
EFE | LA PATRIA | BRASILIA
El Senado brasileño inició ayer una maratoniana jornada para decidir si abre un juicio político contra la presidenta, Dilma Rousseff. El ansia de la mayoría de senadores de ver a la mandataria alejada de su cargo hizo que se amanecieran decidiendo el futuro del máximo cargo del país.
Los legisladores entraron en el pleno del Senado a primera hora de la mañana de ayer y la voluntad de palabra de los senadores arrastró la sesión hasta la noche y la alargó hasta la madrugada de hoy, cuando los parlamentarios realizaban la votación que, por lo expresado hasta el cierre de esta edición (1:30 a.m.), le abría a Rousseff la puerta de salida de su mandato.
Una abrumadora mayoría de los senadores que intervinieron en la sesión hasta bien entrada la madrugada se inclinaron por la suspensión del mandato de Rousseff, aunque esta vez, a diferencia de la votación de la Cámara de los diputados, no hubo votos por las madres, los hijos, la patria o los corredores de seguros.
Los senadores fueron mucho más sobrios que los diputados, cuya votación, el pasado 17 de abril, contó con varios momentos de circo que incendiaron los ánimos de la platea y de los miles de ciudadanos que, a diferencia de ayer, siguieron la votación en las calles de todo el país.
Los seguidores a favor y en contra del "impeachment" fueron notablemente inferiores ayer, pero no faltó una legión de periodistas que persiguió sin cesar a los senadores en sus idas y venidas por los pasillos del Senado.
No sirvió el recurso
En los corredores la oposición no dudó en celebrar la decisión del Supremo Tribunal, la máxima corte de Brasil, que rechazó el recurso presentado la víspera por el Gobierno de Rousseff para intentar detener el proceso que la madrugada del jueves puede suspenderla del cargo durante 180 días y llevar luego a su destitución.
El gobernante Partido de los Trabajadores (PT), por su parte, insistió en la tesis de que hay un "golpe de Estado" contra Rousseff travestido de "impeachment" y recordó que el embate tan sólo finalizará cuando concluya el propio juicio político.
Entre los parlamentarios y periodistas también se coló un sacerdote. Con su indumentaria eclesiástica, el cura intentó entrar en el plenario del Senado para asistir la sesión, pero fue frenado por la seguridad, que controló fuertemente todos los accesos dentro y fuera del edificio.
Aún así, el eclesiástico vivió sus cinco minutos de fama, concedió entrevistas a la marea de profesionales de la información que retransmitieron la sesión del Senado en los más diversos idiomas y leyó unas palabras del papa Francisco en las que pide "serenidad y armonía".
El padre Lázaro Brito no dudó en expresar su posición favorable al proceso político contra la presidenta de Brasil, que quiere despedirse de los suyos rodeada de los movimientos sociales, a los que dejó de lado en los primeros meses de su segundo mandato e intentó reconquistar en su recta final.
La presidenta ya ha empezado la mudanza y probablemente hoy dejará el palacio presidencial de Planalto, pero entre los suyos hay divergencias sobre si Rousseff debería o no salir por la puerta principal de su fortín, ya que para muchos de sus aliados eso podría ofrecer la instantánea del fin.
La jefa de Estado, sin embargo, dejó claro la víspera en una ceremonia con mujeres que "luchará hasta el fin" y que su segundo mandato, para el que fue reelegida en octubre de 2014, tan sólo finalizará "en diciembre de 2018".
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