EFE|LA PATRIA|CIUDAD DEL VATICANO
Durante la celebración ayer de la Jornada Mundial de los Migrantes y los Refugiados, el papa Francisco, desde la plaza de San Pedro al término de su rezo dominical del Ángelus, aseguró que la humanidad está llamada a construir un mundo siempre más inclusivo que acoja a todos sin prejuicios.
"Es necesario caminar juntos, sin miedo, poniéndose al lado de los más vulnerables, migrantes, desplazados, víctimas de trata, abandonados".
Durante el Ángelus, Francisco se centró en la necesidad de abrirse a los demás ante la tentación de la cerrazón de mantener a distancia a quien no piensa igual. "Esto, lo sabemos, es la raíz de muchos grandes males de la historia: del absolutismo que a menudo ha generado dictaduras y de muchas violencias hacia quien es diferente. Y es necesario velar sobre la cerrazón también en la Iglesia (...) a veces también nosotros, que en vez de ser comunidad humilde y abierta, podemos dar la impresión de ser los primeros de la clase y mantener a los otros a distancia"
El papa abogó por superar la tentación de juzgar y de catalogar y la mentalidad del nido, la de custodiarse celosamente en el pequeño grupo de quien se considera bueno: el sacerdote con sus fieles, los trabajadores pastorales cerrados entre ellos para que nadie se infiltre, los movimientos y las asociaciones. "Todo esto corre el riesgo de hacer de las comunidades cristianas lugares de separación y no de comunión, de ser comunidades acogedoras donde haya sitio para todos".
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