EFE | LA PATRIA | PEKÍN
El régimen chino controló ayer hasta el último adiós al nobel de la Paz y símbolo de la democracia Liu Xiaobo, al permitir únicamente que se celebrara una breve ceremonia con la asistencia de su viuda y un reducido grupo de familiares.
Al amanecer, y menos de dos días después de que el líder falleció en un hospital bajo custodia, su esposa, Liu Xia, y algunos allegados asistieron a un funeral orquestado de forma expedita por el Gobierno chino sin la presencia de los amigos más cercanos.
En las imágenes que distribuyeron las autoridades de la ciudad de Shenyang, donde pereció Liu Xiaobo de un cáncer de hígado, se podía ver a una compungida y débil Liu Xia, vestida de negro y con la mirada fija en el ataúd abierto de su marido entre numerosas flores blancas, poco antes de que se incinerara el cuerpo y se esparcieran sus cenizas en el mar.
Frente a ella aparecían unas personas que los amigos de la pareja, excluidos del funeral, no consiguieron identificar y que algún corresponsal extranjero consideró agentes de las fuerzas de seguridad.
"Aunque las autoridades dijeron que eran amigos cercanos, los que están allí son miembros de las fuerzas de seguridad. No podemos decir que nuestros carceleros sean nuestros amigos. El régimen miente", dice con contundencia Hu Jia, amigo de Liu Xiaobo y en arresto domiciliario desde que el nobel llegó a un hospital en mayo.
Funcionarios del Gobierno de Shenyang protagonizaron varias ruedas de prensa para informar sobre el funeral y reiteraron que el proceso se llevó a cabo de acuerdo a lo acordado con la familia.
En una de estas conferencias también apareció un hermano del disidente, Liu Xiaoguang, quien desde el principio hasta el final de su declaración no dejó de agradecer la "humanidad" mostrada por el Partido Comunista.
La familia, incluida la viuda, escogió esparcir las cenizas de Liu Xiaobo en el mar, aseguró el hermano entre las duras críticas del círculo de amistades del nobel y de su mujer.
"¿Por qué una despedida en el mar? Porque el Gobierno tiene miedo de que cada año la gente vaya a su tumba a conmemorarle, a protestar", explicó Ye Du, poeta y activista.
Tras el fallecimiento del nobel el pasado jueves, ahora todas las miradas están puestas en su mujer, quien pasó los últimos casi siete años bajo arresto domiciliario sin ser acusada de ningún delito.
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