EFE | LA PATRIA | BRASILIA
El juicio político contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, continuó ayer con una creciente tensión, continuas descalificaciones e insultos, que llevaron al presidente del Senado, Renán Calheiros, a decir que se sentía en un "manicomio".
El enfrentamiento dialéctico subió de tono y el propio presidente del Senado llegó a perder la compostura que ha mantenido a lo largo del proceso cuando se enzarzó en una discusión con la senadora Gleisi Hoffmann, fiel escudera de Rousseff.
Hoffmann declaró abiertamente que el Senado "no tiene ninguna moral para juzgar" a la mandataria.
La declaración de Hoffmann cayó como un jarro de agua fría en el Senado y el propio Calheiros la rebatió y consideró "el colmo", tras lo cual hizo un duro pronunciamiento.
"¿Cómo una senadora puede decir una cosa como esa?", declaró Calheiros, y recordó que Hoffmann y su esposo, el exministro Paulo Bernardo Silva, son investigados por presunta corrupción en la Corte Suprema.
Las palabras de Calheiros, miembro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) del presidente interino Michel Temer, encendieron los ánimos de los escasos aliados con los que Rousseff cuenta en el Senado, entre ellos el senador Lindbergh Farias, quien tachó de "rastrero" el comportamiento del presidente del Senado.
En tono irónico, Edison Lobao, también del PMDB, de Temer, aseguró que la sesión del próximo lunes será todavía "más animada", ya que será cuando la propia Rousseff presentará su defensa personalmente por primera vez en todo el proceso.
"Ellos están haciendo un teatro para una película. El PT lo está grabando para después ir a las calles", comentó Lobao, en referencia a un documental sobre el proceso que está siendo filmado y, al parecer, financiado por la formación de Rousseff.
Las continuas agresiones verbales entre los senadores, que casi llegaron a las manos en alguna ocasión, llevaron ayer al presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, que dirige las sesiones finales del proceso, a interrumpir la sesión durante una hora.
Destacado
La Policía Federal brasileña acusó ayer de corrupción y lavado de dinero al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en una investigación sobre la propiedad de un apartamento en la playa que se atribuye al antiguo jefe de Estado. La acusación se extiende a la esposa del exgobernante, Marisa Leticia Lula da Silva.
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