Juan Lara
EFE | LA PATRIA | Ciudad del Vaticano
Benedicto XVI ha defendido el celibato sacerdotal y mantenido cerradas las puertas del sacerdocio a los homosexuales, pero ha concedido más dispensas que su predecesor a clérigos para que se casasen.
Joseph Ratzinger siempre ha reafirmado el "valor del celibato sacerdotal según la tradición católica", pero en el libro "Luz del mundo", de Peter Seewald, afirmó que si un cura vive con una mujer y desea casarse "lo mejor es que se casen" y abandone el sacerdocio.
Según el papa, el problema de "fondo" es la sinceridad y el respeto hacia el otro y en aras de ello -dijo en diferentes ocasiones- hay que evitar las "mentiras y la ocultación" de la situación.
Las palabras del Papa, según los observadores vaticanos, demostraron una "mayor disposición" a conceder las dispensas a los sacerdotes que querían colgar los hábitos y casarse, tras la rigidez en este campo de Juan Pablo II.
Tras el Concilio Vaticano II, durante el papado de Pablo VI, cientos de sacerdotes en todo el mundo colgaron los hábitos y disminuyeron las vocaciones sacerdotes.
Las dispensas
Juan Pablo II aprobó en 1979 una normativa, considerada "muy rígida", y que supuso un freno a la concesión de las dispensas a los sacerdotes.
Ya el papa Wojtyla dijo en aquellas fechas que no se podía considerar la dispensa como un "derecho" que la Iglesia católica tenía que reconocer de manera indiscriminada.
Según fuentes eclesiásticas, todos los años llegan al Vaticano 1.200 peticiones de dispensas sacerdotales y se concede una media de 500.
La mayor parte se otorgan a sacerdotes casados por lo civil y a otros a los que los exámenes que se les efectuaron demostraron que nunca debieron ser ordenados.
Por ello, Benedicto XVI mantiene la necesidad de una "sólida formación humana y cristiana" para los seminaristas y los sacerdotes ordenados.
En esa línea, publicó el documento "Sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas con tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las Sagradas Ordenes".
Ese documento cerró las puertas de los seminarios y al sacerdocio "a aquellos que practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la cultura gay".
El documento subraya que el cura debe dedicar toda su vida a la Iglesia y que para ello debe haber alcanzado una madurez afectiva que le permita mantener una relación correcta con hombres y mujeres y recordaba la distinción que hace el Catecismo entre actos y tendencias homosexuales.
Recuerda que las Sagradas Escrituras presentan esos actos como "pecados graves" y que la tradición "los considera intrínsecamente inmorales y contrarios a la ley natural. Por ello no pueden ser aprobados en caso alguno".
Sobre las tendencias homosexuales "profundamente arraigadas", precisa que "son también objetivamente desordenadas".
Sin estigma
El papa Ratzinger sostiene que los homosexuales deben ser acogidos con respeto y delicadeza y hay que evitar "cualquier estigma que indique una injusta discriminación".
Pero en ese documento señaló "con claridad" que la Iglesia " en el más profundo respeto de esas personas, no puede admitir en el seminario y en las Ordenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente radicadas y apoyan la llamada cultura gay".
Para el papa, el solo deseo de ser sacerdote "no es suficiente" y "no existe un derecho a recibir la Ordenación".
Por ello, compete a la Iglesia discernir la idoneidad de los que quieren entrar en el seminario y de llamar a las órdenes sagradas a los que crea en posesión de las cualidades pedidas.
En numerosas ocasiones el Pontífice ha dicho que la homosexualidad, que reconoció "existe también dentro de la Iglesia", es incompatible con el sacerdocio, y reiteró que los candidatos tenían que ser elegidos muy cuidadosamente, para evitar que el celibato sacerdotal sea identificado con la homosexualidad.
Esas palabras han sido duramente criticadas por grupos homosexuales de Italia y otros países europeos, que le acusan de "obsesión homofóbica" y a la Iglesia de "hipócrita", a la vez que recordaron los numerosos casos de curas pederastas.
Un cardenal de EE.UU. entre los papables
Washington. El arzobispo de Boston, el cardenal Sean O'Malley, empieza a ser mencionado como uno de los posibles sucesores del papa Benedicto XVI, pero los católicos estadounidenses están más preocupados por la polémica que rodea a otro de sus cardenales, Roger Mahony.
El corresponsal de la revista National Catholic Reporter (NCR) en Roma, John Allen, informó ayer a una emisora de Boston que el nombre del capuchino O'Malley "ha salido a la luz como posible sucesor" de Joseph Ratzinger, quien se retira a fin de mes.
En unas breves notas biográficas que NCR divulgó la semana pasada sobre una veintena de cardenales considerados los candidatos con más posibilidades de elección en el cónclave no se incluyó a O'Malley.
"La novedad en los últimos dos días es que de forma inesperada, y entre muchos de los observadores italianos del Vaticano, entre los más experimentados, de pronto aparece el nombre de O'Malley como otro candidato al que hay que considerar seriamente", dijo Allen a la radioemisora WBC News Radio 1030 de Boston.
O'Malley se convirtió en arzobispo de Boston en 2003 como sucesor de Bernard Law, quien había renunciado como consecuencia de los escándalos vinculados al abuso sexual de menores cometido por sacerdotes católicos, amparados por sus superiores.
En marzo de 2006 el papa Benedicto XVI elevó al rango de cardenal a O'Malley, quien ha despojado a la Archidiócesis de Boston del boato adquirido bajo Law y viste regularmente el hábito de color marrón de su orden.
Al mismo tiempo que empieza a sonar como "papable" O'Malley, los medios estadounidenses dan cuenta de la creciente incomodidad de los católicos por la participación en el cónclave del cardenal Mahony, quien se retiró como arzobispo de Los Ángeles en 2011.
El actual arzobispo de la diócesis, José Horacio Gómez, despojó a Mahony de todos sus deberes el mes pasado después de que se publicasen documentos que prueban cómo él y superiores de la jerarquía católica protegieron a los sacerdotes abusadores y ocultaron a los católicos los abusos cometidos en sus parroquias.
Mahony, que fue designado arzobispo de Los Ángeles en 1985 y en 1991 fue elevado a cardenal por Juan Pablo II, participó en el cónclave que en 2005 eligió a Ratzinger como nuevo Papa.
Gandolfo recibirá a Benedicto XVI
Los vecinos de Castel Gandolfo recibirán a Benedicto XVI a su llegada al palacio apostólico de esa localidad romana, donde se alojará tras renunciar al pontificado, con un rosario y una procesión con antorchas, anunció ayer Pietro Diletti, párroco del pueblo.
Benedicto XVI tiene previsto abandonar el Vaticano a las 17.00 hora local del 28 de febrero, tres horas antes de que sea firme su renuncia al pontificado, y se trasladará en helicóptero a la residencia papal de Castel Gandolfo, a unos 30 kilómetros al sur de Roma.
En Castel Gandolfo permanecerá dos meses con sus dos secretarios y las cuatro laicas que le cuidan en el Vaticano, hasta que se traslade a un monasterio de clausura en el Vaticano actualmente en obras.
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