BEATRIZ PASCUAL MACÍAS
EFE | LA PATRIA | WASHINGTON
El presidente de EE.UU., Joe Biden, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, se reunirán el 16 de junio en Ginebra para buscar "estabilidad" en una relación ya de por sí tensa y marcada por desacuerdos sobre la soberanía de Ucrania, el régimen de Bielorrusia y los supuestos ciberataques de Moscú.
En una rueda de prensa, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, explicó que ambos líderes abordarán "una amplia gama de asuntos urgentes" y, aunque habrá desacuerdos, el objetivo es "restaurar la previsibilidad y la estabilidad" de la relación entre dos de los países más poderosos del mundo.
La Casa Blanca considera que este encuentro, impulsado por EE.UU., es "vital" para defender los intereses del país. "Así es como funciona la diplomacia. No nos reunimos solo con la gente con la que estamos de acuerdo", dijo la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.
Ucrania, Bielorrusia y los ciberataques
Ese listado de desacuerdos empieza por el conflicto en Ucrania y el papel de Rusia, que se anexionó la península de Crimea en 2014 y lleva años apoyando a los separatistas del este del país, en el Donbás, donde además se han concentrado en los últimos meses tropas rusas.
Biden tiene un interés especial en abordar este tema con Putin y su meta es "destacar el apoyo de EE.UU. a la soberanía y a la integridad territorial de Ucrania", indicó Psaki.
Otro tema de la agenda será el comportamiento del régimen del presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, aliado de Moscú y quien el domingo obligó a un avión de Ryanair a realizar un aterrizaje forzoso en el aeropuerto de Minsk para arrestar al periodista Román Protasevich.
De momento, EE.UU. se ha mostrado cauto y no ha impuesto sanciones contra Bielorrusia por ese suceso, una medida a la que sí ha recurrido la Unión Europea (UE). El Gobierno de Biden tampoco ha acusado a Rusia de estar implicada en el incidente, como sí ha hecho Reino Unido, a pesar de que el Kremlin lo niega.
El tercer tema sobre la mesa serán los ciberataques que ha sufrido EE.UU. en los últimos meses, detalló Psaki.
Recientemente, Darkside, un grupo de ciberdelincuentes supuestamente vinculados a Rusia, obligó a suspender operaciones durante días a la mayor red de oleoductos del país, Colonial Pipeline, y, en 2020, agencias del Gobierno y compañías fueron atacadas a través del programa SolarWinds, un suceso del que Washington responsabiliza a Moscú.
Más allá de las confrontaciones, la cumbre podría servir para definir el futuro del desarme nuclear, destacó Psaki.
Ya en su primera conversación telefónica en febrero, los dos líderes acordaron prorrogar el último tratado de desarme nuclear vigente entre Rusia y EE.UU., el Nuevo START, y que el antecesor de Biden, Donald Trump, amenazó con abandonar si China no se integraba en el acuerdo, algo que ese país rechazó.
La cumbre ha sido iniciativa de Biden, quien en abril propuso a Putin durante una llamada telefónica reunirse próximamente en un tercer país, a lo que el Kremlin respondió positivamente.
Posteriormente, ha habido reuniones de alto nivel para preparar el encuentro, incluyendo una cita la semana pasada en Reikiavik entre los titulares de Exteriores de ambas naciones, Antony Blinken y Serguéi Lavrov.
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