La masacre de Dallas (Texas), donde anoche 5 agentes resultaron muertos en un tiroteo protagonizado por varios francotiradores, es uno de los ataques más graves cometido contra las fuerza del orden en EEUU y supone un nuevo episodio de violencia por la actuación policial con afroamericanos.
La matanza tuvo lugar durante una protesta contra la brutalidad policial por el asesinato de dos ciudadanos negros a manos de sendos agentes en los últimos días.
La policía, que mantiene acordonado un amplio sector del centro de Dallas (Texas, EEUU) tras la muerte de los policías por disparos de francotiradores, descartó la existencia de explosivos tras registrar la zona, informó el canal de televisión local NBCDFW.
Ese mismo medio había informado anteriormente del hallazgo de dos paquetes sospechosos, por lo que al lugar habían sido enviados equipos especializados de desactivación de explosivos.
La alerta había surgido debido a la amenaza de uno de los sospechosos de la matanza de los policías, que resultó muerto tras protagonizar un enfrentamiento con los agentes durante más de una hora tras atrincherarse armado en un aparcamiento.
El sospechoso, que estuvo disparando en todo momento contra los policías que intentaban convencerlo de que se rindiera, aseguró que había colocado bombas en el edificio y por todo el centro de la ciudad, lo que provocó la posterior búsqueda de paquetes sospechosos.
Aunque en un primer momento se informó de que el sospechoso había muerto por disparos de la Policía, ese extremo fue posteriormente puesto en duda y por el momento se desconoce si las heridas mortales las causaron los agentes o fueron autoinfligidas.
El portavoz de la policía, Dale Bernard, aseguró que una amplia zona de la ciudad de unas veinte manzanas, escenario de la matanza, permanecerá cerrada "hasta que concluyan las investigaciones".
Además de los 5 policías muertos, en los ataques resultaron heridos 6 agentes y un civil, sin que haya trascendido la gravedad de sus lesiones.
Al margen del fallecido, la Policía mantiene en custodia a tres personas, incluyendo a una mujer que fue detenida en el mismo aparcamiento y a otros dos individuos que huyeron del lugar de los ataques en un vehículo.
El ataque se produjo durante una manifestación de protesta, al igual que ocurría en otras grandes ciudades del país como Nueva York, Los Ángeles o Atlanta, por los últimos incidentes de violencia policial con tintes raciales registrados en EEUU.
La marcha en concreto protestaba por las muertes de Alton Sterling, un hombre negro al que dos policías blancos dispararon el martes cuando lo tenían sometido en el suelo en Baton Rouge (Luisiana) y del joven Philando Castile, que perdió la vida el miércoles en Falcon Heights (St. Paul, Minesota) en otro incidente tras haber sido parado en su vehículo por una infracción de tránsito.
Las autoridades no han divulgado el motivo o la identidad de los atacantes, responsables de esta matanza de policías, la peor registrada en Estados Unidos desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
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