JUAN CARLOS GÓMEZ
EFE | LA PATRIA | BOGOTÁ
Hay un muro invisible que divide América Latina: la posición de los países de la región ante el régimen cubano. La crisis política y social de la isla que derivó el domingo en una movilización sin precedentes en este siglo contra el Gobierno del presidente, Miguel Díaz-Canel, ha vuelto a poner de manifiesto las diferencias y matices que cada líder latinoamericano tiene respecto al destino de Cuba.
Desde países incondicionales de la revolución cubana como Venezuela y Nicaragua a posiciones como la del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, o del Gobierno chileno de Sebastián Piñera, todos toman partido y se dividen a favor o en contra de régimen cubano.
El embargo
Estados Unidos y el embargo que aplica a Cuba desde 1962 son los responsables de las penurias de la isla y de su destino trágico. Por lo menos así lo han defendido estos días desde el líder brasileño Luiz Inácio Lula da Silva hasta el presidente de Argentina, Alberto Fernández.
"Si de verdad los Estados Unidos y los opositores extremistas en Cuba quieren paliar y ayudar al pueblo de Cuba, que levanten de inmediato todas las sanciones y el bloqueo contra el pueblo de Cuba", destacó el presidente venezolano, Nicolás Maduro, el pasado lunes.
Un apoyo sin condiciones que fue más lejos: "Yo, desde aquí, desde esta mesa de diálogo y este palacio presidencial, le ratifico, como le dije ayer por teléfono, al presidente Miguel Díaz-Canel todo el apoyo de la República Bolivariana de Venezuela al pueblo de Cuba, al Gobierno revolucionario de Cuba".
Con el mismo entusiasmo, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, arremetió contra EE.UU. "Estados Unidos, principal desestabilizador y destructor del planeta, no tiene ninguna autoridad moral para decir nada, cuando precisamente carga con toda la responsabilidad y culpa de todos los crímenes atroces, de odio y de lesa humanidad que han cometido, y siguen cometiendo, contra los pueblos del mundo".
Bloqueo culpable
Los Gobiernos de México, Argentina y Bolivia también consideran públicamente que el bloqueo de EE.UU. es el responsable de la situación de Cuba, pero buscando un diálogo entre las partes.
Así, en su rueda de prensa diaria, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pidió esta semana que las protestas cubanas se resuelvan mediante el “diálogo” y rechazó la violencia así como el “intervencionismo” de países extranjeros y de medios de comunicación
De forma similar, el presidente de Argentina ha seguido el guion. "No conozco exactamente la dimensión del problema de Cuba. Lo que sí tengo claro, como bien dijo (el presidente mexicano) Andrés Manuel López Obrador, es que, si realmente nos preocupa humanitariamente Cuba, terminemos con los bloqueos", dijo Fernández.
Al otro lado de la frontera
En el otro lado de la balanza latinoamericana, los Gobiernos de Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Colombia han sido más críticos con el régimen cubano y el debate sobre la isla está formando parte de la dialéctica de política interior.
Ayer, la Ministra de Relaciones Exteriores colombiana pidió a las autoridades cubanas que garanticen la libertad de expresión de sus ciudadanos, al tiempo que exhortó "a todos los actores" a mantener una actitud pacífica en las protestas.
En la misma línea, tanto el Gobierno peruano transitorio de Francisco Sagasti como el Ejecutivo chileno han respaldado el derecho del pueblo cubano a manifestarse "libre y pacíficamente".
Más directo ha sido Bolsonaro que, desde el primer momento, se mostró contrario a la represión de los manifestantes y llevó el caso cubano al terreno político local.
"Yo apoyo al movimiento que pide libertad allá. Pero, ¿qué es lo que piensa Lula? Imaginen si ese bandido fuera elegido presidente de la República", afirmó Bolsonaro a un grupo de seguidores, en alusión a las elecciones que se celebrarán en Brasil en 2022.
También contundente fue el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, que aseguró que el pueblo cubano demuestra "un coraje digno de admirar" y describió a Cuba como "una dictadura que nos respeta los derechos humanos".
La izquierda latinoamericana parece que recoge las cenizas de los Gobiernos progresistas de la denominada Marea Rosa de principio de este siglo y hace equipo en torno al espíritu del fallecido líder de la revolución cubana Fidel Castro apoyando sin fisuras el discurso de las autoridades de la isla.
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