EFE | LA PATRIA | Washington (Estados Unidos)
Desde que el multimillonario Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos hace casi cien días sobrevuelan las dudas sobre si hay un conflicto de intereses entre su imperio empresarial y su gestión.
Trump cedió el control de su inmenso entramado empresarial -la Organización Trump- poco antes de llegar al poder para alejar así las sospechas sobre conflictos que han surgido de igual forma, ya que las compañías quedaron en manos de sus hijos Donald Jínior y Eric, por lo que siguen en el más íntimo círculo presidencial.
La niña de sus ojos parece ser Mar-a-Lago, el club privado (con mansión y campo de golf) que Trump posee en Florida y en el que ha pasado siete fines de semana desde que es presidente y ha invitado al mandatario chino, Xi Jinping, y al primer ministro japonés, Shinzo Abe.
Fue precisamente durante la visita de Xi a Mar-a-Lago que China autorizó tres marcas comerciales a la empresa de Ivanka Trump, la hija mayor del presidente, que participó de las reuniones con el líder chino.
En total, Trump y su séquito han pasado 31 días -de los primeros 100- en alguna de sus propiedades, ya sea Mar-a-Lago, su hotel en Washington, al que se escapa de vez en cuando para cenar, o en algún otro de sus campos de golf, como el que posee en Virginia, cerca a la Casa Blanca.
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