
GEMMA CASADEVALL
EFE | LA PATRIA | HAMBURGO
Los líderes de los países más poderosos del mundo que arribaron ayer a Hamburgo para participar en la cumbre del G20 fueron recibidos con la marcha Bienvenido al infierno convocada por grupos de la izquierda radical y antisistema de Alemania
La presencia de mil encapuchados en el grueso de la manifestación obligó a los efectivos antidisturbios a detenerla y hacer uso de cañones de agua a presión para dispersarla.
Los primeros incidentes ocurrieron poco después de arrancar la marcha, en la que participaban unos 12 mil manifestantes que llevaban concentrados en una popular plaza del barrio de St Pauli desde primera hora de la tarde, a la espera de iniciar su recorrido e intentar llegar a 300 metros del centro de congresos donde se celebrará hoy y mañana la cumbre.
Se produjeron los primeros lanzamientos de objetos contra los antidisturbios, que actuaron para deslindar a los grupos de violentos del resto de manifestantes, en su mayoría pacíficos.
La policía informó a continuación de la quema de un automóvil y de la agresión sufrida por su portavoz, Timo Zill, hasta que poco después comenzaron los incidentes más graves, con ataques a los agentes, barricadas y la rotura de escaparates y mobiliario urbano.
Unos 70 agentes de la policía resultaron heridos y la situación tendió a calmarse en la madrugada.
Persistían, sin embargo, grupos identificables como alborotadores en los barrios de St. Pauli, Altona y la estación de metro de Sternschanzen, cercana a la casa ocupada Rote Flora -Flora Roja-, epicentro de los convocantes.
En un radio de 43 kilómetros cuadrados de casco urbano, entre el centro de congresos y los lugares donde se alojan las 36 delegaciones de la cumbre, además de las rutas previstas para sus desplazamientos, impera el veto a toda manifestación y solo se permite el acceso a los vecinos acreditados como tales.
"Tienen secuestrados los derechos ciudadanos por un grupo que no representa a nadie, más que al capital", comentaba a antes de empezar la marcha, Andreas Blechschmidt, miembro del colectivo Rote Flora.
Hasta 8.000 manifestantes dispuestos a la violencia estimaban los servicios de seguridad alemanes que podían desplazarse a Hamburgo para la cumbre, presidida por Angela Merkel, quien liderará el frente europeo, con el presidente francés, Emmanuel Macron, como principal aliado y compañero en el tándem del revalorizado eje franco-alemán.
El estadounidense Donald Trump, el ruso Vladímir Putin y el turco Recep Tayyid Erdogan acuden a la cumbre como presidentes etiquetados de imprevisibles, mientras que el chino Xi Jinping ha asumido el papel de la moderación.
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y sus homólogos argentino, Mauricio Macri, y brasileño, Michel Temer, representan en el grupo de las principales economías mundiales a la región latinoamericana.
Merkel anunció que está dispuesta a buscar acuerdos, pero sin ocultar los disensos.
19 mil agentes forman el dispositivo policial desplegado en Hamburgo para proteger la cumbre, sea de ataques terroristas o de alborotadores.
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