EFE | LA PATRIA | Madrid
El Congreso de los Diputados español aprobó ayer por amplia mayoría la ley que permite la abdicación de Juan Carlos I, cuyo hijo Felipe, actual príncipe de Asturias, le sucederá en el trono el jueves.
Al tratarse de una norma que afecta a la Jefatura del Estado, la ley requería una mayoría notable, que fue alcanzada sin mayor problema porque contó con el respaldo de los dos principales partidos españoles: el gobernante PP (centroderecha) y los socialistas del PSOE.
Los votos de otros diputados liberales y conservadores permitieron que la ley saliera adelante con 299 a favor, por 19 votos en contra procedentes de grupos de izquierda y nacionalistas de izquierda, y 23 abstenciones de los nacionalistas de centroderecha y de un socialista que rompió la disciplina de voto.
La ley pasa ahora al Senado, que la debatirá y votará el martes, tras lo cual se hará efectiva la renuncia de Juan Carlos de Borbón, quien la anunció al país el pasado día 2 y la justificó en que quería dar paso a una nueva generación, personificada en su hijo Felipe, capaz - afirmó - de generar impulso y esperanza.
En el debate previo a la votación, PP y PSOE coincidieron en que el reinado de Juan Carlos I, que comenzó en noviembre de 1975, ha sido fructífero y ha traído consigo la consolidación de la democracia y las libertades.
Elogios
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, elogiaron el papel moderador del rey y su labor de arbitraje.
Rajoy enmarcó en la normalidad constitucional la aprobación de la ley que permite la abdicación y defendió la Monarquía como la forma de Estado que mejor garantiza la continuidad y estabilidad de las instituciones, así como de la convivencia pacífica.
Pérez Rubalcaba garantizó el apoyo socialista a la ley para la abdicación, porque con ello "se cumple la Constitución" y, además se reafirma la fidelidad de su partido al pacto que dio origen a esa norma de 1978.
La defensa de la monarquía parlamentaria por ambos dirigentes se debe a que varias formaciones de izquierda y nacionalistas habían presentado textos alternativos a favor de un referéndum en el que los españoles decidan si quieren ese modelo o una república.
Rajoy y Rubalcaba destacaron las cualidades del futuro Felipe VI y su preparación, aunque el líder socialista pidió que su llegada al trono coincida con un "tiempo nuevo" de cambios institucionales y renovación democrática.
Los nacionalistas vascos y catalanes que se abstuvieron también pidieron que la llegada del nuevo rey dé paso a cambios en la estructura del Estado que permita que los ciudadanos de ambas regiones puedan decidir acerca de su propio futuro.
La izquierda, por su parte, pidió una consulta a los españoles para que decidan si quieren mantener la monarquía y volver a la república, un sistema que en España estuvo vigente en 1873-74 y que volvió en 1931 y acabó tras la guerra civil iniciada cinco años después.
El portavoz de Izquierda Plural (11 diputados), Cayo Lara, subrayó que el pueblo es soberano y debería poder decidir qué forma de Estado quiere, al tiempo que aseguró que la sucesión de Juan Carlos I en su hijo Felipe es "una maniobra palaciega que se presenta como regeneración democrática, pero es sangre nueva para una dinastía decrépita".
Los dos partidos mayoritarios - PP y PSOE - respondieron que la monarquía parlamentaria es el sistema que figura en la Constitución de 1978, aprobada mayoritariamente por los españoles y que si alguien desea modificar el sistema debe hacerlo por cauces legales, con una reforma de esa normativa.
De Felipe de Borbón, el presidente Mariano Rajoy aseguró que tiene numerosas cualidades y que lleva años conociendo de primera mano la realidad española gracias a sus contactos con empresarios, sindicatos, pensadores, artistas y ciudadanos anónimos y que es un defensor de la diversidad de España.
Rubalcaba remató con el argumento de que el futuro rey, de 46 años, tiene "madurez y preparación" para asumir la Jefatura del Estado.
La España que hereda
Madrid. Servir a una España "unida y diversa" es el empeño del futuro Felipe VI, quien el jueves será proclamado rey en un país muy diferente al de su padre, Juan Carlos I, que llegó al trono en 1975 tras 40 años de dictadura y hoy es una democracia asentada.
En la España que hereda Felipe VI aún persiste, sin embargo, la necesidad de cerrar un modelo de convivencia que no ha cumplido con las expectativas de todos y que hoy se ve más debilitado por el desafío de los soberanistas.
Una debilidad que ha tocado también a las principales instituciones del Estado, y entre ellas a la propia Monarquía, para cuya imagen será muy importante el papel que desempeñe el nuevo rey; el "más preparado" para ello, según muchos dirigentes políticos que ven en él una garantía de estabilidad.
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