Ignacio Ortega
EFE | LA PATRIA | Simferópol (Ucrania)
Crimea aún sigue siendo a todos los efectos territorio ucraniano, pero apenas ya hay rastro de la bandera nacional, que ha sido reemplazada por la tricolor rusa, mientras sus habitantes esperan en fila para solicitar el pasaporte de la "Madre Rusia".
"Lleva seis meses, aunque la Duma rusa ha prometido que simplificará los trámites. Los requisitos son haber cursado estudios en una universidad rusa o que alguno de tus padres haya nacido en Rusia", aseguró Valia, una mujer de unos 30 años.
Los que esperan en la fila frente al consulado ruso en Simferópol, capital de la república autónoma ucraniana, no son refugiados que huyen de una posible guerra contra Kiev, sino rusos étnicos que simplemente desean ser ciudadanos del vecino país.
Kiev está cada vez más lejos de Crimea, con la excepción del edificio de la asamblea parlamentaria de la minoría tártara, que mantiene contra viento y marea su lealtad a las autoridades ucranianas, lo que le ha granjeado las iras de las autoridades prorrusas locales.
Precisamente, el líder de los tártaros, Refat Chubarov, denunció que varios centenares de cosacos de la región rusa de Krasnodar ya han cruzado la frontera y se encuentran en territorio de Crimea, donde se proponen patrullar las calles.
Otros mil 500 veteranos de la Guerra de Afganistán procedentes de Rusia llegaron a la península bañada por el mar Negro, supuestamente para "prestar apoyo moral" a las milicias populares locales.
Al mismo tiempo, hombres de todas las edades acudieron a la plaza de Lenin de la capital crimea para enrolarse en las patrullas de Autodefensa.
Voluntarios en las calles
"Debemos garantizar el orden en las calles. La policía no es suficiente. Hay muchos provocadores que son enviados por Kiev para causar desórdenes", aseguró Vladímir, activista del partido Unidad Rusa, cuyo líder es el primer ministro crimeo.
Tras mostrar un documento de identidad, estampar su firma y escribir un teléfono de contacto, los voluntarios, todos de origen ruso, entran a engrosar las filas de las milicias populares, cada vez más numerosas.
En su opinión, "el pueblo crimeo no busca la independencia, sino recuperar la autonomía de la que fue privado en 1992, justo después de que Ucrania se independizara de la Unión Soviética".
A escasos metros se encuentran los militares encapuchados y equipados con fusiles Kaláshnikov que acordonan el edificio del Gobierno y que Kiev considera comandos especiales enviados por Moscú.
"Son soldados rusos, pero no tienen distintivos de la Federación Rusa. Son nuestros amigos, son amigos de Crimea. Nadie ha visto que terroristas defiendan a los ciudadanos de Simferópol", señala sonriente Vladímir.
Esperan el referéndum
Oleg, un artista que habla un poco el español, sostiene junto a su esposa e hija una pancarta a favor del referéndum convocado por las autoridades crimeas para el 30 de marzo.
"Queremos la autodeterminación, pero no estamos a favor del separatismo. Queremos ser autosuficientes, pero junto a Ucrania, siempre que el Gobierno cambie de política", proclama.
Al mismo tiempo, reconoce que no será fácil seguir siendo parte de un país, cuyas autoridades quieren ingresar en la Unión Europea y dar la espalda a Rusia.
Oleg reconoce que "la mayoría de los crimeos sueña con formar parte de la Federación Rusa", pero añade que, "en estos momentos, por motivos geopolíticos, no es posible, por lo que hay que ser realistas y conformarse con una autonomía".
"Seguramente, habrá acciones militares, ya que los radicales no piensan ceder. Habrá que pelear contra el régimen que llegó al poder en Kiev. Comprendemos las graves consecuencias de una guerra y queremos evitarla, pero va a ser difícil mantener la paz", dice.
En la ONU
Estados Unidos, Francia y el Reino Unido criticaron duramente a Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU por su intervención en Ucrania, de la que dijeron que se basa en argumentos imaginarios, y los dos últimos países incluso llegaron a comprarla con las invasiones soviéticas de 1956 y 1968 en Europa.
La presencia de tropas rusas en Ucrania es "la respuesta a una amenaza imaginaria", afirmó la embajadora estadounidense ante la ONU, Samantha Power, durante una sesión de urgencia del Consejo de Seguridad.
La Unión Europea (UE) advirtió también a Rusia de posibles "consecuencias" para sus relaciones bilaterales si no rebaja la tensión. Lo mismo sucedió con el protavoz del Departamento de Estado de EE.UU., Jen Psaki, quien aseguró que muy probablemente el Gobierno impondrá sanciones a Rusia a no ser que se inicie un diálogo con el Gobierno interino de Ucrania.
Intervención
Rusia aseguró en el Consejo de Seguridad de la ONU que el depuesto presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, le ha pedido que intervenga para estabilizar la situación en el país, que se encuentra "al borde de la guerra civil".
El embajador ruso, Vitaly Churkin, aseguró que Yanukóvich ha escrito al presidente de Rusia, Vladimir Putin, para que utilice al Ejército con el fin de restaurar la "paz, la ley, el orden y estabilidad"
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