Eukene Oquendo
La voluntad y la solidaridad son las mercancías que transporta "El tren de la esperanza", una organización con parada en la estación central de ferrocarriles de Viena para ayudar a refugiados desorientados, a pesar de los ataques del viernes pasado en París en los que murieron 129 personas.
La ayuda, que comenzó en septiembre con una pareja que repartía botellas de agua, se ha convertido en una organización que cuenta ya con más de seis mil voluntarios que siguen con su actividad después de que el terrorismo yihadista azotara París.
Las ayudas de la sociedad civil no cambian: continúan recibiendo comida, ropa y agua donada por la población y cada vez hay más ciudadanos dispuestos a donar su tiempo como voluntarios, aseguran los organizadores.
Añaden que el debate mediático sobre la posibilidad de que terroristas se mezclen entre los refugiados para llegar a Europa, no existe en sus conversaciones ya que, según su experiencia, las personas a las que ayudan huyen de la guerra y el horror.
En ese sentido, reconocen que ese argumento lo utilizan los partidos de la derecha para hacer campaña electoral en contra de los inmigrantes.
Huyen de los violentos
Bahaa Nasif, un refugiado sirio que vivió la guerra en su país desde el principio, cuenta que los ataques terroristas de París no son una novedad para él, pues ha vivido muchas situaciones dramáticas y ha visto morir a parte de su familia.
Desde que llegó de Siria hace dos meses, Nasif colabora como voluntario en el Tren de la Esperanza y piensa que sería mejor cerrar la frontera con Turquía o que aumenten los controles en esa zona para que los terroristas no intenten llegar a Europa por la misma ruta que utilizan los refugiados.
Precisamente ayer Eslovenia y Croacia, dos países de tránsito de la llamada ruta de los Balcanes, comenzaron a rechazar a "emigrantes económicos", después de que la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) alertara de que Serbia y Macedonia solo dejan entrar a sirios, iraquíes y afganos.
Desde que los motores del Tren de la esperanza comenzaron a funcionar, por el territorio austríaco han pasado cientos de miles de refugiados como Nasif que llegaban y siguen llegando por la ruta de los Balcanes, primero desde Hungría y luego desde Eslovenia.
Huyen de los violentos conflictos en países como Siria, Irak o Afganistán y en su mayoría no se quedan en Austria, sino que siguen su viaje hacia Alemania y países escandinavos con el objetivo de obtener allí asilo.
Necesidades
Con la llegada de las temperaturas frías y desde que la ruta se desviara desde Serbia a Croacia y Eslovenia tras el cierre de la frontera Húngara, ha bajado el flujo de refugiados que pasa por Viena, ya que desde la frontera con Eslovenia hay caminos más directos para llegar a Alemania.
La organización comenzó a organizarse en septiembre con el objetivo de cubrir unas necesidades a las que, según estiman, el gobierno austríaco no respondió con rapidez.
"Si el gobierno se hubiera hecho cargo de los refugiados, posiblemente no estaríamos aquí, pero tuvimos que ser nosotros, la sociedad civil, quienes tomáramos las riendas", asegura la responsable de organización, Nina Andresen.
Ahora, después de dos meses, el gobierno austríaco les apoyará con fondos para comprar comida, ropa de abrigo y agua, pero los voluntarios calculan que no serán suficientes.
Bajo una bandera donde se lee "Welcome Refugees", los voluntarios se organizan para orientar a los refugiados en cómo pueden llegar a Alemania, cuando así lo quieren, e incluso pueden comprarles los billetes.
Y para aquellos que desean pedir asilo en Austria tienen preparados autobuses para llevarlos desde la estación al lugar donde deben empezar con los trámites burocráticos.
Qué necesitan
Además de médicos, enfermeras y personal sanitario, también colaboran abogados que se encargan de los procesos de petición de asilo y del asesoramiento jurídico.
No obstante, "sin la gran ayuda de los traductores, esta labor no tendría sentido porque sería difícil la comunicación con los refugiados", asegura Andresen.
Donde están y cómo llegar a su destino son las preguntas más frecuentes que Sara Abdrabou debe traducir del árabe al inglés o al alemán cuando los refugiados llegan desorientados a la estación central de Viena.
Con 17 años, esta voluntaria entró a formar parte del equipo de traductores porque es compatriota siria y sintió la necesidad de ayudarles, ya que ella vive en Viena desde que tenía un año.
Bélgica, bajo amenaza
Ningún metro circulará ayer en Bruselas, tras la decisión del Centro de Crisis belga de elevar al máximo el nivel de alerta terrorista en la región ante la "amenaza inminente" de atentados. La decisión del aumento del nivel de alerta por riesgo de atentados se adoptó tras un nuevo análisis del Órgano de Coordinación para el Análisis de Amenazas (Ocam).
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