LA PATRIA| MANIZALES
Cada habitante de calle que usted se encuentra en los rincones de Manizales tiene una historia y cada relato es complejo. No están ahí porque quieren, algunos cayeron en las redes de las drogas, otros se cansaron de ser las ovejas negras de sus familias y se marcharon de sus hogares, o simplemente temen regresar por miedo al rechazo.
La Unidad de Protección a la Vida (UPV), de la Alcaldía de Manizales, trata de ayudarlos, un tema que es de voluntad, porque no pueden obligarlos a recibir los servicios. También intentan ubicar a sus familias para lograr un acercamiento y que retornen al seno de sus hogares.
Según el DANE, las ciudades con más población de este tipo son Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Medellín, Cali, Manizales y Villavicencio.
Valentina Alzate Ruiz, directora de la UPV, le contó a LA PATRIA que la Unidad es un programa encargado del restablecimiento de los derechos de los habitantes en condición de calle y de los problemas a los que están propensos.
Jornada
“Estamos desde las 6:00 de la mañana hasta las 10:00 de la noche porque se trata de población vulnerable y que requiere atención inmediata. Un día arranca con el recorrido para trasladar a estas personas de manera voluntaria, pues no se puede ir en contra de su voluntad.
Los traemos, bañamos y peluqueamos, se les da desayuno, son unos 50 o 60 a diario. Se les da ropa, se busca de dónde son y si tienen familia. Se afilian a EPS y cedulamos, con apoyo de la Registraduría, a quienes no tienen ese documento. Otros son traídos por la Policía, porque no todos son consumidores. Hay psiquiátricos, adultos mayores o que se perdieron de municipios y resultan en Manizales”, narró.
Para el caso de la capital caldense, el DANE aseguró que tiene 635 habitantes de calle, pero algunos son mochileros. La UPV ha logrado identificar a 407 y a finales del año pasado, en procesos de vacunación, a 350. La mayoría son de Chinchiná, Ibagué, Pereira, La Dorada y Venezuela.
Yuli Andrea Tovar, la otra profesional, recordó el caso de un adulto mayor que estaba en el Túnel de La 52, tenía apariencia de habitante de calle, pero no lo era y andaba perdido. Estuvo 40 días en Assbasalud y al investigar se determinó que es natural de La Virginia (Risaralda). Por medio del hospital de allá pudieron obtener datos de la familia y lograr su retorno con apoyo de la Terminal de Manizales. En casa lo esperaban.
Lo curioso es que, según los mismos habitantes de calle, llegaron a esta capital desde Ibagué. Aseguran que los dejaron tirados en Letras y caminaron hasta esta ciudad.
Miedos
En este proceso que se lleva a cabo en la UPV sus profesionales han podido identificar que a estas personas les da miedo volver a casa por el qué dirán o porque sus familias se cansaron de ayudarlas. A continuación algunas historias de estas personas que deambulan por las calles. Por eso, antes de tratarlos mal o agredirlos, piense que ese ser humano también sufre.
Llegó para despedirse
Este hombre, consumidor crítico, se la pasaba de municipio en municipio. Dijo que de donde permanecía antes lo trajeron hasta Letras y ahí lo dejaron. Estaba en crisis, no quería decir quién era la familia, pues era la oveja negra, hacía daños, hurtaba, pero nunca olvidaba la idea de volver a casa.
A través de la UPV se fortalecieron vínculos para que lo recibieran, creyeran en él y fueran conscientes de que esta persona reconocía que tenía un problema, quería recuperarse y resocializarse.
Se logró concretar su regreso a casa, en Medellín, pero en ese momento su mamá agonizaba. Viajó y alcanzó a despedirse de ella. Lo que le pasó fue muy fuerte. Ahora trabaja en un almacén de El Hueco, vendiendo ropa.
Del cambuche a dar clases de pintura
Al lado de LA PATRIA, cerca de las escalas para bajar a Los Cedros, vivía un habitante de calle, que invadió y llenó de escombros el lugar por cuatro años. Lo consideraba su apartamento y de allí la UPV y las autoridades sacaron 7,5 toneladas de basura, cuando decidió abandonar el sitio de forma voluntaria, después de muchos intentos.
No quería volver con su familia a Bogotá, prefería las calles, pese a que su hija está en la universidad. Era consciente de su problema, pero se negaba a abandonar ese espacio. Lo más bonito de su historia es que por fin aceptó irse para una fundación, Efecto Tribu Mariposa, en la vía a Chinchiná, tiene un gran talento como pintor y grafitero, y ahora es de los que da clases de pintura en ese lugar.
Rumbo a Cartago
Se fue llorando en diciembre. No creía que la familia lo quería recibir, pues en la calle la gente lo trataba mal y lo hacía sentir como una basura. Como el convenio con la Terminal no se había reactivado, en la UPV hicieron “vaca” para ayudarle con el pasaje para Pereira, donde lo esperaba otra persona para apoyarlo y seguir rumbo a su hogar, en Cartago. Llevaba cuatro años en las calles de Manizales y ya quería cambiar.
Calavera, delicado
El habitante en condición de calle más antiguo es Alexánder Osorio, apodado Calavera, con 43 años en las vías de la ciudad. Estaba pendiente por estos días de una cirugía de cadera, pues se lanzó este mes desde un puente de la Plaza Alfonso López (foto).
Es conocido como generador de peleas y a veces sale desnudo corriendo por la carrera 23. Lo han llevado a varias fundaciones y no ha sido fácil. Esperaba empezar un tratamiento en una clínica mental. “Cuando está en la calle quiere ir a la San Juan y cuando está allá desea permanecer en la calle”, contó la UPV.
Se quedó en el “vuelo”
Esta es la historia de una exuniversitaria, a la que la muerte de su madre la llevó por malos caminos. Ajusta cuatro años recorriendo las calles de Manizales y, según lo indagado por la UPV con excompañeros de Artes Escénicas, esta joven no es consumidora, pero llegó a esta condición tras el deceso de su progenitora.
Empezó a meditar y buscó, según ella, conectarse con su mamá. Preparó cacao sabanero con hongos y se quedó en ese “vuelo”. Sufre trastorno bipolar afectivo, se vuelve agresiva y ha sido llevada 9 veces a una fundación para varios tratamientos de salud mental. Además, en 11 ocasiones estuvo en Funpaz.
Seis hijos
Para las habitantes en condición de calle embarazadas y consumidoras hay medidas especiales en ICBF, pero es algo voluntario. Por Manizales deambula una que ya tiene seis hijos y no ha permitido que la operen. El caso está en comisaría y en la mira de las entidades competentes. La UPV activó la ruta indicada, pero a la mujer le cuesta tomar conciencia y se niega a procesos de intoxicación. No se deja ayudar.
La limosna
Valentina advirtió que Manizales es de las ciudades donde la gente da más limosna. Los mismos habitantes en condición de calle cuentan que recogen $90 mil, $170 mil, $200 mil diarios y que fuman hasta 10 fichas de bazuco al día. Cada una cuesta $8 mil y a veces le deben revolver alcohol.
“La gente dice: qué pereza los habitantes de calle, pero dan limosna. Algunos nos han narrado que se han encontrado hasta $340 mil en un basurero u otro que estaba reciclando se topó con $500 mil”.
34 mil 901 en el país
El Ministerio de Salud anunció que está preparando una política pública para habitantes de calle, por medio de un decreto que será expedido en el transcurso de este año. Según datos recogidos por el DANE entre 2017 y 2021, en el país hay 34.091 habitantes de calle en 749 municipios.
La reglamentación de esta política será clave para el país, pues mira el fenómeno de los habitantes en calle como un problema de salud pública, que se ha agravado con la pandemia.
De acuerdo con Alejandro Cepeda, jefe de la Oficina de Promoción Social del Ministerio de Salud, esta tendría tres objetivos fundamentales.
En la UPV hay dos psicólogas y tres operarios.
En 2021 lograron 65 retornos a casa, con muchas historias por contar. Por la bazuca perdí a mi familia, contó este habitante de calle que decidió retornar a su casa.
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