MIGUEL ORLANDO ALGUERO
LA PATRIA | MANIZALES
2:00 de la tarde. Terminal de Transporte de Manizales. Héctor Fernando Díaz López espera a sus pasajeros frente a su buseta, la 031, para bajar a Pereira.
Ya no hay un horario fijo para los despachos, ahora son esporádicos hasta que se completen, por lo menos, tres viajeros. Las salidas de los vehículos afiliados a la empresa Expreso Arauca, en la ruta Manizales-Pereira, tenían intervalos de hasta 20 minutos, pero desde hace una semana pasaron a ser de una hora u hora y media.
Esto a raíz de los bloqueos viales que se presentaron desde la primera semana de mayo entre las capitales de Caldas y Risaralda, entre La Romelia y El Vergel, por el paro nacional, que completó un mes el viernes pasado.
Flujo vehicular
Héctor porta su uniforme: camisa blanca con el logo de la empresa, pantalón negro y corbata del mismo color. Se sube a su vehículo para seguir esperando la orden de salida. Los conductores tienen dos opciones: irse por la ruta antigua, pasar por Chinchiná y hacer paradas en el camino, o viajar por la Autopista del Café, de forma expresa.
“Por los bloqueos en La Romelia se suspendieron los despachos hacia Pereira hace un mes. Nos mandaron para la casa, no volvimos a bajar a Pereira, ni a subir a Manizales, pero hace una semana empezamos de nuevo”, comenta Héctor Fernando, manizaleño quien desde el 2008 trabaja con Expreso Arauca.
Bajando a la capital de Risaralda por la doble calzada se ve una autopista con menos flujo vehicular, el sonido del rodamiento es menor y escasean los pasajeros en la vía. Se observan algunas busetas de transporte intermunicipal, y transitan más carros particulares y transporte de carga.
Estas nuevas condiciones del trayecto, como las llama Héctor Fernando, son una forma para que el país despierte.
“Mientras estaba en casa vi con buenos ojos a los que salieron a marchar porque abogan por los intereses de todos. Aunque no estoy de acuerdo con que bloqueen las vías, si no lo hacen no hay nada porque estamos en Colombia, un país en que todo es a las malas, todo tiene que ser así tristemente. Si hubiese sido de forma pacífica este Gobierno no hubiera escuchado el clamor de la gente y no hubiera cedido”, asegura.
Cuentas
“¿A qué hora sale?”: preguntó otro conductor a Héctor Fernando. Respondió: “Cuando tenga tres o cuatro pasajeros”.
Esas son las nuevas cifras del servicio de transporte. Calcula que antes del paro cada vehículo salía en promedio con 13 pasajeros y ahora se movilizan hasta cuatro. Cuando estuvieron parados la empresa estimó pérdidas económicas por el orden del 70%. Eso se traduce en que en un día que ganaban hasta $25 millones pasó a los $5 millones.
Aún con saldos en rojo, la empresa continúo pagando el sueldo a sus conductores, quienes, por lo general, realizan dos vueltas o recorridos al día: por la mañana bajan a Pereira y por la tarde suben a Manizales.
Dicen que ya no les da temor viajar porque confían en que no habrá más bloqueos, pero a sus pasajeros sí: “La gente todavía no quiere salir, hay personas asustadas porque piensan que de pronto se quedarán en un trancón”.
La conversación con Héctor Fernando culmina con un recuerdo y una sentencia: “Ojalá este paro sirva para que el país mejore, porque todo esto para nada sería muy frustrante. Además, en mis 25 años de experiencia es la primera vez que veo que un paro nacional detiene hasta el transporte de servicio intermunicipal”.
Represados
La segunda parte de este recorrido la cuenta la administradora de uno de los 10 restaurantes que hay por el sector de Tarapacá 2, donde se ofrecen comidas típicas para viajeros y conductores. Estos negocios generan unos 200 empleos, según sus dueños y administradores. Del punto de partida hasta ese sector se han recorrido cerca de 30 kilómetros.
A eso de las 3:00 de la tarde, la administradora, quien pide reserva de su nombre, se sienta en una mesa y acompaña la conversación con un tinto “cargado” o bien oscuro. El diálogo se extiende por media hora y empieza así:
“Todo inició el 28 de abril con el paro nacional, pensábamos que solo sería ese día. Las ventas estuvieron regulares por las protestas y entendimos los motivos de las manifestaciones. Al día siguiente abrimos hasta las 3:00 de la tarde porque la Policía nos advirtió a todos los establecimientos de la zona que había amenaza de quemar el peaje de Tarapacá 2. Ya el sábado hubo toque de queda, por eso no abrimos el fin de semana, y fue cuando quemaron los peajes: el 1 y el 2”.
La secuencia temporal llegó a la primera semana de mayo. En el parqueadero del negocio arriban más carros con pasajeros. Lo primero que se ofrece en la carta son los populares chorizos santarrosanos. La empresaria dice que volvieron a abrir el martes, pero la vía ya estaba cerrada.
“Ese día vimos muchos camiones represados, unos 70 vehículos. Se quedaron esa semana hasta que abrieron La Romelia. Les vendimos almuerzos a los conductores, nos salvaron la patria. Incluso estaban preocupados por la mercancía que llevaban”, cuenta la administradora, quien expresa una anécdota entre risas: “Había un camión lleno de ciruelas y mangos, y para que no se perdieran nos regalaron esas frutas, comimos hasta más no poder”.
Pasajeros
En la segunda semana de mayo la situación se tornó más dura para estos negocios que se mantienen del tráfico de conductores y pasajeros, quienes hacen esas paradas habituales para comer y recargar energías para el camino.
“Las ventas se fueron al suelo, era el 10% del total de lo que se hace en un día normal. No pudimos abrir jornada completa con los empleados, tocó hacerlo con medios turnos y cerramos a las 4:00 de la tarde por orden público, debido a que estaba cerrada la entrada a Santa Rosa, entonces no podíamos arriesgar a los empleados”.
¿Cómo hicieron para llegar al negocio? Ella responde que viajaron de Pereira hasta la zona, tuvieron que hacer transbordo, luego caminar y hacer otras maromas para llegar a trabajar. Cuando se bloquea en El Vergel se obstaculiza el paso entre Santa Rosa y Chinchiná, y cuando se hace en La Romelia, no hay paso entre Santa Rosa y Pereira.
El 18 de mayo se levantaron los bloqueos y el flujo vehicular se ha ido normalizando, pero el paisaje sigue siendo aún solitario, en comparación con el tráfico que circulaba antes del paro nacional.
La administradora se acomoda su tapabocas para hablar de los pasajeros. “Ya vendemos un poco más, pero hay unas preguntas constantes: que si esta vía es segura, que si hay peligro para ir hasta por allá, que si hay paso para Manizales. Muchos creen que hay amenazas de cierre y por eso lo piensan dos veces para viajar. Esperemos que esto se reactive en las próximas semanas”, confía.
Para ella, la realidad de las manifestaciones se divide en dos: una es la que viven las personas al interior de las ciudad y la otra es la que pasa en las vías. “Mientras la gente sale sin problemas en la ciudad a hacer sus diligencias, no viaja a otros lugares porque les da miedo transitar por las carreteras”.
Este recorrido terminó hacia las 4:00 de la tarde en el viaducto César Gaviria Trujillo, entre Dosquebradas y Pereira, a 51 kilómetros de Manizales. En el camino se ven negocios abiertos a la espera de clientes, transportadores de carga intentado movilizar los productos represados y conductores de transporte intermunicipal anhelando más pasajeros.
En San Peregrino
La primera parada del trayecto se hizo en el sector de San Peregrino. Sentada frente al computador está Yésica Alejandra Ceballos, administradora del supermercado Las Palmas, quien ingresa al software nuevos productos.
“La vía estuvo sola cuando ocurrieron los bloqueos. Apenas se alcanzan a ver transporte de carga y vehículos particulares, muy pocos buses y busetas. Muchos proveedores dejaron de venir y otros no han podido pasar”, asegura Yésica Alejandra. De fondo se escucha música popular de un parlante que suena al ritmo del cambio de colores.
Agrega que bajó la congestión vehicular y se agotaron algunos productos en el supermercado, como arroz, leche y panes, incluso hasta la fecha hay otros que no han llegado como carnes frías y embutidos.
De ese negocio se surten los habitantes de San Peregrino, la Quiebra del Billar, Minitas y casas campestres de la zona. Diagonal se ubica el punto de control de buses y busetas. El martes, durante este recorrido no estaba. “Él viene un día o dos días a la semana, otras veces por la mañana o se queda todo el día. Uno cuando menos piensa lo ve ahí, pero como ahora hay pocas rutas creo que viene menos”.
En Santa Rosa de Cabal
La cuarta parada y última del recorrido fue en la recta de Santa Rosa donde funcionan cerca de ocho negocios de ventas de chorizos, desayunos y almuerzos. El más antiguo es el restaurante Coman donde Gloria, administrado por Gloria Osorio, quien lleva en el mercado 19 años y es herencia de su padre.
“Durante los bloqueos las ventas se redujeron un poco. Las mantuve porque repartí volantes para domicilios y porque quienes bloquearon y conductores parados comieron acá”, dice Gloria, mientras saca cuentas en su caja registradora de un pedido de chorizos crudos y le da la orden a la Maracucha, empleada del negocio, que ase a la parrilla otros.
Según ella, hay que ser imparcial para ver lo que pasa en el país. Primero, apoyar a los jóvenes “porque han hecho mucho, si no fuera por ellos que se han mantenido en las calles en las marchas, el presidente no hubiera tumbado la reforma tributaria”. Segundo, rechazar los actos de violencia, “no se justifica ningún muerto, es triste”.
Recuerda que hace 15 días les llevó arroz, aceite, chorizo y limonada a los jóvenes que estaban en la manifestación y escuchó a pasajeros decir que se metieron por trochas por Belencito y Guacas para llegar a Pereira.
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