LA PATRIA | MANIZALES
La Fiscalía ligó los dos procesos por tener conexión procesal. El adulto mayor, de 65 años, se aprovechó de la cercanía con sus víctimas, de 6 y 7, para abusar de ellas. No le importó que fueran sus nietas.
La investigación partió de sendas denuncias presentadas a través de un defensor de familia adscrito al ICBF.
Se supo dentro del respectivo proceso administrativo de restablecimiento de derechos que este ciudadano, abuelo paterno de dos niñas (primas), durante el 2018. ejecutó sobre ellas tocamientos libidinosos en sus partes íntimas, aprovechando siempre que las encontraba solas dentro de su residencia, en una finca de una vereda de Riosucio.
El proceso judicial contra este sujeto terminó con fallo condenatorio, emitido por el Juzgado Penal del Circuito de ese municipio. Le dieron 16 años de prisión por actos sexuales abusivos con menor de catorce años, agravado, en concurso. Al señor lo llevaron a audiencia el 25 de noviembre del 2019 y no aceptó cargos. Luego le dieron fallo condenatorio.
Una madre contó que tenía sospechas desde años atrás, pues encontró varias veces a su hija con el abuelo, en situaciones extrañas. El sujeto era el encargado de proveer lo económico en la familia.
Los tocamientos se daban en la habitación, cuando estaba viendo televisión, y en la cocina. En algún momento se dio en presencia de una prima.
Las condiciones cognitivas en las niñas registran su alta capacidad memorativa y descriptiva, no permite vacilar de su señalamiento, por encima del esfuerzo defensivo de quien aboga por la absolución”, dijo el juez.
*“Mi abuelo, cuando yo estoy viendo televisión sola, se entra y cuando él se entra yo ya sé que me toca. Entonces yo me salgo y entonces él cierra la puerta y me toca acá. Le puse la mano para que no me toque entonces él hace fuerza pa’ acá. Él se entra para la pieza donde yo estoy, en la casa de mi abuela y de él. Es el papá de mi papá, nadie más está en la habitación cuando eso sucede. Eso ha pasado muchas veces (cuenta en los dedos de sus manos), como 20 veces”, víctima uno.
*”Mi abuelo también me tocó, me decía que no le dijera a nadie, pero yo le dije la verdad a mi abuela y ya me creyeron y le contaron la verdad a mi mamá que estaba trabajando en Manizales. Dijeron que si nos volvía a tocar, que entonces lo mandaban a la policía y entonces ya no volvió a hacer eso y ya duerme en otra casa cuidándola”, víctima dos.
Al parecer, hubo presiones familiares hacia las víctimas para que se abstuvieran de dar su testimonio.
No se da el nombre para evitar revictimizar a las menores.
Una vez la madre, el padre o el cuidador haya identificado alguna de las señales de alerta será clave realizar un abordaje adecuado de la situación empezando por acercase de forma amable, empática y cariñosa para así animar al o la menor a hablar de la situación por la que está atravesando.
Es fundamental que al hacerlo el adulto esté sereno, ya que si se muestra angustiado o desesperado causará temor en el menor de edad y reducirá al mínimo las posibilidades de que narre los hechos.
Para empezar el diálogo es esencial recordarle que su familia lo ama y que cuenta con todo su apoyo y su protección para superar cualquier problema o situación que le genere incomodidad.
Se recomienda no juzgar a la víctima mediante expresiones como “¿por qué no me habías dicho antes?” o “¿por qué te quedaste callado?” y mucho menos confrontarlo con el agresor, ya que esto genera miedo y se corre el riesgo de silenciar al menor de edad quien puede terminar retractándose o negando los hechos.
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