El secretario general de la OEA, Luis Almagro, se comprometió a que el suyo fuera el mandato de la vuelta de Cuba al organismo. Escenario que hoy en día ve lejos tras el rechazo de La Habana a su participación en un acto de la disidencia.
Almagro pensó que la reciente invitación a recoger un premio en memoria del fallecido disidente Oswaldo Payá era una oportunidad para "acercar a Cuba" los principios de la OEA, pero expertos en Latinoamérica consideran que, al aceptarla, dio un paso "arriesgado" que aleja la vuelta de la isla a la organización.
Su intento fallido de viajar a La Habana para recoger este miércoles un premio de la disidencia "seguramente no ayudará" a su objetivo de conseguir que Cuba se reintegre, indicó Michael Shifter, director del centro de análisis político Diálogo Interamericano.
Cuba consideró la convocatoria una "grave provocación" para "generar inestabilidad interna" y acusó a Almagro de "declaraciones y actos anticubanos", así como de redoblar "los ataques imperialistas y oligárquicos".
Cuba, miembro de la OEA desde su creación en 1948, fue suspendida en 1962 tras el triunfo de la Revolución liderada por Fidel Castro debido a su adhesión al marxismo-leninismo durante la Guerra Fría entre el bloque capitalista encabezado por EE.UU. y el comunista dirigido por la Unión Soviética.
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