Fernando Arroyo León
EFE | LA PATRIA | QUITO
Francisco ya no es solo el papa argentino, también se ha convertido en un representante icónico de América Latina, una región que le ha acogido como el santo padre de todos sus pueblos y en un símbolo de la esperanza y unidad que requieren sus naciones.
Ese fue el criterio de varios fieles extranjeros que acudieron ayer a la multitudinaria misa campal que el papa ofreció en Quito, en el tercer día de su visita a Ecuador que se extenderá hasta hoy, cuando parta a Bolivia y Paraguay, los otros dos destinos de una corta gira por Suramérica.
El sumo pontífice congregó ayer en la capital ecuatoriana a cerca de un millón de personas en el parque Bicentenario, en la zona centro-norte de la ciudad, que se inundó con ríos de gente que acudieron al llamado de la Iglesia católica desde todos los puntos cardinales.
En medio de la muchedumbre fervorosa, banderas de varios países latinoamericanos se confundían con las ecuatorianas y las del Vaticano, que portaban los fieles para homenajear al jefe del Estado pontificio.
Cubanos católicos llegados a Quito no solo blandían con orgullo la bandera de su país, sino que en la misma asta habían fijado otras de Argentina y México, que identificaban a un grupo ecuménico que había llegado a los Andes de Ecuador para escuchar a Francisco en su primera visita a países suramericanos de habla hispana.
"No importa la distancia, lo importante es escucharlo y estar junto a él. Es nuestro", señaló el cubano que pudo ubicarse a unos 150 metros del templete construido en el parque Bicentenario, desde el cual el papa ofreció misa.
Ángeles es una joven colombiana de la ciudad de Ipiales, en el departamento de Nariño, que cruzó la cercana línea de frontera con Ecuador para viajar hasta Quito y ver al sumo pontífice.
"Venimos desde Colombia para ver a nuestro santo padre, porque también es colombiano", dijo.
La joven indicó: "sería una bendición que el papa visite nuestro país", justo ahora que el Gobierno y la guerrilla de las Farc negocian un acuerdo de paz tras más de medio siglo de confrontación armada.
"Lo necesitamos ahora que estamos buscando la paz", agregó Ángeles, quien viajó junto a uno grupo católico de la vecina ciudad ecuatoriana de Tulcán, con la que guarda un hermanamiento estrecho.
Su grupo, incluso, ha confeccionado una tela en la que se mostraban con nitidez el nombre de las dos ciudades, sobre el fondo tricolor que comparten las banderas de sus respectivos países.
Mónica Solis vino a Quito desde Santiago también para ver a Francisco y con una banderita de Chile, en lo alto, coreó las canciones religiosas que son comunes para los feligreses latinoamericanos.
"Claro que lo esperamos por allá", en Chile, quizá "pronto", aseguró Mónica, que denota en la actitud del pontífice argentino un aire de "familiaridad" y cercanía.
Cuando vaya a la tierra araucana también se le recibirá con alegría, dijo la mujer chilena, quien piensa en la posibilidad de seguir al papa Francisco en Bolivia y Paraguay. "Cualquier sacrificio vale la pena", apostilló.
Tampoco pasaron inadvertidos los grupos peruanos, que a menudo flameaban las banderas rojiblancas, adornadas con motivos de la visita de Francisco a Ecuador. Asimismo figuraron las de Venezuela, Honduras, El Salvador y Guatemala, entre otras.
Destacado
El sumo pontífice, que llegó a Quito el pasado domingo, partirá hoy por la tarde a Bolivia y luego estará en Paraguay, la última escala de la gira.
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