
EFE| LA PATRIA
En un domingo como el de ayer, al inicio de las vacaciones de Navidad que para la mayoría de sudafricanos son también de fiesta, muchos prefirieron seguir desde sus casas el funeral de Mandela transmitido en directo por televisión.
El Gobierno de Gauteng, provincia que incluye a Johannesburgo, dispuso autobuses para que los ciudadanos pudieran acudir a varios estadios y ver a través de grandes pantallas lo que estaba pasando en Qunu, aldea donde Mandela fue enterrado.
La mayor afluencia de público fue en el Orlando, cerca al antiguo gueto negro de Soweto, lugar al que llegaron autobuses de varias zonas de la ciudad. Los asistentenes alzaron sus puños y volvieron a cantar: "¡Hamba kahle Umkhonto we Sizwe! (buen viaje Umkhonto we Sizwe)".
En las calles, lo único que hacía pensar en el funeral del líder de la lucha contra el apartheid eran los comercios cerrados en la mayoría de centros comerciales y los pocos clientes en aquellos que no atendieron este protocolo de respeto.
Las coreografías espontáneas, los colores y las sonrisas que vistieron de fiesta el luto por Mandela se agotaron en lugares emblemáticos de la vida del difunto, como en su casa-museo en Soweto o la vivienda donde falleció tras una larga convalecencia por problemas respiratorios, el pasado 5 de diciembre, acompañado de su familia, en el barrio Houghton, en Johannesburgo.
Alguna vuvuzela despistada homenajeó por última vez a un padre ante el que un país entero siente que, ahora sí, se ha ido para siempre.
El funeral
Nelson Mandela fue enterrado ayer en la aldea de Qunu (sureste de Sudáfrica), tras un funeral de Estado al que asistieron cerca de 5 mil personas.
El expresidente de Sudáfrica recibió sepultura en estricta intimidad, acompañado únicamente por su familia, sus amigos más cercanos y algunos invitados.
El entierro se realizó tras la conclusión de funeral, cuando el féretro de Madiba (como se conoce a Mandela en su país), cubierto con la bandera de Sudafrica, fue porteado en procesión por militares de alto rango, blancos y negros, en un ejemplo más del resultado de su vida.
Lo condujeron hacia la ladera de una pequeña colina situada en la finca de Mandela, en las mismas tierras en las que pasó su infancia, y el lugar que siempre consideró su hogar.
Depositado el féretro sobre la tumba sonaron salvas disparadas por cañones y una formación de aviones de combate sobrevoló la zona, seguida de tres helicópteros de los que pendía gigantescas banderas nacionales.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015