El multitudinario funeral del jefe de la Inteligencia libanesa, general Wisam al Hasan, víctima de un atentado el pasado viernes, terminó ayer en enfrentamientos entre la policía y los manifestantes cerca de la sede del Gobierno en Beirut, la capital del país.
Desde el mediodía, decenas de miles de personas comenzaron a congregarse en la Plaza de los Mártires, junto a la mezquita Amin y el mausoleo de Rafic Hariri, el exprimer ministro muerto en un atentado en 2005, donde fueron enterrados Al Hasan y su chofer.
El ataúd del responsable de la inteligencia, envuelto en una bandera libanesa, fue llevado en hombros por sus compañeros de las fuerzas de seguridad hasta el interior del templo, ante la mirada de los líderes políticos libaneses que acudieron.
En un discurso durante las exequias, el exprimer ministro y jefe del grupo opositor Futuro, Fuad Siniora, pidió la dimisión del primer ministro libanés, Nayib Mikati.
Siniora acusó a Mikati de ser responsable de la muerte de Al Hasan en el atentado en el que murieron otras dos personas y 126 resultaron heridas.
"No podemos aceptar más la cobertura política de los asesinos. Queremos un gobierno que proteja a los libaneses y no solo a una parte de ellos", subrayó.
Los ofendidos
Nada más acabar el funeral, un grupo de jóvenes se dirigió a la cercana sede del Gobierno con la intención de irrumpir en ella para exigir la dimisión de Mikati, quien dejó en el aire esta decisión.
La policía utilizó gases lacrimógenos, chorros de agua y disparos al aire para dispersar a los manifestantes, que respondieron lanzando piedras.
Los choques acabaron amainando sin que los manifestantes lograran su propósito, en unos disturbios que dejaron varios heridos de ambos bandos, según los medios de comunicación libaneses.
De acuerdo con fuentes gubernamentales, entre los heridos figuran 15 miembros de la fuerzas de seguridad.
Frente a esa situación, el jefe de la oposición, Saad Hariri, hijo de Rafic, de quien Al Hasan era un estrecho colaborador, instó a los manifestantes a regresar a sus casas, aunque algunos decidieron quedarse en el lugar e instalaron tiendas de campaña.
"Lo sucedido es inaceptable. No honramos al general Al Hasan con actos de violencia", afirmó, un llamamiento al que se sumaron Siniora y el jefe de Fuerzas Libanesas, Samir Geagea.
El ambiente ya estaba caldeado en la misma Plaza de los Mártires, donde los asistentes enarbolaban banderas libanesas, de los grupos políticos Futuro y Fuerzas Libanesas, así como la enseña de la rebelión siria.
"Mikati fuera", "Basta ya", "Libertad para siempre" o "La sangre de Achrafieh (barrio donde se produjo el atentado contra Al Hasan) tiene el color de la libertad", eran algunas consignas escritas en las pancartas.
Los presentes también enarbolaron fotos de Al Hasan y de Rafic Hariri, otras de Mikati con el lema "Vete" y una en la que se veía al primer ministro junto al jefe del grupo chií Hizbulá, el jeque Hasan Nasralá, con la inscripción "Tenéis sangre en las manos".
La estudiante universitaria Lin Abdelnur, sin afiliación política, dijo a Efe que su presencia en las exequias fue para pedir el fin de "los asesinatos y los actos terroristas".
"Quiero vivir en un país que sea libre y donde cada uno pueda expresar sus opiniones a pesar de las divisiones", subrayó, en alusión a la inestable situación del Líbano, fracturado entre confesiones y entre partidarios y detractores del régimen sirio.
En este sentido, Eblin Nasara, otra asistente al funeral, explicó a Efe que quiere que la opinión mundial sepa que "todo lo malo que sucede en el país está cocinado en el extranjero". "El pueblo libanés rechaza la violencia, solo quiere vivir en paz", afirmó Nasara, quien reconoció que el Líbano se encuentra en una "encrucijada".
Contagio de la crisis siria
La amenaza de un contagio de la crisis siria planea sobre este país desde hace meses, y estos temores se han incrementado tras el asesinato del jefe de la Inteligencia libanesa, general Wisam Al Hasan, quien destapó varias tramas de atentados contra personalidades antisirias.
Una de esas tramas es el caso del exministro libanés Michel Samaha y el jefe de la Seguridad siria, Ali Mamluk, acusados en agosto pasado por la Justicia libanesa de planificar atentados contra líderes políticos y religiosos en el Líbano.
Antes del funeral, se celebró una ceremonia militar durante la cual el presidente Michel Suleiman otorgó a título póstumo a Al Hasan la insignia de la Orden Nacional del Cedro. "Su asesinato está dirigido contra el Estado libanés y, por ello, todas las instituciones de seguridad, políticas y judiciales deben unirse para salvaguardar al Líbano", dijo Suleiman.
Entretanto, carreteras y rutas siguen bloqueadas en varias zonas del país por grupos de manifestantes y se han registrado incidentes en la ciudad septentrional de Trípoli, escenario frecuente de disturbios.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015