EFE | LA PATRIA | MANAGUA
La Iglesia Católica medió ayer en la ciudad de Masaya, entre las zonas más castigadas por la violenta crisis política que azota a Nicaragua, que ha acabado con la vida de 200 personas, y la Policía Nacional se comprometió a detener las acciones armadas en ese lugar.
Una comitiva de la Iglesia, presidida por el cardenal Leopoldo Brenes, abandonó una Jornada de Oración por el país que celebraban en la Catedral de Managua para trasladarse a Masaya, ciudad que se declaró el pasado 18 de junio "territorio libre del dictador", en referencia al presidente Daniel Ortega, y donde fuerzas combinadas del Gobierno habían iniciado una ofensiva armada.
"Hemos hablado por más de una hora con el comisionado Ramón Avellán, jefe de la Policía de Masaya, y se ha comprometido con detener los ataques", afirmó Brenes, también presidente de la Conferencia Episcopal, al salir del encuentro ante una muchedumbre que salió a las calles, se arrodilló y los vitoreó.
Antes de la presencia de la Iglesia, el secretario ejecutivo de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), Álvaro Leiva, dijo que los ataques de las llamadas fuerzas combinadas, entre policías, "parapolicías", "paramilitares" y grupos de choque, estaban ocurriendo en Monimbó desde todos los flancos.
"¡Que el mundo lo sepa! El Gobierno de Nicaragua se prepara con antimotines y paramilitares para perpetrar otra masacre en el indefenso barrio indígena de Monimbó, Masaya", escribió más temprano en Twitter el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, que junto al nuevo nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag y otros 30 sacerdotes encabezaron la caravana de 28 kilómetros hacia Masaya.
Fue la segunda vez en las últimas 48 horas que Báez, un crítico del Gobierno, advirtió de un ataque similar a Masaya, de donde es originario, ya que el martes pasado hizo lo mismo y, junto con el cardenal Brenes y otros obispos, pidió al presidente Ortega evitar la "masacre", sin ser escuchados, lo que dejó un saldo de 6 muertos y 30 heridos, según organizaciones humanitarias.
Nicaragua cumplió ayer 65 días desde que se inició la crisis sociopolítica más sangrienta desde la década de 1980, con Daniel Ortega también como presidente, y que ha acabado con la vida de al menos 200 personas.
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