Verónica Dalto
EFE / LA PATRIA Buenos Aires
Argentina vivió ayer una jornada de rechazo a la violencia después de que la vicepresidenta, Cristina Fernández, sufriera un ataque que el mandatario del país, Alberto Fernández, no dudó en calificar como el “hecho más grave” desde que el país retornó a la democracia en 1983.
Decenas de miles de manifestantes se movilizaron ayer en Buenos Aires y en otras ciudades de Argentina para expresar su condena al intento de magnicidio sufrido el jueves por la vicepresidenta del país.
Organizaciones sociales, sindicales y políticas afines al oficialismo y ciudadanos marcharon por diversos sectores de la capital para concentrarse hacia horas de la tarde en una masiva manifestación en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede del Ejecutivo argentino.
Cristina Fernández fue atacada el jueves en las puertas de su casa, en el barrio capitalino de Recoleta, donde un hombre apuntó con un arma al rostro de la exmandataria (2007-2015) y engatilló dos veces, en medio de la vigilia permanente de seguidores kirchneristas que, desde el 22 de agosto, se instaló junto a su domicilio.
Unidad sin odio
El mandatario argentino había repudiado el jueves por la noche el “atentado” en un mensaje por cadena nacional y decretó ayer como día no laborable para que los ciudadanos pudieran expresarse en las calles en contra de la violencia.
En esta jornada se hizo un llamamiento “a la unidad nacional pero no a cualquier precio” en un documento leído por la titular de la Asociación Argentina de Actores, Alejandra Darín, ante la Casa Rosada para cerrar la multitudinaria marcha, rodeada de ministros, políticos, sindicalistas y referentes de organizaciones de Derechos Humanos alineados con el kirchnerismo: “El odio afuera”.
El documento que leyó la actriz apuntó contra medios de comunicación y la oposición: “Desde hace varios años, un sector minúsculo de la dirigencia política y de sus medios partidarios, viene repitiendo un discurso de odio, de negación del otro, de estigmatización, de criminalización de cualquier dirigente popular o afín al peronismo, y aun de cualquier simpatizante”.
La investigación
El detenido por atentar contra la vicepresidenta es un brasileño de 35 años que no cuenta con antecedentes penales en su país de origen, en tanto el arma incautada al sospechoso es una Bersa calibre 32 automática, que, en su base, posee numeración parcial 250, apta para el disparo, según el Ministerio de Seguridad.
La jueza federal María Eugenia Capuchetti, responsable de la investigación del intento de atentado contra la vicepresidenta, visitó ayer a Fernández en su domicilio para tomarle declaración, tras inspeccionar la zona.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, también se dirigió a la vivienda, donde permaneció por 50 minutos.
Más tarde, Cristina Fernández se retiró del domicilio frente al cual sufrió el atentado sin hacer declaraciones, pero, emocionada, dedicó unos momentos para saludar a sus seguidores antes de subirse a un vehículo junto a sus custodios.
Reacciones internacionales
El ataque a Cristina Fernández despertó la solidaridad y el repudio de dirigentes de todo el mundo. El papa Francisco, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, el secretario general de la ONU, António Guterres, y hasta el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, condenaron el ataque.
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