María Sanz
EFE | LA PATRIA | Asunción
Innovador en tantas cosas, Francisco quiso sentar cátedra en su estancia en Asunción y hoy se convirtió en el primer papa en adentrarse en los "Bañados", el cinturón de pobreza donde miles de paraguayos viven en precarias viviendas y a merced de las inundaciones del río Paraguay.
El lugar escogido por el papa fue el Bañado Norte, que junto a su gemelo, el Bañado Sur, compone una vecindad de unos 100.000 habitantes a quienes apenas llegan los servicios básicos del Estado o de la propia municipalidad capitalina.
De ahí que, pese a que la llegada del papa fue anunciada hace más de un mes, los bañadenses no se acabaran de creer que Francisco estuviera con ellos para interesarse por la áspera realidad de esos suburbios de barro y empedrado.
"No podíamos creer que el papa iba a estar junto a nuestra casa, fue mucha emoción", dijo a Efe Esteban Guarié en el porche de su casa, cercana a la capilla de San Juan, que fue visitada por el pontífice.
Junto a Guarié, centenares de personas esperaban exultantes al papa, quien pudo escuchar de los bañadenses la situación de marginalidad y de injusticia social que impera en esos barrios, que además son los más afectados por las periódicas inundaciones del río Paraguay.
Así, María García, designada por las organizaciones sociales de los Bañados como portavoz ante el papa, expuso de forma torrencial esas denuncias ante la mirada de Francisco y del sacerdote español Francisco Oliva, uno de los referentes de la lucha social en Paraguay, donde está afincado desde hace décadas.
García extendió además su crítica a los planes de especulación inmobiliaria de la intendencia de Asunción "con proyectos que no son para favorecer a los bañadenses y que apuntan a desplazarles".
En concreto, criticó el proyecto de construcción de una avenida Costanera, que podría desalojar a los bañadenses de sus barrios y privarles de su "derecho a la ciudad", que es un "derecho humano".
"El Estado no se ocupa de nosotros ni nos mira con buenos ojos, no nos ve como sujetos de derecho", resaltó García, quien dijo que es la Iglesia la que puede revertir la situación ante el abandono de las autoridades.
"Usted viene impulsando la lucha por la dignificación de los pobres", dijo García.
Entre los bañadenses que se agolparon en la pequeña cancha junto a la capilla para ver al papa, se podían leer algunas pancartas que reclamaban saber "¿Qué pasó en Curuguaty?", en alusión a la matanza en 2012 de once campesinos y seis policías, cuyo juicio comenzará en las próximas semanas.
La otra representante vecinal del Bañado que habló ante el papa, Angélica Viveros, se refirió a los campesinos acusados de las muertes en la masacre como "compañeros que van a ser condenados de manera injusta".
Las reivindicaciones ya se escucharon la noche anterior a la visita del papa, cuando los vecinos se concentraron en el lugar en una vigilia acompañada de música cristiana y folclore paraguayo.
"Aquí hoy no duerme nadie ¡Queremos ver al papa!", gritaba eufórico el cantante de uno de los grupos que pasaron por el escenario donde horas más tarde el pontífice impartió su bendición a los asistentes.
Los vecinos parecen aguardar a que la visita del papa consiga una respuesta en las autoridades para solucionar de forma definitiva el caos que provocan las inundaciones, y lograr que se les respete como ciudadanos con derechos.
Enriqueta Romero, vecina del Bañado Norte, dijo a Efe que esa presencia de Francisco puede "tocar el corazón de los gobernantes" para que se ocupen de "la pobreza que muchas veces no ven" en estos barrios ribereños.
El papa, quien fue recibido al grito de "Francisco, querido, el Bañado está contigo", no dio recetas mágicas a los vecinos, aunque disparó contra aquellos que se escudan en la religión y no se preocupan de lo que ocurre en los barrios marginales, un comportamiento al que llamó "fe no solidaria" y "mentirosa".
"Puedes ir a misa de los domingos, pero si no tienes corazón solidario, si no sabes lo que pasa en tu pueblo (la fe) o está enferma o está muerta", dijo el papaa los reunidos.
Sean más o menos católicos, Francisco dio a todos un halo de esperanza con el solo hecho de presentarse en el Bañado esta mañana de domingo, el día en que todo un papa se embarró en el Asunción que no se ve en las postales.
Más hospitalidad
El papa Francisco instó hoy a los fieles a la "hospitalidad", en la misa que celebró en "Ñu Guazu", una base militar en Asunción, y en la que se congregaron más de medio millón de personas, en el que es el último día del viaje por Latinoamérica.
En la enorme explanada de esta zona militar, ante un espectacular retablo elaborado con miles de semillas y mazorcas, un tributo a la cultura guaraní, Francisco se dejó inspirar para su homilía por la palabra "hospitalidad", de la que habló la lectura de hoy.
Hospitalidad, dijo, "es una de las características fundamentales de la comunidad creyente" y agregó que "el cristiano es quien aprendió a hospedar, a alojar", aseguró.
Respecto a esto, lamentó que a veces la "misión, la evangelización" de la Iglesia "se base en proyectos y programas" y "se entienda en torno a miles de estrategias, tácticas, maniobras, artimañas, buscando que las personas se conviertan en base a nuestros argumentos".
Para Francisco evangelizar, no es convencer con argumentos o estrategias sino "aprendiendo a alojar".
El papa habló de una Iglesia que debe ser "una madre de corazón abierto y que sepa acoger, recibir, especialmente a quien tiene necesidad de mayor cuidado, que está en mayor dificultad".
Así como, el pontífice dijo que la Iglesia debe mostrar "hospitalidad" con el hambriento, el perseguido o el desempleado, pero también "con el que no piensa como nosotros, con el que no tiene fe o la ha perdido" y a "las culturas diferentes"
También se refirió a la soledad "como otro de los males que hacen mucho daño, y que va haciendo nido en nuestro corazón y comiendo nuestra vitalidad".
"Dios nunca cierra los horizontes", señaló a los fieles, y agregó que "nunca es pasivo a la vida y al sufrimiento de sus hijos y siempre tiene atención "para tantas situaciones de exclusión, disgregación, encierro, de aislamiento".
Es cierto, consideró, "que no podemos obligar a nadie a recibirnos, a hospedarnos", pero también es cierto "que nadie puede obligarnos a no ser acogedores, hospederos de la vida de nuestro pueblo.
"Qué lindo es imaginarnos nuestras parroquias, comunidades, capillas, lugares donde están los cristianos, como verdaderas centros de encuentro entre nosotros y con Dios", expresó.
A pesar de que en estos días donde la lluvia ha convertido en un lodazal esta explanada, más de medio millón de personas pasaron toda la noche para poder asistir a la misa y música y oraciones amenizaron la espera durante toda la madrugada.
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