DIEGO FERNANDO HIDALGO
LA PATRIA | MANIZALES
Hoy se cumplen los cinco días hábiles otorgados por la Sala de Justicia y Paz, del Tribunal Superior de Medellín, para que los abogados de las víctimas de alias Karina y otros ocho postulados de las Farc apelen por escrito de la sentencia dictada contra los exguerrilleros, el 1 de julio, y que consta de 5.964 páginas.
LA PATRIA intentó hacer un resumen de esos hechos atroces que golpearon a Caldas, pero el espacio se queda corto. Se seleccionaron algunas de las cientos de historias de terror que quedaron plasmadas en la decisión.
Foto| LA PATRIA
A Karina le imputaron, entre otros casos, los siguientes, solo en Caldas. En total son unos 670 hechos y/o cargos.
Otras tres víctimas de secuestro en el norte de Caldas.
Estefanía fue víctima de reclutamiento en Florencia (Samaná). Señaló Karina que fue asesinada bajo la justificación de tener “un mal comportamiento” e informó que ello se originó en el sector conocido como Urrico. Al respecto, el ente acusador adujo que se tiene la posible ubicación de la fosa, encontrándose en plan de trabajo por la Unidad de Exhumaciones.
En el 2005 fusilaron a Gisela, en la vereda Quebrada Seca, del corregimiento de Florencia, en Samaná, cuando se encontraba bajo el mando de Salomón, comandante del Frente 9. Fue ejecutada por “mal comportamiento, grosería con los comandantes y por tener relaciones sexuales con un hombre la población civil”. Fue reclutada a los 15 años.
El reclutado Wílder de Jesús Álzate Martínez narró que cuando departía en la calle principal del corregimiento Pueblo Nuevo (Pensilvania), junto con otros tres amigos, de repente llegaron unos hombres en una camioneta y les dijeron que fueran a Cristales, que Fabio había mandado a decir que acudieran por carne y unos mercados para traer a las casas. Los montaron, llegaron a eso de las 11:00 de la noche, arribaron a Cristales, los descargaron, al rato salió Fabio y les dijo, riéndose, que ya se tenían que quedar allá porque eran muy gamines en el pueblo y los iban a reclutar. "Le lloramos y suplicamos que nos dejarara ir, pero nada, nos teníamos que quedar".
José Johanny Zapata Hernández, de 16 años, había estudiado hasta 7º grado de secundaria, vivía con familiares en la finca El Chochal, el corregimiento de Florencia (Samaná), cuando el 18 de abril de 2000 lo reclutó las Farc. Rafael Ángel, padre de la víctima, narró que al momento de los hechos trabajaba en Rionegro y su descendiente se encontraba viviendo con una tía. "En el 2003 alguien llamó y dijo que no lo buscáramos, que lo habían matado. También se llevaron a un primo de él, Alcides Patiño Dávila. Karina reconoció que fue fusilado entre julio y octubre del 2000, por infiltración. Señaló que el cadáver quedó en la vereda Mesones, de Nariño. Del primo expresó que lo apodaban Rolando y murió en combate con el Ejército, entre los años 2006 y 2007.
Wílder de Jesús Álzate Martínez, reclutado a los 16 años en zona rural de Pensilvania, narró que a los días de haber sido incorporado los llevaron a la Escuela de entrenamiento Edelmiro González. "Nos separaron en escuadras, de a 24, sumando 214. Nos pusieron a dormir de a dos personas, había mujeres, entre ellas, menores. Entrenamiento físico, nos enseñaron a desarmar rápido la carpa poniéndonos en guardia en segundos, a atender instrucciones de superiores, a ver películas de acción, historia de ellos y de otros campamentos, a escuchar la emisora del Eln. Nos cambiaron el nombre, a mí me pusieron Conrado. Aprendí a elaborar balsas de guadua y a nadar muy bien, pasar ríos en invierno, donde muchos guerrilleros se ahogaban. A manejar explosivos y a utilizar materia fecal para hacerlos más mortales. A manejar revólver, pistola, fusil de todo tipo, minas personal, pero nunca me tocó minar campos. A cocinar en fogones de barro, donde no debíamos dejar salir humo para que no nos detectara el Ejército. Ponían a matar gente, por ejemplo, ellos cogían un guerrillero que se tenía la información de que era infiltrado, lo amarraban, hacían un consejo de guerra y le decían a uno por qué lo iban a asesinar. El nuevo se encargaba de ajusticiarlo y enterrarlo".
María Dora Cifuentes, a quien le arrebataron a su niña de 13 años y al hijo de 16, manifestó que en la vereda Yarumal, de Samaná, había presencia de grupos paramilitares y de esa guerrilla. "La situación de la vereda se prestaba para que los menores escogieran de uno u otro grupo, porque ellos les ofrecían dinero. Para que lo menores los siguieran se paraban cerca del colegio y hablaban con cada uno y le ofrecían plata. Ellos se iban, incluso unos que ni avisaban en la casa. Se los ganaban mostrándoles armas, pues a algunas víctimas les llamaban la atención esos elementos de guerra, les mostraban lo fácil que podían obtenerlas y que a través de ellas podían tener poderío, respeto y reconocimiento".
"Me reclutaron por mi condición de mujer, porque el comandante Juan Carlos quería que me acostara con él, cosa que logró. Fui sometida a abuso sexual. Los compañeros me acosaban, sí, pero nunca me abusaron. El comandante Rojas, en un día de guardia, me obligó a bajar a una cañada y trató de abusar de mí, pero no pudo. Del abuso de Juan
Carlos no quedé ni en embarazo, ni con lesiones y enfermedades. Las relaciones sexuales no hacían parte de los entrenamientos, fui sometida a tocamientos y manoseo de compañeros, ya que dormíamos todos juntos y ellos no respetaban. Por muchas ocasiones fui obligada a cocinar, sin ser mi turno, por el solo hecho de no quererme acostar con algún comandante".
Salvador Franco Nieto, hijo de Salvador Franco Garcés, este último, agricultor de Aguadas, a quien el Frente 47 de las Farc requería, “para dejarlo trabajar”, que les
pagara 2 millones de pesos cada 6 meses. Para octubre del 2002, el primero en mención fue abordado y sacado de su finca. "Vi que eran de las Farc, oía que se comunicaban, que llamaban a una reina y dijeron que eso me pasaba porque no pagaba las vacunas. Me metieron en el medio de ellos, pero no me amarraron. Nos fuimos caminando a pie por las trochas, mi papá es agricultor, mantiene sus tierritas, los guerrilleros me dijeron que tenía 8 fincas. Les respondí que no sabía, que eran unos potreros pequeños. Mi padre no había sido amenazado ni secuestrado por los grupos armados. Esa fue la primera vez que ellos se reportaron, mi papá vivía en el pueblo y pagó 15 millones de pesos, los pagó todos porque yo estaba con ellos, contaron la plata en mi presencia; mi liberación fue en la vereda Encimadas”.
Se manifestó que, a través de las informaciones suministradas por Elda Neyis Mosquera García, como Gestora de Paz, se logró la neutralización de 9 acciones terroristas, entre las más significativas se cuenta con 2 secuestros a comerciantes en Samaná, el reclutamiento de menores por una comisión de 7 guerrilleros bajo el mando de alias Perico, único reducto que quedó del Frente 47, actividad que la pretendían desarrollar en Sonsón, Argelia, Nariño, Pensilvania y Samaná.
El fallo estudió 3.358 crímenes, varios de guerra y de lesa humanidad. La decisión ordena la reparación de al menos 2.172 víctimas.
Además de Karina, aparecen como postulados Denis Sierra, alias Samir; Nelson Antonio Cuartas, el Zorro; Marcos Fidel Giraldo, Garganta; Pedro Luis Pino, Martín; Fabio Aguirre Aguirre, Caliche; Virgilio de Jesús Guzmán, Wálter; Jesús Alberto Giraldo, Miguel; y Edison de Jesús Rúa, la Seca.
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