Juan Lara
EFE | LA PATRIA | CIUDAD DEL VATICANO
Benedicto XVI se despidió ayer de los obispos y sacerdotes de su diócesis, Roma, a los que dijo que, aunque renuncia al papado y quedará "oculto para el mundo", siempre estará unido a ellos en las plegarias. "He notado siempre vuestra presencia física y, aunque me retiro para rezar, sé que siempre estaréis cerca de mí, aunque para el mundo permanezca oculto", afirmó ante el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini; los obispos auxiliares y varios centenares de sacerdotes de la diócesis romana.
El encuentro, celebrado en el Aula Pablo VI del Vaticano, estaba previsto antes de que Benedicto XVI anunciara el pasado lunes que renunciará al papado el 28 de febrero; por eso adquirió ayer un significado mayor, ya que fue la última vez que se reunió con toda su diócesis.
El cardenal Vallini así lo entendió y en su discurso, durante el que se le vio muy emocionado y se le saltaron las lágrimas, dijo que en estos momentos tenían una "mezcla de sentimientos: tristeza y respeto, admiración y añoranza, afecto y orgullo".
Situaciones por definir
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, informó que el secretario del papa y prefecto de la Casa Pontificia, Georg Ganswein, y las cuatro laicas consagradas de la comunidad Memores Domini, que cuidan al pontífice, acompañarán a Benedicto XVI durante su estancia en Castel Gandolfo y después en el monasterio del Vaticano donde se alojará una vez deje el papado.
El portavoz precisó que todavía no hay una "indicación precisa" sobre el título que recibirá cuando abandone el pontificado e indicó que, "como es lógico y normal", Benedicto XVI mantendrá el nombre.
En estos días se han multiplicado las preguntas sobre la situación en la que él queda y si mantiene sus prerrogativas papales, y canonistas vaticanos buscan la fórmula sobre qué título le corresponde. Lo que está claro, según el Vaticano, es que no volverá a ser el cardenal Ratzinger, ya que el cardenalato es una dignidad concedida por un papa, y Benedicto XVI dejó de serlo en el momento en que fue elegido Pontífice el 19 de abril de 2005.
Por el contrario, seguirá siendo obispo, ya que el prelado es un hombre que ha recibido el sacramento del Orden Sacerdotal y es para siempre. El Pontífice es tradicionalmente el Obispo de Roma, por lo que Benedicto XVI pasará a ser prelado emérito (jubilado) de la Ciudad Eterna.
Otra cosa es qué título le corresponderá y de momento no hay respuesta, aunque mantendrá el nombre de Benedicto XVI, ya que siempre será el papa de ese nombre.
El papa lleva el llamado Anillo del Pescador, que simboliza el poder pontificio y que será destruido tras el 28 de febrero, día en que su renuncia será oficial. Ese anillo se destruye cuando muere el Pontífice, aunque en esta ocasión es diferente, ya que el papa sigue vivo, y en el Vaticano hay algunas dudas.
El portavoz, Federico Lombardi, se mostró convencido de que será machacado, ya que los objetos relacionados directamente con el ministerio petrino "tienen que ser destruidos".
La normativa vaticana contempla que tras la muerte de un papa, el cardenal camarlengo -que gestiona la Iglesia durante el interregno entre un Pontífice y el sucesor- verifique la muerte y le retire del dedo el anillo, señal de que el reinado ha concluido.
El anillo es inmediatamente machacado para evitar cualquier eventual falsificación de documentos pontificios.
Respecto a si seguirá vistiendo de blanco, ese color es tradicionalmente el de los papas, por lo que, según expertos vaticanos, Benedicto XVI volverá a vestir la sotana o el clergyman.
Sobre las prerrogativas papales, en el momento que deje de serlo, las perderá. Entre las que llama más la atención es la de infalibilidad, dogma aprobado durante el Concilio Vaticano I, en 1870, bajo el pontificado de Pío IX. A Benedicto XVI no le preocupará mucho, ya que en su libro entrevista Luz del Mundo, del escritor Peter Seewald, considera una equivocación afirmar que el pontífice es infalible, "ya que un papa también se equivoca".
El dato
El papa Ratzinger vivirá a poco más de un centenar de metros del Palacio Pontificio, en cuya tercera planta está el apartamento papal, que alojará a su sucesor.
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