ANTONIO SÁNCHEZ SOLÍS
EFE | LA PATRIA | VIENA
La formación en Austria de un Gobierno entre democristianos y extremistas de derechas, el nombramiento como primer ministro checo de un magnate populista investigado por corrupción, y los constantes roces judiciales entre la UE y Hungría confirman el giro de Europa Central hacia posturas euroescépticas.
El origen de este viraje hacia la derecha populista y crítica con la Unión Europea (UE) ha sido la crisis migratoria registrada entre 2015 y 2016.
Entonces, cientos de miles de personas llegaron a Europa Central cruzando los Balcanes occidentales en su huida de las guerras y la miseria en Oriente Medio y Asia Central.
Su llegada y los desafíos relacionados con su integración se han convertido en el principal tema para las fuerzas políticas conservadoras y populistas de la región.
Mientras que Austria acogió a unos 150 mil inmigrantes, otros países, como Hungría, la República Checa, Polonia y Eslovaquia se negaron al reparto comunitario de refugiados y a su acogida, alegando razones de soberanía nacional.
Sin embargo, con el triunfo electoral en octubre del Partido Popular de Austria (ÖVP) con un discurso centrado en la inmigración y su pacto de Gobierno con el xenófobo partido FPÖ, estos cuatro países parecen contar ahora con un nuevo aliado a nivel europeo.
Sebastian Kurz, el flamante canciller austríaco, no ha dudado en criticar el sistema de reparto de refugiados y en anunciar que abogará por "por cambiar esa equivocada política".
Pero la Comisión Europea ha abierto un procedimiento jurídico de infracción contra la República Checa, Hungría y Polonia por no participar en el sistema de reparto de refugiados.
Aunque el FPÖ se ha quedado con el Ministerio de Asuntos Exteriores e Integración, Kurz ha dejado bajo su control la agenda europea, en una aparente "medida de seguridad" para que sus socios euroescépticos no creen problemas durante la presidencia de turno de la UE que Austria asume en julio del 2018.
"Estando al lado del ÖVP, el FPÖ no podrá causar daños en la política europea, aunque es evidente que se orientan hacia los Estados y los líderes políticos que con más autoritarismo gobiernan en Europa", dijo Hans-Henning Strache, periodista y autor de varios libros sobre la extrema derecha en Austria.
De hecho, la entrada del FPÖ en el Gobierno ha sido aplaudida con entusiasmo por líderes ultras de Europa, desde la jefa del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, a Geert Wilders, del Partido de la Libertad holandés.
Lo cierto es que después de que estos dos políticos no lograran ganar las elecciones en sus respectivos países, la victoria del FPÖ ha sido el gran triunfo del movimiento euroescéptico en Europa.
Eso sí, el ÖVP ha logrado en la negociación para formar Gobierno que sus socios renuncien a la posibilidad de un referéndum sobre la salida del país de la UE.
Sin embargo, han acordado luchar a favor de que la UE evolucione hacia un modelo de subsidiariedad, o sea, en el que tenga menos competencias en las que actúe sin embargo con más eficiencia.
República Checa
También en República Checa se celebraron elecciones en octubre, ganadas por el mangante multimillonario Andrej Babis y su Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANO).
Babis, investigado por presunto fraude con fondos comunitarios, promete luchar contra la corrupción, rechaza el euro, las cuotas de refugiados y se presenta como un político "antisistema".
En su primera intervención como primer ministro checo, Babis insistió en rechazar el sistema de reparto solidario de refugiados en la UE, pese a que su país apenas ha visto llegar inmigrantes.
El sistema de cuotas adjudicó a República Checa 2 mil 291 de los 160 mil refugiados a reubicar desde Grecia e Italia. Praga solo ha aceptado hasta ahora a 12 personas.
Pese a que la inmigración no es un problema real en República Checa, el tema fue un eje central de la campaña, hasta el punto de que el partido xenófobo SPD logró ser la cuarta fuerza política con su eslogan "Stop islam. Stop terrorismo".
Hungría
Si bien Hungría celebra sus próximas elecciones en abril próximo, el primer ministro conservador nacionalista Viktor Orbán lleva meses alarmando a la población de una supuesta amenaza de "invasión de refugiados".
Todo ello, según Orbán, organizado por el magnate húngaro-estadounidense George Soros y tolerada por la UE.
"Así, la UE fue marcada como el enemigo que supone un peligro para la soberanía de las naciones que la integran", explicó Edit Zgut, analista del Instituto Political Capital en Budapest.
Con esta estrategia, dijo la analista, de tener un enemigo constante, Orbán tiene más fácil hacer creer a los votantes que los conflictos no son otra cosa que una "conspiración contra Hungría".
La táctica parece funcionar y las encuestas prevén para Orbán y su partido Fidesz logren una cómoda victoria con el 40% de los votos.
Sin embargo, eso estaría por debajo del 44,5% del 2014 y, aún más, de la arrolladora victoria del 2010, cuando con el 52,7% logró una mayoría constitucional de dos tercios en el Parlamento.
El número de migrantes se disparó un 49% desde el año 2000 y alcanzó los 258 millones en el mundo, según un informe que la ONU dio a conocer el pasado 18 de diciembre en el Día Internacional de los Migrantes.
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