelo (Kim Il-sung). Sentó al mayor imperialista del mundo a la mesa de negociaciones y lo obligó a conversar”.
Según Iváshentsov, si Kim ha fortalecido sus posiciones, las de Trump no son envidiables, pues cuesta imaginar que al líder norcoreano le convenga cerrar un acuerdo a largo plazo con el jefe de la Casa Blanca, que, con casi toda seguridad, no contaría con el apoyo de Congreso estadounidense.
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