EFE | LA PATRIA | LA HABANA
Los cubanos acudieron ayer a las urnas, en una jornada sin incidentes, pero con mayor polarización de lo habitual, para decidir sobre una nueva Constitución que no modifica el sistema político ni las aspiraciones comunistas, pero plasma la tímida apertura económica y social de la última década.
De los más de ocho millones de electores censados -de una población de 11,2 millones- más de 7,5 millones (el 81,5%) ya habían votado a las 5:00 de la tarde, una hora antes del cierre de las urnas, según datos difundidos por la Comisión Electoral Nacional.
La presidenta de la Comisión, Alina Balseiro, calificó de "favorable" el último dato de participación, un 3% superior al de las elecciones parlamentarias de marzo del 2018, si bien el resultado de la votación no se conocerá hasta hoy sobre las 3:00 de la tarde.
En Cuba no se celebraba un proceso de este tipo desde 1976, cuando se votó la actual Carta Magna, un texto a la medida del entonces mandatario Fidel Castro y de los tiempos de la Guerra Fría que fue refrendado por el 97% de los votantes, con una abstención del 2%.
Para muchos, más allá del debate sobre la Constitución, este referendo sirve de termómetro sobre el respaldo al Gobierno liderado por Miguel Díaz-Canel, quien sustituyó a Raúl Castro en abril del 2018, y es también la primera vez en décadas que los cubanos tienen la opción real de escoger "no" en una papeleta electoral.
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